ESTRASBURGO.- En un contexto en el que los riesgos están al alza, el
presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, ha recetado
hoy a la eurozona una combinación de reformas y políticas fiscales que
acompañen a unos estímulos monetarios que Fráncfort se apresta a
mantener.
Tras la victoria del 'Brexit' en el Reino Unido, la elección
de Donald Trump como próximo ocupante de la Casa Blanca, las amenazas
terroristas y el aumento de otras tensiones externas, Draghi ha avisado
de que Europa ha visto en unos meses multiplicarse los "retos" que
amenazan su "moderada, pero constante" recuperación económica.
Ante este panorama, el banquero italiano ha aprovechado su
intervención ante el pleno de la Eurocámara para instar una vez más a
los países a actuar, acelerando la puesta en marcha de reformas
estructurales, pero también asumiendo políticas fiscales expansivas que
apuntalen el crecimiento.
Una expansión fiscal que, eso sí, debe cumplir con las
reglas de disciplina fiscal europeas, en palabras de Draghi, lo que pone
el foco sobre aquellos países que poseen más margen fiscal, como
Alemania.
Así, Draghi se ha unido al toque de atención que la Comisión
Europea dio la semana pasada a los socios del euro, al pedir que
emprendan un estímulo fiscal adicional de unos 50.000 millones de euros,
un 0,5 % de su PIB, para impulsar el crecimiento y apoyar la política
monetaria expansiva del Banco Central Europeo.
"Una composición de las políticas fiscales más favorable al crecimiento podría impulsarlo", ha asegurado Draghi.
"Crecimiento" es la palabra clave para el presidente del
BCE, quien también recordó que aquél se alimenta, entre otras
cuestiones, del flujo de crédito que un sector bancario saneado y
estable provee a las empresas, de menor y mayor tamaño.
Por ello ha considerado imprescindible que la banca tome
medidas para solucionar su baja rentabilidad, aún lastrada por los
créditos morosos que acumula en sus balances y por problemas
estructurales como la ineficiencia de sus costes o su exceso de
capacidad.
"Allá donde la rentabilidad está viéndose afectada por
cuestiones estructurales, la racionalización y la consolidación deben
formar parte de la respuesta", ha avisado.
No obstante, se ha mostrado también consciente de las
dificultades que crean a la banca los bajos intereses -que ha recordado a
sus críticos que "no son una creación del BCE", sino que vienen
causados por el escaso crecimiento mundial y la baja inflación-, lo que
ha considerado otro argumento más a favor de estimular el crecimiento.
"Es por esto que necesitamos una acción más decisiva para
aumentar la tasa de crecimiento potencial de la economía", ha aseverado.
Draghi ha defendido el papel que juega la política monetaria
expansiva emprendida por Fráncfort, que ha considerado necesaria aún
para devolver el pulso a la inflación a término medio, a la vez que ha
avisado de que el repunte previsto en los precios en los próximos meses
se deberá a "factores estadísticos relacionados con la estabilización de
los precios del petróleo".
Por ello, ha asegurado que el BCE "sigue comprometido en
preservar un nivel muy sustancial de política monetaria acomodaticia
necesaria para asegurar una convergencia sostenible de la inflación
hacia un nivel cercano, pero menor, al 2% a medio plazo".
Draghi no se ha privado tampoco de dar su habitual tirón de
orejas a los líderes comunitarios, a los que una vez más pidió que
"respondan de manera cohesionada y decisiva a los retos a los que están
haciendo frente".
No es para menos, dado que ha considerado que aún es "muy
difícil" prever el efecto que tendrán eventos como la decisión de Reino
Unido de salir de la Unión Europea o la victoria de Trump, sobre los que
no ha dudado que causarán un "impacto a largo plazo" aún por definir.
"Si actuamos solos, actuaremos a merced de eventos mayores
que nosotros, eventos que amenazan la paz y la seguridad en Europa", ha
alertado Draghi, parafraseando al expresidente de la República de Italia
Carlo Azeglio Ciampi.
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