miércoles, 30 de noviembre de 2016

Cuando los británicos decidieron que no querían ser europeos


BRUSELAS.- Ha sido el mayor tsunami político y financiero de las últimas décadas en Europa. Algunos lo han llegado a calificar como un golpe mortal para el proyecto de construcción de la Unión Europea. El voto a favor de los británicos para salir de la Unión Europea, conocido como Brexit, no sólo ha sido inesperado si no moralmente impactante. 

Sin duda, el 2016 será recordado por los libros de historia y por todos los europeos como el año en el que Reino Unido dio un portazo en la narices a sus vecinos.
Pasado el susto inicial, y con el 2017 a la vuelta de la esquina, toca mirar al futuro. El problema es que el futuro se muestra desdibujado, como una gran masa de niebla, tan espesa como la que recorre las calles de Londres los fríos días de invierno. Las secuelas de lo que para muchos no ha sido más que una irracional y orgullosa pataleta son temidas, especialmente desde un punto de vista económico. Cuantificar las probables pérdidas es casi un ejercicio de ciencia ficción económica.
Sólo para España, el Ministerio de Economía ha estimado que el impacto directo e indirecto -vía el resto de la Unión-, en el crecimiento del PIB español de 2017, será de dos o tres décimas menos; es decir, entre 2.000 y 3.000 millones de euros menos de riqueza que se creará el año próximo. Otros analistas llegan a conclusiones muy parecidas.
Y es que el Reino Unido es el cuarto comprador de productos españoles, el primer emisor de turistas a España y el tercer inversor extranjero en España, de igual manera que el Reino Unido es el segundo destino de las inversiones españolas en el exterior.
También se espera un impacto relevante en la UE. La Comisión Europea ha reducido sus previsiones de crecimiento para 2017, a causa del impacto de la decisión de los británicos, que implicaría una caída a casi la mitad de la expansión de Reino Unido. En 2016, el crecimiento en la zona euro será de 1,7%; de 1,5% en 2017; y de 1,7% en 2018, en un entorno con “elevado nivel de incertidumbres en Europa y más allá.
Pero el principal pagano sin duda será el propio Reino Unido. La Comisión Europea (CE) ha rebajado en concreto casi el 50% de sus perspectivas de crecimiento para el país por el impacto de su salida de la Unión Europa, ya que espera que en 2017 la economía solo avance un 1%, frente al aumento del 1,9% que preveía en mayo pasado.
“Estas cifras reflejan que las empresas reaccionan a la incertidumbre actual retrasando o cancelando sus inversiones”, según el comisario europeo de Asuntos Económicos, Pierre Moscovici. Moscovici destaca que si bien en 2016 el crecimiento del país ha resistido, lo que la CE atribuye al auge continuado del sector servicios, de cara a 2017 prevé que las inversiones empresariales caigan “de forma importante” (un 2,2%), así como que se ralentice el consumo privado por el menor poder adquisitivo de los hogares, consecuencia de la inflación de los precios.
La CE señala que en 2018 “la incertidumbre seguirá siendo alta debido a las negociaciones sobre la futura relación entre Reino Unido y la UE, limitando el alcance del crecimiento en 2018”. Bruselas cree que esta incertidumbre no se reflejará a nivel del desempleo, si bien espera que la tasa de paro suba del 4.9% en 2016 al 5.2% en 2017 y al 5.6% en 2018.
Pero de las derrotas y errores siempre sale un ganador. Y todo apunta a que, en el capítulo financiero, éste va a ser la ciudad de Nueva York y por tanto los Estados Unidos, que, con el permiso de Donald Trump, el último tsunami que ha sacudido el mundo de la política y los negocios, se puede llevar el negocio millonario de la City londinense.
El CEO de Morgan Stanley, James Morgan, por ejemplo, lo ha dicho literalmente. De hecho, ya ha empezado el movimiento de personal no clave de algunos bancos de Wall Street desde Londres a los EEUU o a Asia. A Madrid, parece que no, así que eso que nos venden de la capital de España como City financiera alternativa a Londres parece más un deseo que una posibilidad real.
Hoy día cualquier pronóstico sobre cualquier suceso es efímero y lo mismo ocurre con el Brexit. Pocos días después de esa afirmación del primer ejecutivo de uno de los grandes bancos de Wall Street, llegaba el segundo cataclismo: la victoria de Trump. El servicio de estudios de Coface había pronosticado que esta posibilidad tendría un mayor impacto que el Brexit, ya que Europa podría perder alrededor de 2 puntos de crecimiento en un año, mientras que Estados Unidos perdería 1,5 puntos. “La intensidad de esta onda expansiva refleja el rol sistémico de la economía norteamericana”, dice el informe. ¿Quién se atreve a afirmar con rotundidad lo que va a pasar con esta coctelera de sorpresas en el norizonte?

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