WASHINGTON.- Las idas y vueltas de la demócrata Hillary Clinton sobre el libre
comercio alimentan dudas sobre sus convicciones profundas y también los
continuos ataques de su rival a la presidencia de Estados Unidos, el
republicano Donald Trump.
A tres semanas de la elección, la exsecretaria de Estado no ha
aclarado aún su postura sobre el controvertido Tratado Transpacífico
(TPP), un tema que debería resurgir durante el tercer debate
presidencial con Trump, el miércoles.
En octubre de 2012, cuando estaba al frente de la cancillería de su
país, Clinton había afirmado que ese acuerdo, que involucra a Estados
Unidos y a 11 países de la región Asia-Pacífico, pero no a China, era
"un modelo de excelencia para un comercio libre, transparente y justo".
Tres años más tarde, este pacto que apunta a abolir las barreras
comerciales entre los países signatarios fue acusado de todos los males
por la sociedad civil estadounidense, el ala izquierda del partido
Demócrata y Donald Trump. Clinton operó entonces un giro de 180 grados.
"Si me baso en lo que sé al respecto al día de hoy no puedo respaldar"
este tratado, escribió en octubre de 2015.
"El riesgo es demasiado grande de que, a pesar de nuestros esfuerzos,
(estos tratados) sean más malos que buenos para las familias
estadounidenses que trabajan duro", agregó Clinton, que por la época
libraba una áspera batalla contra Bernie Sanders, decidido opositor al
TPP, en pos de la investidura demócrata.
Su equipo de campaña era consciente de la voltereta de la candidata y
de las dificultades que el giro planteaba, según correos electrónicos
privados filtrados por Wikileaks.
"Se trata efectivamente de un difícil equilibrio, ya que no queremos
provocar burlas al oponernos de manera demasiado radical a un acuerdo
que ella antes había defendido, o al cargar demasiado sobre sus aspectos
negativos cuando la decisión (de oponernos) no ha sido evidente",
escribió en uno de esos correos Dan Schwerin, la pluma de Hillary
Clinton.
Tras las revelaciones de Wikileaks, el equipo de Trump atacó sin
medias tintas a su adversaria. "Ahora sabemos que el cambio radical de
postura de Clinton sobre el TPP era sólo un estratagema político cínico
desplegado por la política más cínica de la historia estadounidense",
señala un comunicado publicado el domingo.
El campo republicano no fue el único en dudar de la sinceridad de la
exprimera dama. En 2008, Barack Obama le había reprochado su
inconstancia respecto al Nafta, el tratado de libre comercio firmado por
Estados Unidos, México y Canadá en 1994, cuando Bill Clinton ocupaba la
Casa Blanca. En aquel año, el actual presidente y su futura secretaria
de Estado disputaban la investidura demócrata.
"Dijo grandes cosas sobre el Nafta, pero cambiará cuando comience a
disputar la presidencia", denunció en aquel momento Obama, que se
comprometió a renegociar el acuerdo si ganaba la elección, cosa que
luego no haría.
Clinton lo niega, pero es cierto que cambió de posición también sobre
este tratado, acusado de haber acelerado el proceso de
desindustrialización y de deslocalización de empleos en Estados Unidos.
Tras haber estimado que el Nafta permitiría "recoger los frutos, y no
el fardo, de la mundialización", la actual candidata demócrata modificó
su punto de vista. "El Nafta ha sido un error, en la medida en que sus
resultados no han estado acordes a lo esperado", aseguró en noviembre de
2007.
Estas variaciones no son necesariamente una debilidad o una prueba de
duplicidad, dijo John Hudak, experto político de la Brookings
Institution de Washington.
"Sin duda alguna (Clinton) evolucionó en lo que tiene que ver con el
comercio cuando se puso a pensar sobre los impactos (de los TLC) sobre
los asalariados estadounidenses", señaló. "Hay en ello, por supuesto,
algo de cálculo, pero creer que para un político toda evolución debería
ser por esencia problemática es un error".
De todas maneras, la pregunta sigue planteándose: ¿Cuál es la postura real de la candidata demócrata sobre el libre comercio?
En tanto senadora por Nueva York (2001-2006), Clinton votó en favor
de todos los tratados comerciales, salvo el del Cafta, firmado con cinco
estados de América Central y República Dominicana.
Hoy, asegura públicamente que aspira a acuerdos "bien pensados y
equitativos", aunque en recientes discursos privados se ha mostrado
menos dubitativa, según declaraciones reveladas por Wikileaks en las que
afirma "soñar con un mercado común que abarque al conjunto del
hemisferio americano".
En política, "hay que tener a la vez una misma posición pública y privada", decía en 2013 en uno de esos discursos.
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