NUEVA YORK.- Donald Trump construyó su
triunfo con un sombrío diagnóstico de la economía estadounidense y
explotó el temor de la clase media a pesar de un balance relativamente
bueno del presidente Barack Obama.
Con un desempleo de
4,9% y un extendido, aunque lento, período de crecimiento, la mayor
economía mundial se desempeña bastante bien y hoy parece lejana la Gran
Recesión de 2008-09.
El año pasado los hogares
estadounidenses aumentaron sus ingresos en 5%; un crecimiento sin
precedentes en la historia de Estados Unidos.
Muchos
presidentes salientes hubieran querido irse con ese tipo de resultados.
Sin embargo los datos esconden una realidad menos envidiable que el
líder republicano se encargó de mostrar a lo largo de su campaña.
"Nuestro
país se estanca, perdimos nuestros empleos, perdimos nuestra
actividad", dijo en un debate ante su rival demócrata Hillary Clinton.
La
desigualdad creció, los salarios demoran en despegar, sigue siendo
importante la cantidad de personas que no encuentran un empleo conforme a
sus ambiciones o que se ven obligadas a trabajar a tiempo parcial.
Además, regiones enteras fueron arrasadas por la desindustrialización.
Una
muestra elocuente fueron los buenos resultados de Trump en los
decadentes estados del noreste, otrora poderosos por la siderurgia y la
industria automotriz y del carbón. Desde 2000, Estados Unidos perdió cinco
millones de empleos en la industria manufacturera.
Una y otra vez, Trump machacó: "No producimos nada. Los productos llegan masivamente desde China, Vietnam y el resto del mundo".
A
lo largo y ancho del país, el magnate devenido en líder político, se
alejó de la ortodoxia republicana y despotricó contra los acuerdos de
libre comercio, como el vigente con Canadá y México.
Su
principal blanco es empero la Alianza Transpacífico (TPP), una zona de
libre comercio formada por Estados Unidos y 11 países que está pendiente
de ratificación. Ese acuerdo, que crearía la mayor zona de libre
comercio del mundo, así como el que está negociándose con la Unión
Europea (TTIP), va camino a una muerte segura si Trump respeta sus
promesas.
Ese impulso proteccionista le hizo perder apoyo
en sectores empresariales normalmente afines a los republicanos. La
Cámara de Comercio de Estados Unidos auguró recientemente un
"debilitamiento" de la economía con Trump en la Casa Blanca.
El
ahora presidente electo rechaza las críticas y promete "devolver los
empleos" a Estados Unidos con un cocktail de medidas proteccionistas,
amplias desregulaciones y una disminución de los impuestos a las
empresas.
Trump
quiere bajar de 35% a 15% los impuestos a los beneficios de las
compañías con la esperanza de estimular el crecimiento y generar puestos
de trabajo. Sin embargo, esa intención causa escepticismo en los
expertos.
A pesar de la promesa de beneficios fiscales
que parecen enormes, las empresas estadounidenses no aumentaron sus
inversiones y "no es seguro" que reducir impuestos los haga cambiar el
rumbo, dijo este miércoles la agencia financiera Fitch.
La
organización apartidaria Tax Policy Center dice que esa rebaja de
impuestos puede fomentar inversiones en el corto plazo. Sin embargo
dañaría las finanzas públicas, las cuales recibirán menos ingresos y no
habrá otra opción que endeudarse.
Según Tax Policy, la deuda estadounidense aumentaría más de 36% en los próximos 10 años si la rebaja de impuestos se concreta.
Los economistas de Moody's Analytics van más lejos. Recientemente
auguraron una posible recesión en Estados Unidos debido al tono
aislacionista de la política de Trump.
El efecto podría
ser devastador, dijo el ex economista jefe del FMI Simon Johnson. "La
amenaza es que eso perturbe las relaciones comerciales con nuestros
socios", dijo. "Eso terminará por debilitarnos", declaró.
Las
interrogantes sobre la economía en tiempos de Trump son varias; y
particularmente esas dudas son sobre la política monetaria de la Reserva
Federal (Fed).
Los mercados, que reaccionaron con bajas
pero sin pánico ante la victoria de Trump, podrían ver con malos ojos
conflictos entre la Fed y el presidente electo.
Varias
veces Trump acusó a la presidenta de la Fed, Janet Yellen, de alimentar
una "enorme y horrible burbuja financiera" al mantener obstinadamente
las tasas de interés apenas por encima de cero.
La Fed
subió las tasas en diciembre de 2015 por primera vez en casi una década y
desde entonces las mantiene entre 0,25% y 0,50%.
La
próxima reunión de la Fed será a mediados de diciembre, seguramente en
medio de mercados aún febriles y pendientes de lo que planee hacer Trump
con la economía una vez que entre a la Casa Blanca el 20 de enero.
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