viernes, 18 de noviembre de 2016

Europa se mira en el espejo de Trump / Primo González *

La demonización de Donald Trump, el nuevo presidente estadounidense, empieza a acumular matices. Mario Draghi ha lanzado a su segundo de abordo, el portugués Constancio, a una batalla dialéctica contra algunas de las políticas que Alemania había consagrado durante su largo y prolongado mandato -que todavía dura- al frente de la Eurozona. La zona euro necesita un cambio de rumbo en el manejo de la economía, incluso antes de que las políticas de ajuste lleguen a la victoria final. Ahora se empieza a ver la necesidad de estimular el gasto, de lanzar una ofensiva de política fiscal expansiva en sustitución de una política monetaria expansiva, que no ha sido capaz de resolver el problema del débil crecimiento.

La proclama en favor del cambio se produce justamente cuando el nuevo presidente estadounidense ha proclamado la necesidad de apostar por las infraestructuras como balón de oxígeno, o si se quiere como punta de lanza, para una etapa de brillante crecimiento en Estados Unidos. No han dicho los nuevos mandatarios estadounidenses cómo se puede conjugar esa política expansiva en materia de infraestructuras con un posicionamiento severo en cuestión de mano de obra inmigrante, ya que la expansión del asfalto requiere sus esfuerzos en mano de obra, que no siempre está disponible en una sociedad confortable y acomodada como es la americana. Nadie dirá que las políticas económicas no son presas de contradicciones y este es un caso más que confirma la regla.

Pero admitido el borrón, la predisposición del equipo republicano que gobernará desde la Casa Blanca durante los cuatro años venideros a multiplicar las obras públicas y el gasto constituye una prometedora aventura que permitirá impulsar el crecimiento económico del país a condición de que la vanguardia tecnológica que sigue dominando la economía mundial desde su sede en California y en algunos otros centros de innovación de Estados Unidos se mantenga en plena actividad. Porque otra de las aparentes contradicciones del momento que viven la economía y la política de Estados Unidos es la escasa conexión entre el nuevo poder político y los grupos del poder tecnológico.

En todo caso, a Europa se le han encendido las alarmas. Y eso a pesar de que el famoso Plan Juncker es un precedente de la ofensiva en inversiones públicas que parece preparar el nuevo presidente estadounidense. Pero el famoso plan de inversiones intracomunitarias del presidente de la Comisión Europea languidece mientras los titulares de Economía de los países de la zona euro siguen dándole vueltas al interminable debate sobre los límites del gasto, del déficit público y de la austeridad.

En vez de mirar a Trump como un reaccionario que llega para encabezar una nueva revolución conservadora y proteccionista quizás deberíamos analizar con algún detalle los planteamientos que parece dispuesto a poner en marcha para dinamizar, en otra dirección novedosa, la economía de su país, lo que tendrá indudables consecuencias sobre la economía global, quizás algunas menos perjudiciales de lo que se está señalando.


(*) Periodista y economista español


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