PARÍS.- Tras el Brexit, la victoria del republicano Donald Trump en Estados
Unidos, la mayor economía mundial, es un nuevo mensaje de "los
olvidados de la globalización" a sus élites contra los controvertidos
acuerdos de libre comercio.
"La economía mundial
atraviesa dificultades y quienes sufren por ello tienen la impresión de
que la globalización es la responsable", reaccionó el economista japonés
Seiji Katsurahata, tras la victoria de Trump, que sedujo a los
electores estadounidenses con un discurso virulento contra el libre
comercio.
"Los ideales de la globalización se han
borrado con el debilitamiento de la economía mundial", tras la crisis
de 2008, añadió este experto del Dai-ichi Life Research Institute.
"El
sentimiento general, sobre todo el de las clases populares, es que les
hacen pagar los platos rotos de la globalización", explicó hace poco el
economista francés Thomas Piketty.
Una opinión
pública que se ha sentido cada vez más vulnerable frente a unos acuerdos
negociados en la sombra. "Hay una percepción muy clara, y pienso que es
exacta, de que esos acuerdos comerciales son concebidos para los
intereses de los grandes grupos", explicó el premio Nobel de Economía
Joseph Stiglitz, durante su reciente visita a París.
Y
esa gente, cansada de los cierres de fábricas, de sus problemas
financieros, y exasperada por los discursos de los dirigentes políticos y
económicos sobre la necesidad de liberalizar cada vez más los
intercambios, quiere hacer cambiar las cosas.
Para sorpresa de las élites, el Brexit ganó en junio, y en noviembre, Donald Trump es elegido presidente.
El
Fondo Monetario Internacional (FMI) alertó en su reunión de octubre
sobre la necesidad de integrar "a todo el mundo y no sólo a unos
cuantos" en la globalización.
Durante la última
cumbre del G-20, en septiembre, la directora general del FMI, Christine
Lagarde, aseguró que los jefes de Estado de los países más poderosos del
mundo estaban determinados a "responder a las críticas populistas y
fáciles contra la globalización".
Pero su mensaje
no surtió efecto. La rival de Trump, la demócrata Hillary Clinton,
también intentó aprovechar la ola de descontento durante su campaña,
dando un giro de 180 grados, tras haber apoyado en 2012 la controvertida
Asociación Transpacífica (TPP).
La
victoria de Trump se produce en un momento en que los acuerdos
comerciales están tocados. Francia pidió suspender las negociaciones
sobre el Tratado Transatlántico de Libre Comercio (TTIP o Tafta) entre
la Unión Europea y Estados Unidos.
Y el acuerdo
firmado entre Canadá y la UE (CETA) tuvo que ser validado tras una
fuerte presión de los dirigentes europeos para que Valonia, la región
francófona de Bélgica, firmara el texto al que se oponía.
A
unos meses de elecciones cruciales en Francia y Alemania, París mandó
el martes una serie de propuestas a Bruselas para que las negociaciones
de esos acuerdos sean más democráticas y transparentes.
"No
habrá futuro europeo si no hay una democracia extremadamente fuerte",
avisó el secretario de Estado francés Matthias Fekl, que recordó que
"Europa está amenazada por tentaciones y tendencias muy peligrosas en su
seno", en referencia al avance de los partidos populistas.
Tras
la victoria de Trump, los mercados aguardan sus primeras medidas.
"Prevemos que Trump empezará a designar a China como una manipuladora de
divisas y que presentara numerosas denuncias ante la OMC", dijo Paul
Ashworth, el jefe economista del instituto Capital Economics.
"También
insistirá para renegociar el Nafta (acuerdo de libre comercio de
América del Norte)", que entró en vigor hace más de 20 años bajo la
presidencia de Bill Clinton y concierne a México, Canadá y Estados
Unidos.
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