ROMA.- La demanda mundial
de alimentos entre 2016 y 2025 crecerá a un ritmo progresivamente más
lento debido al menor aumento de la población y de los ingresos en las
economías emergentes, dijeron hoy la FAO y la OCDE.
Según un informe conjunto sobre las perspectivas agrícolas para ese
periodo presentado en Roma, la caída en 2015 de los precios de los
principales cultivos, productos pesqueros y de ganadería muestra que la
era de los precios altos probablemente ha acabado para todos los
subsectores.
Para sus predicciones a medio plazo, la Organización de la ONU para
la Alimentación y la Agricultura (FAO) y la Organización para la
Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) han analizado los
principales productos básicos en 41 países y 12 regiones geográficas.
El descenso del precio de los alimentos se explica principalmente por
el crecimiento de la oferta durante varios años, el débil aumento de la
demanda por la desaceleración económica global, los precios del
petróleo más bajos y la acumulación de abundantes reservas.
Para 2025, el menor crecimiento de la demanda de alimentos también
estará marcado por la actitud de los consumidores, especialmente de los
países emergentes superpoblados, cada vez menos propensos a gastar más
en el consumo de alimentos básicos.
Según el informe, la demanda de carne, pescado y productos lácteos
crecerá, no obstante, de forma relativamente fuerte, lo que se traducirá
en la necesidad de más piensos, mientras que se estancará la demanda de
productos agrícolas para biocombustibles debido al abaratamiento de los
precios de la energía y a las políticas "más conservadoras" sobre esa
materia en algunos países.
Está previsto que en los próximos diez años el consumo creciente en
los países en desarrollo reduzca la proporción de la población que sufre
desnutrición en el mundo del 11 % al 18 %, pasando de 788 a 650
millones de personas.
El índice de desnutrición se mantendrá alto en África subsahariana,
que representará más de un tercio de la población mundial afectada por
ese problema (actualmente supone un cuarto).
Por su parte, la malnutrición seguirá afectando tanto a países
desarrollados como en desarrollo, donde en ambos casos la ingesta de
azúcares, aceites y grasas crecerá a un ritmo más rápido que la de
productos básicos y proteínas por el mayor consumo de alimentos
procesados.
Según la FAO y la OCDE, el aumento de la demanda en general se verá satisfecha por el aumento de la productividad.
En ese sentido, la mejora en los rendimientos supondrá el 80 % del
aumento en la producción de cultivos, al tiempo que habrá margen para
aumentar la superficie cultivada en América Latina -que se centrará en
la soja- y en África subsahariana -en los cereales-.
Además, se espera que el comercio agrícola se expanda a un menor ritmo que en la década anterior, de acuerdo al informe.
El hecho de que solo unos pocos países tengan abundantes recursos
naturales hará del comercio un importante componente para la seguridad
alimentaria, según las organizaciones, que señalan algunas limitaciones
por el menor crecimiento de economías emergentes y las medidas
proteccionistas de ciertos países.
Los cinco mayores exportadores de cada producto básico analizado
representarán al menos el 70 % de esas ventas, mientras que del lado de
las importaciones habrá menos concentración, aunque China continuará
siendo un mercado importante para algunos productos como la soja, los
lácteos y determinados granos.
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