BRUSELAS.- El gobierno belga y las entidades
federadas, regiones y comunidades belgas opuestas a la firma del acuerdo
comercial entre la UE y Canadá (CETA) suspendieron las negociaciones
este miércoles, aunque retomarán el diálogo el jueves por la mañana,
dando un último aliento a la esperanza de un acuerdo.
El canciller
belga, Didier Reynders, acudió a las negociaciones con la expectativa
de lograr una posición conjunta de su país para presentar a los otros 27
países del bloque.
"Esperamos una respuesta definitiva de las
entidades federadas", regiones y comunidades belgas opuestas a la firma
del CETA, declaró Reynders tras concluir la nueva reunión de
concertación.
Aunque el anuncio parecía evaporar las esperanzas de
que se llegue a un acuerdo, Reynders indicó que hay una nueva reunión
prevista para el jueves a las 10:00 (08:00 GMT), según la agencia de
prensa belga.
Una hora después está revista la reunión con los otros 27 países del bloque europeo.
El
gobierno federal belga liderado por el liberal Charles Michel intenta
convencer a los gobiernos de la región belga de Valonia, de Bruselas
Capital y de la comunidad francófona para que digan 'Sí' al CETA y
Bélgica pueda así dar su indispensable visto bueno a la UE para la firma
del tratado con Canadá.
El jefe del gobierno regional valón, el
socialista Paul Magnette, la cara visible de este rechazo, se mostraba a
mediodía escéptico sobre el resultado de las negociaciones, ya que
todavía quedaban "asuntos importantes" pendientes.
Tras la reunión
Magnette indicó que probablemente no será posible firmar el acuerdo
entre la UE y Canadá el jueves, en presencia del primer ministro
canadiense, Justin Trudeau.
"Estoy seguro de que no va a ser
posible firmar el tratado mañana. Aunque yo mantengo la esperanza de que
sea posible lograr un acuerdo en Bélgica y con la Comisión Europea para
poder llevar la posición de Bélgica a los otros países de la UE", dijo
por su parte Oliver Paasch, representante de la comunidad germana.
Durante
la jornada Magnette reiteró de nuevo sus críticas a un mecanismo de
arbitraje previsto en el acuerdo para solucionar los conflictos entre
los Estados y las multinacionales, que podrían demandarlos si adoptan
una política estimada como contraria a sus intereses.
Estas largas
negociaciones, a las que están acostumbrados los responsables políticos
belgas, se desarrollan en presencia de un representante del ejecutivo
europeo, así como de juristas de los diferentes gobiernos del reino.
Tras
siete años de negociaciones, la Unión Europea y Canadá tenían previsto
firmar el jueves en la capital belga este tratado comercial que crearía
una zona de libre comercio de unos 550 millones de personas, un acto
oficial en presencia del primer ministro canadiense, Justin Trudeau, que
Bruselas todavía no canceló.
Tras
anunciar el viernes el fracaso de las negociaciones directas con los
valones, Canadá dejó claro que "la pelota está en el tejado de los
europeos".
En un discurso ante los eurodiputados reunidos en
Estrasburgo, en el noreste de Francia, el presidente del Consejo
Europeo, Donald Tusk, estimó por la mañana que "la cumbre de mañana es
todavía posible".
"¿Podremos firmar el acuerdo con Canadá mañana?
Todavía no lo podemos decir", aseguró por su parte el presidente del
ejecutivo europeo, Jean-Claude Juncker, en la Eurocámara.
Pero
durante el día un portavoz de Trudeau dijo que el miércoles era la
última jornada "logísticamente hablando" para poder viajar a firmar el
acuerdo.
Los
europeos temen que si no llegan a firmar el acuerdo con Canadá, esto
tenga consecuencia para "la posición internacional de Europa", en
palabras de Tusk.
La imposibilidad para la UE de firmar el acuerdo
comercial con Canadá, que prevé la supresión de derechos de aduanas
para casi todos los productos, abriría también una nueva crisis en un
bloque europeo debilitado desde el crash financiero de 2008.
Además,
sembraría dudas sobre el futuro de otros acuerdos comerciales
negociados con Estados Unidos (TTIP), Japón o con los países del
Mercosur, así como sobre la capacidad de los europeos de negociar con
Reino Unido su salida del bloque.
En Bélgica, el rechazo de
Valonia, una región de 3,6 millones de habitantes con una industria
perjudicada por los efectos de la globalización, tensa aún más sus
relaciones con sus vecinos de la región flamenca de Flandes, más rica y
partidaria del CETA.
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