VIENA.- Austria, que elegirá a su
presidente el próximo domingo, se ve atenazada por el temor a un
retroceso económico, a pesar de unos datos que harían soñar a muchos de
sus socios europeos.
Con un déficit público del 1% y la
tercera tasa de desempleo más baja de la zona euro, la pequeña república
alpina se mantiene entre los países más prósperos del continente.
Y sin embargo, solo el 23% de los austriacos confía en un futuro mejor, según un reciente sondeo del instituto Imas.
"Las cosas empeoran cada año", asegura Astrid Mayer, directora de una agencia de empleo en Viena.
Doris
Blei, de 48 años, acaba de encontrar un nuevo empleo tras ser despedida
del banco en el que trabajaba, pero "es duro, sobre todo cuando nos
hacemos mayores", confiesa.
Con más de 410.000 parados,
este país de 8,7 millones de habitantes acostumbrado al pleno empleo ya
no se siente a salvo, sobre todo teniendo en cuenta que la tasa de paro
según la norma nacional (8,6%) es menos alentador que el estimado por la
Unión Europea (6,3%).
La economía ha sido una cuestión
omnipresente durante la campaña presidencial que opondrá el domingo al
candidato de extrema derecha Norbert Hofer y al ecologista liberal
Alexander Van der Bellen.
Dotada
de un sólido sector turístico y de una agricultura de gran valor
añadido, Austria también cuenta con un tejido industrial puntero y una
situación geográfica que le ha permitido convertirse en uno de los
países más beneficiados por la ampliación de la UE hacia el este.
Las bebidas Red Bull y Pago, las motocicletas KTM, los dulces PEZ o las pistolas Glock, son algunos de los productos austriacos con presencia mundial.
El
país, que dispone de excelentes infraestructuras y de una mano de obra
altamente cualificada, también cuenta con empresas líderes mundiales de
la ingeniería o de la siderurgia.
"Austria
es uno de los mayores beneficiarios de la Unión Europea, del euro y de
la ampliación de la UE", reconoce el consejero delegado de KTM, Stefan
Pierer, responsable de una compañía que exporta el 98% de su producción.
Pero
los elevados impuestos, la lentitud administrativa y la rigidez del
derecho laboral suponen un freno creciente a la competitividad, a su
juicio. "Es desmoralizador", considera.
"De hecho, la gente nunca ha estado en una situación tan próspera como ahora", subraya Schellhorn.
Y
sin embargo, "la sensación general es que las cosas están empeorando",
pese a una tasa de crecimiento del 1,3% en el tercer trimestre del año.
El
canciller social-demócrata Christian Kern lo ha reconocido: la tasa de
paro aumenta debido al retroceso de la edad de jubilación y, sobre todo,
a la presencia de unos 160.000 trabajadores comunitarios, otra
consecuencia de la ampliación.
Éste es uno de los
argumentos que no se cansa de agitar el candidato Norbert Hofer, del
Partido de la Libertad de Austria (FPÖ), que ha insistido sin parar en
que "los empleos austriacos deben beneficiar primero a los austriacos".
Prometiendo
al mismo tiempo el mantenimiento de la protección social, un aumento de
las inversiones en infraestructuras y una bajada de los impuestos y
cargas sociales, su discurso está calando tanto en la clase media como
entre los obreros, según los analistas.
Su adversario,
Alexander Van der Bellen, ha alertado contra cualquier tentación
proteccionista, recordando que la economía austriaca depende en un 40%
de sus exportaciones.
Ambos candidatos mantienen un pulso
reñido en los sondeos. En mayo, ya se enfrentaron en unas primeras
elecciones dando la victoria por poco más de 31.000 votos a Van der
Bellen, pero la votación fue anulada por razones de procedimiento.
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