martes, 25 de octubre de 2016

El acuerdo comercial con Canadá, un nuevo foco de tensión para la unidad de Bélgica

BRUSELAS.- El acuerdo comercial entre la UE y Canadá podría tensar aún más en Bélgica las relaciones entre la región flamenca de Flandes, partidaria del CETA, y sus vecinos francófonos de Valonia, cuyo rechazo a este acuerdo impide a este Estado federal dar su necesaria aprobación para la firma.

"Desde un punto de vista de política interior, esto tendrá consecuencias enormes. Los valones rompieron el principio de la 'lealtad federal'", confesó este martes una fuente próxima del gobierno federal, dirigido por el liberal francófono Charles Michel.
Para el diario francófono Le Soir, "la crisis del CETA es también una crisis belgo-belga".
En virtud del muy complejo sistema político belga, el gobierno federal no puede imponer su punto de vista a las regiones que cuentan con amplias competencias en campos como la economía o la agricultura, entre otros.
Para poder fijar una posición común a nivel internacional, como en el caso del acuerdo comercial con Canadá, Bélgica necesita una importante dosis de colaboración de sus diferentes entidades y el visto bueno de todas ellas: cámara baja, senado, las regiones de Flandes, Valonia y Bruselas Capital, así como de las comunidades de habla francesa y alemana.
Esta colaboración parece no haber funcionado en el caso del CETA, cuya firma prevista el jueves en Bruselas en presencia del primer ministro canadiense Justin Trudeau está ahora en el aire.
El gobierno federal, conformado por una coalición de centro-derecha, y los flamencos apoyan fervientemente el acuerdo UE-Canadá. La región neerlandófona de Flandes, de 6,5 millones de habitantes, monopoliza actualmente además el 90% de los intercambios comerciales entre Bélgica y Canadá.
Por su parte, Valonia, un territorio de 3,6 millones de habitantes cuya industria se ha visto duramente castigada por los efectos de la globalización, mantiene su veto al CETA, pese a las intensas presiones europeas.
Los valones, dirigidos por el socialista Paul Magnette, llevaron asimismo a su terreno a la región de Bruselas Capital y a la comunidad francófona, ampliando la brecha existente con los neerladófonos de Flandes.
Aunque por el momento el jefe del gobierno de Flandes, el nacionalista flamenco Geert Bourgeois, se ha contentado con lamentar el fracaso de las negociaciones con Valonia, hablando de "vergüenza para todo el mundo", sin adoptar por el momento la agresiva retórica que ha caracterizado las relaciones entre ambas comunidades.
No obstante, su formación de la Nueva Alianza Flamenca (N-VA), primer partido de Flandes y por tanto de Bélgica, calificó recientemente a Valonia como la "última república soviética de Europa". La N-VA "recogerá" los frutos de estas diferencias, estima la fuerte próxima al gobierno federal.
Según un sondeo difundido por el grupo RTL el martes, un 72,6% de los francófonos belgas apoyarían la posición de Magnette en las negociaciones, contra menos del 30% de los neerlandófonos.
"El Partido Socialista [francófono] ha perdido totalmente el Norte", tuiteó la N-VA amenazando de forma velada la unidad de Bélgica y criticando, a su vez, la posición de los socialistas valones, sus vecinos del sur.
Para el politólogo flamenco Dave Sinardet, "no hay que dramatizar, no es el final de Bélgica, ni de Europa", aunque la situación actual reforzará la tesis de la N-VA de que no es posible trabajar con los socialistas valones quienes "viven en un planeta diferente al de Flandes", precisó.
Algunos analistas consideran que esto podría reforzar aún más las tendencias separatistas de Flandes, aunque los más fervientes partidarios de la independencia flamenca son quienes no han cesado de reclamar, y de obtener, una mayor autonomía para las regiones.
"El caso del CETA muestra también los límites del modelo belga. ¿Era realmente una buena idea dar tanto poder a las regiones?", se pregunta Sinardet, para quien una de las lecciones de esta situación es que "sería quizás mejor 'refederalizar' algunas competencias", es decir reforzar el Estado central.

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