sábado, 6 de agosto de 2016

Inglaterra baja sus tipos / Primo González *

El Banco de Inglaterra ha optado por bajar los tipos de interés en un cuarto de punto, hasta el0,25%, desde el 0,50%. En la primera disminución del tipo básico en siete años y su nuevo nivel es mínimo histórico. Los ingleses están bastante asustados con la decisión que tomaron ellos mismos democráticamente hace unas semanas, al optar por marcharse de la Unión Europea.

Nunca habían entrado en la Unión Monetaria, por lo que conservan su propia divisa, la libra esterlina, y su banco central independiente de las instituciones comunitarias. En la UE reina el BCE, que es el banco central único de la Eurozona y el que gestiona la política monetaria comunitaria, lo que significa que tiene plenos poderes a la hora de orientar el rumbo de la divisa europea, el euro.

La bajada de tipos oficiales en Gran Bretaña tiene una explicación inmediata, como es de suponer, ya que las consecuencias negativas del Brexit (la salida de la UE) se dejaron notar de forma abrupta en las horas siguientes al anuncio del resultado. La economía británica ha entrado en proceso de caída de la actividad y es preciso tomar medidas para frenar este descenso. El abaratamiento de los intereses es uno de ellos. El BCE ya está en tipos cero, pero los británicos se mantenían por encima. 

Ahora han optado por rebajarlos, aunque habrá previsiblemente más recortes. Lo menos que se puede esperar de la política monetaria británica en las presentes circunstancias es que no suponga un castigo para la actividad económica del país manteniendo unas tasas de interés fuera de toda lógica, es decir, superiores a las de sus competidores.

La dirección del Banco de Inglaterra está encomendada desde mediados del año 2013, hace tres años, a un canadiense, situación insólita en el banco central británico, una venerable institución con varios siglos de historia y que nunca había tenido a un extranjero en la cúspide de su organigrama. 

Mark Carney ha trabajado bastantes años en Goldman Sachs y antes de incorporarse a la entidad británica fue durante bastantes años el número dos y luego el máximo responsable del Banco de Canadá. Su gestión de la crisis financiera le acreditó en el año 2008 como el mejor banquero central del mundo, ya que puso en marcha medidas precursoras de las que más tarde adoptaron otros bancos centrales, aunque con notable retraso. Gracias a ello, Canadá ha sido una de las economías mejor blindadas frente a la crisis financiera y económica de estos últimos años.

Con una batuta tan acreditada, el Banco Central de Gran Bretaña tiene por delante el mayor reto al que posiblemente se habrá enfrentado en su historia, tratar de minimizar las consecuencias negativas de la polémica medida adoptada tras el referéndum, es decir, la salida de la UE, lo que supone situarse en una posición de probable aislamiento económico y financiero respecto al resto de la Europa comunitaria. Quedan dos años para negociar las condiciones de esa salida y posiblemente las consecuencias negativas no serán para la economía británica tan catastróficas como se han vaticinado desde muchos medios. 

Pero salir de la UE no le saldrá gratis a los ingleses, que se juegan muchas cosas en este desafío a la Unión Europea. Hay muchas empresas, sobre todo bancos, que han puesto en Londres el epicentro de sus decisiones europeas, una situación que ya no será posible en el nuevo estado de cosas. Los datos de la economía británica que se han ido conociendo en este primer mes tras la decisión de abandonar la UE no invitan al optimismo. Lo que haga el Banco de Inglaterra para mermar los efectos negativos de esta decisión errónea que es abandonar la UE es mucho y la sabia dirección de Carney lo pondrá de relieve.


(*) Periodista y economista


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