El consejero
delegado del Santander, José Antonio Álvarez, se mostraba muy escéptico
el pasado miércoles sobre los resultados de los tests de estrés de la
banca que la autoridad bancaria europea presentaría dos días después.
Con ocasión de la presentación de resultados de la entidad, en la que
Álvarez mantuvo el compromiso de la entidad de aumentar el 10 % el
reparto de dividendo este año y otro 5 % el siguiente, pese a la caída
del 32 % de los beneficios, Álvarez ironizaba sobre la hora de
presentación de las pruebas.
Unas
pruebas que la EBA publicaría a las diez de la noche de un viernes 29
de julio, con los mercados de todo el mundo cerrados tampoco
“podrían hacer mucho daño”. El pronóstico no ha podido ser más errado
si nos atenemos a lo sucedido en las últimas 48 horas en los
mercados.
Las dudas sobre la solvencia de la banca europea,
pese a haber superado con creces las pruebas de resistencia de la
autoridad bancaria europea, han vuelto a provocar otra jornada de
fuertes pérdidas en las bolsas.
El Ibex ha caído cerca del 3% y
el índice de la banca española ha perdido más de un 5% de media. En
Italia el Monte dei Paschi, que suspendió los test de estrés pero que
se ha recapitalizado, se ha desplomado este martes otro 15%.
En
Francia, bien es cierto que en un ámbito de muy escaso intercambio
de títulos, los valores de la banca han vuelto a registrar
pérdidas por segundo día consecutivo. BNP Paribas se dejaba más
del 4 % y Société Générale también superaba el 3 % de pérdidas.
Y
en Alemania, uno de los grandes, el segundo del país, el Commerzbank
se veía obligado a anunciar que rebajaba drásticamente sus
previsiones de beneficio para este año y ha contagiado al sector
no solo alemán, sino europeo.
El Commerzbank justifica que no
está en situación de cumplir, ni el compromiso de cerrar este año
por encima del resultado conseguido el pasado ejercicio, ni
siquiera igualarlo debido a los bajos tipos de interés.
Inmediatamente
después de confesar su imposibilidad de superar los magros
resultados del año pasado, 1.900 millones de euros, la
cotización del Commerzbank ha caído a su mínimo histórico, 5,22
euros. La pérdida acumulada en lo que va de año supera el 45 %,
frente al 30 % medio de los bancos europeos incluidos en el Stoxx
Europe 600 Banks.
Ya tenemos justificación para no criticar
el diseño de las pruebas de resistencia europea, los bajos tipos de
interés y la política del Banco Central Europeo. Porque todo esto
sucede sólo cuatro días después de que la autoridad bancaria
europea presumiera de que todos los bancos analizados de la Unión
Europea, salvo el Monte dei Paschi di Siena y el Allied Irish Bank,
superarían las pruebas de resistencia al final del 2018.
Los
dos principales problemas de la banca europea son la morosidad y
la rentabilidad, no el capital, cuestión en la que se han
centrado las pruebas de resistencia.
Los expertos de la EBA,
Comisión Europea, Banco Central Europeo y Mecanismo de Supervisión
harían bien planteándose los criterios de las próximas pruebas de
resistencia. Y para hacerlos más creíbles todavía deberían
aplicárselo al 100 % del sistema. Lo que nos han generado en estos
días son dudas de la necesidad de gastarse ellos más de 75 millones
de euros que han costado las pruebas, y que de acuerdo con los
mercados, no han servido de nada.
Las pruebas que se
practicaron en los años anteriores, las primeras en 2011, no
detectaron la gravedad que sufría el sistema financiero en
Europa. El problema de las actuales también es que también carecen
de credibilidad. ¿Para qué seguir haciéndolas?.
(*) Periodista español
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