lunes, 5 de septiembre de 2016

Se multiplican las presiones al Gobierno británico para que defina el Brexit

HANGZHOU.- Las presiones al Gobierno británico para que precise sus intenciones y su estrategia ante el Brexit se multiplicaban este lunes desde la cumbre del G20 y Bruselas, ante la falta de concreción sobre el proceso a seguir para abandonar la Unión Europea (UE), más de dos meses después del referéndum.

En Hangzhou, en China, el optimismo que trataba de transmitir la primera ministra británica, la conservadora Theresa May, sobre las grandes posibilidades abiertas por el Brexit chocó con una acogida tibia por parte de sus socios; mientras que en Londres, su ministro encargado de materializar la salida de Reino Unido de la UE fue abucheado por la oposición en el Parlamento.
May había reconocido el domingo en la BBC que a la economía británica le esperaban "momentos difíciles": en la cumbre del G20 recibió un anticipo de los obstáculos a los que se enfrentará.
El presidente estadounidense Barack Obama ha pospuesto la firma de un acuerdo con Reino Unido en materia económica hasta el fin de las discusiones sobre el tratado transatlántico de libre comercio con la UE (TTIP) y Japón advirtió de que sus empresas podrían abandonar el territorio británico en caso de cambios drásticos, urgiendo a Londres a presentar cuanto antes "un cuadro completo del proceso del Brexit".
Aunque la jefa de gobierno británica, que quiere hacer de su país un "líder mundial del libre comercio", anticipó el lunes una serie de posibles acuerdos comerciales, el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, ya había advertido la víspera que, mientras su país forme parte de la UE, no tiene derecho a negociar ese tipo de acuerdos.
El gobierno británico quiere orientarse hacia un acuerdo "específico", diferente de los modelos existentes entre la UE y países como Noruega, Suiza o Canadá, afirmó May ante sus ministros la semana pasada.
Pero por ese motivo, los futuros socios de Londres se moverán en terreno desconocido durante un periodo que fácilmente durará dos años, el tiempo máximo acordado en caso de las negociaciones de salida de la UE.
Esta incertidumbre pesará sobre la economía británica incluso si, en un primer momento, el golpe del referéndum ha sido encajado mejor de lo previsto.
La fecha misma del inicio de las conversaciones sigue siendo desconocida: "No antes de finales de año", es lo único que garantiza May cada vez que es interrogada al respecto.
La única certidumbre se refiere a la inmigración: se acabó la libre circulación de ciudadanos europeos. Los electores británicos "quieren que seamos capaces de controlar la circulación de personas provenientes de la UE", afirmó la que fuera ministra de Interior.
Pero en lo relativo a las modalidades, el suspense sigue siendo absoluto. La primera ministra ha rechazado un sistema de puntos comparable al empleado en Australia preconizado por su ministro de Relaciones Exteriores, Boris Johnson, uno de los abanderados del Brexit, al considerar que no es lo suficientemente eficaz, debido a su carácter automático.
La UE ha hecho de la libre circulación de personas una condición sine qua non para dar acceso a su mercado único, por lo que, lógicamente, Reino Unido se verá excluido y deberá negociar un nuevo tipo de acuerdo comercial con el bloque.
Interrogada al respecto, May no suelta prenda, al igual que su ministro del Brexit, David Davis, ante el Parlamento británico.
Davis se conformó con pintar de rosa el futuro posBrexit, afirmando que la UE tenía el mayor interés en mantener "una relación comercial lo más libre posible" con el Reino Unido.
"¡Chorradas!", le gritaron diputados de la oposición mientras otros lo abucheaban, criticando de forma unánime la incapacidad del gobierno para definir una estrategia de negociación.
Decenas de partidarios del Brexit se manifestaron ante Westminster para urgir al gobierno a actuar.
El Parlamento debía debatir asimismo una petición en línea firmada por cuatro millones de partidarios de la permanencia en la UE pidiendo un segundo referéndum, pese a que el debate no podrá revertir en ningún caso el proceso de Brexit.

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