La
administración española quiere hacer de la necesidad virtud. Aunque
esperaban que ganara Hillary Clinton y mantener con ella las buenas
relaciones anteriores, ha reaccionado con rapidez ofreciendo su mano
tendida al presidente electo, Donald Trump. Se concibe como una
oportunidad para las empresas españolas el plan de infraestructuras
previsto por el nuevo presidente que podría llegar a sumar inversiones
de hasta un billón de dólares.
Algunas
de las compañías que podrían beneficiarse de esta situación,
como es el caso de ACS, lograban una importante revalorización
del 5,22 % en la sesión de bolsa de este miércoles día en el que se
celebraba la Virgen de la Almudena como patrona de Madrid y que el
mercado no ha celebrado como festivo por no serlo en el resto de
España. Bien es verdad que no todas las empresas del sector han
reaccionado de la misma forma, pero las caídas de OHL se atribuyen,
según los expertos, a las dificultades de todo proceso de
reordenación que está experimentando la empresa de Villar Mir.
Analistas
de Seeking Alpha estiman que los grandes bancos también podrían
sufrir inicialmente las consecuencias de la derivada
proteccionista de la política de Trump con México y Brasil.
Pero
de forma inusual la administración española ha dado muestras de
rápidos reflejos. En menos de 24 horas, tanto el presidente del
Gobierno, como el Ministro de Exteriores, han mostrado su mejor
disposición a empezar a colaborar con la nueva administración
Trump.
Ello pese a las reticencias mostradas por algunos
socios comunitarios, como la responsable de Política Exterior y
Defensa de la Unión Europea, Federica Mogherini, que ha convocado una
reunión de urgencia para tratar de fijar una posición común. No será
fácil, pues los intereses de los países comunitarios son muy
diferentes. España haría bien en aprovechar la oportunidad. No
tendrá que traicionar a ningún socio comunitario.
Trump en su
primera intervención tras ser elegido presidente ha mostrado su
disposición a llevarse bien con todos los socios. Animado por esta
oferta, el presidente del Gobierno ha respondido en menos de dos
horas con un telegrama mostrándose plenamente convencido de que
se reforzarán las relaciones bilaterales en búsqueda del
bienestar y la prosperidad de los ciudadanos de dos países que son
socios y aliados estratégicos.
Ya antes, el nuevo ministro
de Exteriores, Alfonso Dastis, en el mismo sentido daba por hecho en
una entrevista con la cadena radiofónica Onda Cero que hay unas
excelentes perspectivas para consolidar y potenciar las buenas
relaciones.
Sorprenden agradablemente que las
declaraciones de Dastis se hayan salido de la línea diplomática
habitual y considerara que parte de las declaraciones de Trump
durante la campaña no se van a cumplir y que la propia
administración modulará sus políticas.
Textualmente
Dastis ha manifestado que "Trump ha dicho muchas cosas en la lucha
electoral que probablemente cuando gobierne no diga". E
inmediatamente después ha añadido que la personalidad del
presidente juega un gran papel “pero la democracia americana tiene
muchos poderes que se tienen que equilibrar. Sospecho que habrá
cambios en modulación y en política exterior pero será un
resultado de todos los contrapesos y de las circunstancias del
mundo que le tocará vivir".
El ministro de Economía, Luis de
Guindos, además se ha permitido alertar no solo a Trump, sino a la
propia Comisión Europea de que no tiene sentido entrar en una guerra.
De las guerras se sabe cuando se entra, y siempre se sale de ellas
habiendo sufrido víctimas.
Desde Economía se considera que,
ante la posibilidad de que no se apruebe el Tratado de Comercio entre
Estados Unidos y la Unión Europea, el TTIP, del que se estimaba que
España sería beneficiario neto, hay que aprovechar la mejor
disposición de la actual administración americana para
aprovechar las oportunidades. Hasta ahora la reacción del
Gobierno ha sido acertada.
(*) Periodista
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