Las diferencias en el crecimiento de la economía europea se agrandan
con el paso de los meses. En el segundo trimestre del año, mientras
algunas economías como la española o la alemana lideraban las subidas
sólidas de su PIB, otras también importantes como Francia e Italia
rozaban el crecimiento nulo. La dispersión de resultados indica que las
políticas comunes no son suficientes o no lo suficientemente
consistentes. El resultado, en todo caso, es un crecimiento económico en
la Eurozona más lento del que sería deseable.
En el caso español, Europa crece apenas la mitad que nuestro país, lo
que significa que hay bastantes países europeos que no están sacando el
adecuado provecho de las políticas europeas. Habría que preguntarse qué
están haciendo Francia y España y que no están haciendo Francia e
Italia, para que existan tantas divergencias en el crecimiento económico
de unas economías que conviven bajo el mismo techo aunque una primera
aproximación la ofrecen las cifras de capacidad competitiva de estas dos
parejas de países, reflejadas en los niveles de exportación.
Cuando se habla de políticas comunes en la zona euro hay que
mencionar no sólo el cumplimiento de las directrices de la Comisión
Europea y del Eurogrupo en cuestiones relacionadas con los ajustes
presupuestarios o las reformas de tipo estructural que con tanta
insistencia suelen pregonar los estamentos directivos de la Eurozona.
Hay que mencionar también, y sobre todo en el corto plazo, el impacto de
las medidas que está adoptando el Banco Central Europeo (BCE), con sus
inyecciones masivas de liquidez mediante la compra de activos cuya
finalidad reside en mantener los tipos de interés lo más bajos posibles.
Incluso en niveles negativos, como está sucediendo en los últimos
meses.
Pues bien, la política de expansión monetaria del BCE, cuyo sentido
último es dotar de instrumentos financieros y monetarios más útiles a
las economías de la zona euro (disponibilidad de crédito, costes más
bajos de la financiación …), no resulta suficiente para impulsar el
dinamismo y la actividad económicos. Sólo con el complemento de
estrategias de mayor alcance es posible sacarle partido a las políticas
monetarias expansivas que vienen desarrollando algunos países como
Estados Unidos y Japón y a las que se ha sumado la Eurozona hace unos
meses. Pero los resultados en nuestro caso, el europeo, ni están siendo
contundentes a escala europea ni, sobre todo, están logrando que afecten
a todos los países de forma igualmente positiva, ya que el resultado de
momento se traduce en discrepancias graves en los ritmos de crecimiento
entre las diferentes economías.
La constatación de esta escasa eficacia de la política de expansión
monetaria que viene desarrollando el BCE tendría que servir de base para
adoptar precauciones de cara a una mayor intensidad en estas
estrategias monetarias, dados los pobres resultados cosechados en el
último año. La Comisión Europea y el Eurogrupo deberían tomar la
iniciativa para impulsar otras políticas, posiblemente más
convencionales, que sean capaces de corregir los problemas de fondo que
presentan algunos países europeos, especialmente Francia e Italia.
(*) Periodista y economista español
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