miércoles, 26 de octubre de 2016

Suspenden sin acuerdo las negociaciones en Bélgica para desbloquear el acuerdo UE-Canadá

BRUSELAS.- El gobierno belga y las entidades federadas, regiones y comunidades belgas opuestas a la firma del acuerdo comercial entre la UE y Canadá (CETA) suspendieron las negociaciones este miércoles, aunque retomarán el diálogo el jueves por la mañana, dando un último aliento a la esperanza de un acuerdo.

El canciller belga, Didier Reynders, acudió a las negociaciones con la expectativa de lograr una posición conjunta de su país para presentar a los otros 27 países del bloque.
"Esperamos una respuesta definitiva de las entidades federadas", regiones y comunidades belgas opuestas a la firma del CETA, declaró Reynders tras concluir la nueva reunión de concertación.
Aunque el anuncio parecía evaporar las esperanzas de que se llegue a un acuerdo, Reynders indicó que hay una nueva reunión prevista para el jueves a las 10:00 (08:00 GMT), según la agencia de prensa belga.
Una hora después está revista la reunión con los otros 27 países del bloque europeo.
El gobierno federal belga liderado por el liberal Charles Michel intenta convencer a los gobiernos de la región belga de Valonia, de Bruselas Capital y de la comunidad francófona para que digan 'Sí' al CETA y Bélgica pueda así dar su indispensable visto bueno a la UE para la firma del tratado con Canadá.
El jefe del gobierno regional valón, el socialista Paul Magnette, la cara visible de este rechazo, se mostraba a mediodía escéptico sobre el resultado de las negociaciones, ya que todavía quedaban "asuntos importantes" pendientes.
Tras la reunión Magnette indicó que probablemente no será posible firmar el acuerdo entre la UE y Canadá el jueves, en presencia del primer ministro canadiense, Justin Trudeau.
"Estoy seguro de que no va a ser posible firmar el tratado mañana. Aunque yo mantengo la esperanza de que sea posible lograr un acuerdo en Bélgica y con la Comisión Europea para poder llevar la posición de Bélgica a los otros países de la UE", dijo por su parte Oliver Paasch, representante de la comunidad germana.
Durante la jornada Magnette reiteró de nuevo sus críticas a un mecanismo de arbitraje previsto en el acuerdo para solucionar los conflictos entre los Estados y las multinacionales, que podrían demandarlos si adoptan una política estimada como contraria a sus intereses.
Estas largas negociaciones, a las que están acostumbrados los responsables políticos belgas, se desarrollan en presencia de un representante del ejecutivo europeo, así como de juristas de los diferentes gobiernos del reino.
Tras siete años de negociaciones, la Unión Europea y Canadá tenían previsto firmar el jueves en la capital belga este tratado comercial que crearía una zona de libre comercio de unos 550 millones de personas, un acto oficial en presencia del primer ministro canadiense, Justin Trudeau, que Bruselas todavía no canceló.
Tras anunciar el viernes el fracaso de las negociaciones directas con los valones, Canadá dejó claro que "la pelota está en el tejado de los europeos".
En un discurso ante los eurodiputados reunidos en Estrasburgo, en el noreste de Francia, el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, estimó por la mañana que "la cumbre de mañana es todavía posible".
"¿Podremos firmar el acuerdo con Canadá mañana? Todavía no lo podemos decir", aseguró por su parte el presidente del ejecutivo europeo, Jean-Claude Juncker, en la Eurocámara.
Pero durante el día un portavoz de Trudeau dijo que el miércoles era la última jornada "logísticamente hablando" para poder viajar a firmar el acuerdo.
Los europeos temen que si no llegan a firmar el acuerdo con Canadá, esto tenga consecuencia para "la posición internacional de Europa", en palabras de Tusk.
La imposibilidad para la UE de firmar el acuerdo comercial con Canadá, que prevé la supresión de derechos de aduanas para casi todos los productos, abriría también una nueva crisis en un bloque europeo debilitado desde el crash financiero de 2008.
Además, sembraría dudas sobre el futuro de otros acuerdos comerciales negociados con Estados Unidos (TTIP), Japón o con los países del Mercosur, así como sobre la capacidad de los europeos de negociar con Reino Unido su salida del bloque.
En Bélgica, el rechazo de Valonia, una región de 3,6 millones de habitantes con una industria perjudicada por los efectos de la globalización, tensa aún más sus relaciones con sus vecinos de la región flamenca de Flandes, más rica y partidaria del CETA.

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