Elisa di Francisca, italiana, medalla de plata de esgrima, exhibió la
bandera de la Unión Europea al recoger su trofeo; un gesto que le ha
otorgado foto y crónica larga en varias publicaciones. Sin duda que era
noticia que una bandera que no corresponde a ninguno de los competidores
registrados aparecida en la cajonera de los campeones. Noticia e
irregularidad ya que el reglamento no permite banderas no autorizadas, y
la de la azul estrellada de Europa no lo está. ¿Se imaginan la que se
hubiera armado si la bandera hubiera sido de otra naturaleza más
polémica o escandalosa?
Sin embargo el gesto de la italiana merece alguna reflexión
adicional. Recientemente el general Félix Roldán, jefe de los servicios
de inteligencia españoles, señalaba en público que la integración del
espionaje europeo no creía que fuera posible a corto ni medio plazo. Esa
sería uno de los últimos pasos en el proceso de integración europea.
No
es una buena señal, precisamente cuando la seguridad y el
contraterrorismo es uno de los problemas prioritarios de Europa la
resistencia a una coordinación definitiva, incluida la creación de un
cuerpo de seguridad de la Unión, parece un objetivo necesario, que no
debía tropezar con obstáculos insalvables. Pero ningún país quiere
renunciar a sus servicios secretos, con sus zonas de sombra y
arbitrariedad anejas.
La competición deportiva, ¿es tan crítico como la inteligencia y la
seguridad? Nadie se ha atrevido a plantear la hipótesis de concurrir a
los grandes campeonatos mundiales con la bandera europea, con un equipo
nacional europeo. Parece demasiado indigesto para la emoción nacional,
para los viejos conceptos y principios del sentimiento de soberanía
nacional. En España, por ejemplo, la identidad de la selecciones de
futbol, baloncesto, etc., que merecen calificativos como “la Roja”, “las
guerreras”… es tan potente como la identidad nacional. Competir contra
Francia o Alemania es mucho más motivador que hacerlo con China, india,
Estados Unidos o Brasil.
Un equipo de la Unión Europea, incluso reducida a la zona de la
primera velocidad de integración, la Europa del euro, sería el primero
en el medallero por delante de los gigantes americanos y asiáticos. Los
oros cosechados por la docena de países euro que figuran en el medallero
(excluidos Gran Bretaña, Suecia, Dinamarca….) son más que los de
Estados Unidos; y en el total de medalla los países euro serían líderes
muy destacados.
La bandera que exhibió Elisa di Francisca fue un mensaje anticipado
de algo que podría ocurrir algún día, en unas futuras Olimpíadas de la
próxima década. Europea está envejecida, decadente, afectada de un
crecimiento mediocre y un sentimiento euroescéptico que los líderes
políticos no son capaces de enterrar. No hay proyecto para la seguridad y
la inteligencia europea, tampoco para competir bajo la misma bandera.
(*) Periodista y economista español
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