PARÍS.- Acaba de asumir un nuevo mandato
al frente del Fondo Monetario Internacional (FMI) y Christine Lagarde se
halla inmersa en una zona de fuertes turbulencias económicas provocadas
por el mazazo que significó el Brexit, aunque la funcionaria considera
"improbable" que existan riesgos de recesión mundial.
Una nueva
recesión es "improbable" a pesar de los desbarajustes generados por el
Brexit en el Reino Unido y en el resto de Europa, aseguró en una
entrevista exclusiva con la AFP.
La votación británica en favor de
una salida de la UE revela además un cierto "desencanto" ciudadano que
debe llevar a la Unión Europea a ser más "transparente", dijo.
"Ésta
es una de las principales fuentes de peligro por ahora, pero no creemos
que una recesión mundial sea muy probable", afirmó al ser interrogada
sobre el impacto de la decisión británica.
Los efectos
"inmediatos" de esa votación se harán sentir en el Reino Unido, con
réplicas en la zona euro, afirmó Lagarde, y llamó a británicos y
europeos a acordar lo más rápido posible un "calendario" de separación
para "reducir las incertidumbres".
"La palabra clave en este tema
del Brexit es incertidumbre, y cuanto más dure la incertidumbre mayor
será el peligro", sostuvo la funcionaria, que acaba de iniciar un
segundo mandato al frente de la institución financiera multilateral.
El
voto británico expresa además un cierto nivel de "desencanto" vinculado
con la complejidad y la opacidad de las instituciones europeas,
consideró.
"La UE debe hacer mucho más para explicar de manera
más transparente lo que está haciendo, lo que ello significa para la
población, los costos y beneficios de su acción", agregó.
Llamó,
sin embargo, a los países de la Unión Europea a dejar de atacar a
Bruselas por todo lo que va mal. "Es posible que yo misma haya sido
culpable" de una actitud de ese tipo, admitió la exministra de Economía
de Francia (2007-2011).
Lagarde
estimó que la decisión británica podría obedecer igualmente a la
naturaleza de la consulta. En los referendos, los electores a menudo no
responden a la pregunta que se les plantea, dijo.
"Por muy simple que sea la pregunta la gente se aferra a los temas que tiene más presentes", analizó.
Pese
a la incertidumbre económica, la directora general del FMI se mostró
"optimista". El Brexit, afirmó, podría paradójicamente ser un
"catalizador" que empuje a los países de la UE a profundizar su
integración económica.
Lagarde defendió la política de "rescate"
de cuatro países de la zona euro en dificultades que recibieron
préstamos considerables a cambio de la aplicación de controvertidas
medidas de seguridad.
Uno de ellos fue Grecia, que continúa sin
poder superar la crisis a pesar de dos planes de 'salvación' impuestos
por el FMI en conjunto con las autoridades europeas y fuertemente
resistidas por Atenas.
El Fondo, que debe decidir si participa en
un tercer plan de rescate, fue un "chivo expiatorio muy práctico", dijo
Lagarde, aún admitiendo que su institución puede no estar exenta de
reproches.
Cambiar la imagen del Fondo, darle una "dimensión más humana" es, precisamente, una de las metas que se plantea Lagarde.
El
FMI debe ayudar a los "perdedores" de la globalización, aunque deba
continuar jugando su papel de guardián de la ortodoxia presupuestaria,
señaló la funcionaria. "Aun cuando debamos jugar a ser los malos,
debemos igualmente ser sensibles y tener una dimensión humana", declaró
Lagarde.
Criticado a menudo por las recetas de autoridad que
preconiza, el Fondo debe responder a las fallas de la globalización
económica y de la fenomenal aceleración del intercambio comercial en el
planeta, señaló.
"La globalización produjo muchas buenas cosas y
sacó a numerosas personas de la pobreza, pero también generó perdedores,
cuyos puestos de trabajo fueron transferidos hacia lugares de
producción más baratos", aseguró.
El FMI puede ayudar a estas
poblaciones prestando más atención de las "desigualdades excesivas, el
lugar de las mujeres, el cambio climático o la corrupción", asegurándose
de la solidez de las "redes de seguridad sociales".
Este cambio
de enfoque puede permitir que se llegue a una globalización "aceptable",
que no generaría un aumento del PIB pero permitiría "atender a quienes
corren riesgo de salir perdedores".
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