SIDNEY.- Las elecciones celebradas en Australia han arrojado una reñida lucha
entre la coalición Liberal-Nacional del primer ministro, Malcolm
Turnbull, y el Partido Laborista de Bill Shorten, que no se decidirá
hasta el último voto.
"No vamos a saber esta noche el resultado de las
elecciones. Quizá no lo sepamos durante días. Lo que sí sabemos es que
el Partido Laborista ha regresado", dijo Shorten en un rueda de prensa
en referencia a los trece diputados que han recuperado respecto a las
elecciones anteriores.
Escrutado el 93,33% de los votos, la Comisión Electoral Australiana
concede 69 escaños a los conservadores y 69 diputados al laborismo de
los 150 que formarán el siguiente Parlamento nacional. El que obtenga 76
asientos contará con la mayoría absoluta y podrá formar Gobierno y, si
ninguno lo consigue, el que más diputados tenga comenzará los contactos
para negociar una alianza de Gobierno.
Los independientes obtienen dos escaños, uno los Verdes (aliado
habitual del laborismo), otro Katter's Australian Party (rural, fundado
en 2011 por el exparlamentario Bob Katter) y un quinto va para Nick
Xenophon Team (centro, fundado en 2013 por el senador Nick Xenophon).
La candidata laborista Linda Burney ha sido en estas elecciones la
primera mujer indígena en ganar un escaño en la Cámara baja. "Cualquier
cosa que pase la próxima semana, si estamos en el Gobierno o la
oposición, el Partido Laborista está recargado de energía y unido y más
decidido que nunca", remarcó Shorten, cuyo formación pagó en los
comicios de 2013 la crisis de liderazgo en el seno del laborismo.
Un total de 57 partidos e independientes se presentaron a estas
elecciones, con 994 candidatos para la Cámara baja y 661 aspirantes para
la Cámara alta.
El Senado, que renueva sus 76 escaños en esta ocasión, será clave
para el próximo Gobierno, después de que en legislaturas anteriores
fuera hostil al Ejecutivo debido a la mayor presencia en la cámara de
independientes y partidos minoritarios. Se espera que la xenófoba
Pauline Hanson, líder de Una Nación, gane un asiento en la Cámara alta.
La estabilidad económica, cuya preocupación fue amplificada por el
"brexit", protagonizó el final de la campaña electoral que comenzó en
mayo pasado y que ha sido la más larga del último medio siglo en
Australia.
Otro de los temas que cobró relevancia fue el matrimonio entre
personas del mismo sexo, que para la coalición gobernante debe abordarse
a través de un plebiscito, mientras que los laboristas prometieron que
será la primera propuesta legislativa que presentarán.
Turnbull insistió hoy en que "solo un Gobierno estable de la
coalición" puede asegurar el futuro del país, en un intento por reforzar
su mensaje económico, pero también con la esperanza de poner fin a la
inestabilidad política generada por la crisis de liderazgo que ha hecho
que Australia haya tenido cuatro primeros ministros desde 2013.
El mismo Turnbull le arrebató el Ejecutivo a su compañero de partido
Tony Abbott (2013-15) el año pasado, en una maniobra parecida a la que
Kevin Rudd (27 de junio a 18 de septiembre de 2013) aplicó a Julia
Gillard (2010-13) en el laborismo.
La jornada ha transcurrido con normalidad y con algunos retrasos en
los centros de votación que han originado largas filas, en parte por la
confusión causada por los cambios del sistema para elegir a los
senadores que aprobó el Parlamento poco antes de que se convocasen las
elecciones de forma anticipada.
La votación es obligatoria para los más de 15,6 millones de ciudadanos inscritos en el censo electoral en Australia.
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