sábado, 26 de noviembre de 2016

El Gobierno de izquierda luso cumple un año de inesperada estabilidad

LISBOA.- El Gobierno socialista portugués cumple un año de mandato afianzado, tras disipar las dudas que apuntaban al fracaso de su inédita alianza con las otras fuerzas de la izquierda, y en su momento más alto de popularidad en las encuestas. 

El gabinete de António Costa ha conseguido superar numerosos obstáculos en su primer año, cuando tuvo que afrontar la resolución del banco Banif, la recapitalización de la estatal Caixa Geral de Depósitos (CGD) y las críticas de Bruselas por el exceso de déficit, además de sacar adelante un Presupuesto y tener otro casi aprobado.
Para conmemorar la fecha, el Ejecutivo va a repartir este sábado a sus ministros por todo el territorio nacional para participar en eventos que les acerquen más al pueblo portugués, que curiosamente no le dio la victoria en las urnas hace un año.
Costa logró en noviembre de 2015 lo que no se había conseguido en más de 40 años de democracia en Portugal: unir a todas las fuerzas de la izquierda y darle la vuelta al resultado de las elecciones legislativas, en las que el conservador Pedro Passos Coelho venció sin mayoría suficiente.
La alianza de ámbito parlamentario suscrita por el Partido Socialista (PS) con el Bloque de Izquierda, el Partido Comunista (PCP) y Los Verdes permitió a Costa ser nombrado primer ministro y las dudas sobre la estabilidad de un Gobierno en minoría no tardaron en aparecer.
“El acuerdo de izquierda no es un Gobierno, es una ‘geringonça’ (chapuza)”, dijo el entonces líder del conservador CDS, Paulo Portas, que sin quererlo acabó por bautizar la alianza, que asumió el término “geringonça” como propio.
Con reuniones regulares y una rutina de negociación permanente, la “geringonça” ha logrado de momento ir superando los obstáculos aparecidos y “superar las expectativas”, como señaló recientemente el presidente luso, el conservador Marcelo Rebelo de Sousa.
Los desafíos no se hicieron esperar y cuando Costa no llevaba ni un mes en São Bento, su Gobierno tuvo que hacer frente a la resolución del banco Banif, que tuvo un coste para las arcas públicas de unos 3.000 millones de euros y supuso el primer desencuentro con sus socios.
Los otros partidos de la izquierda no apoyaron la modificación del Presupuesto de 2015 para incluir el gasto de la liquidación y los socialistas sólo consiguieron salvar la medida gracias a la abstención del principal partido de la oposición conservadora.
El consenso para sacar adelante los siguientes Presupuestos sí fue posible y dejó al Gobierno reforzado.
Aunque tuvo que elaborar una segunda versión del documento para conseguir la aprobación de la Comisión Europea, los socialistas comenzaron a revertir parte de las medidas de austeridad de la anterior legislatura y cumplir con algunos de los compromisos asumidos con sus socios de izquierda.
Las cuentas de 2017, todavía en trámite, recibieron luz verde directa de Bruselas y pasaron su primer examen en el Parlamento, donde se espera que la izquierda dé su visto bueno la próxima semana tras lograr negociar medidas como la subida de las pensiones o el fin de la “sobretasa”, un impuesto especial sobre la renta.
En estos doce meses, el Gobierno también consiguió acordar con Bruselas un plan de recapitalización para la CGD, el mayor banco del país, de hasta 4.600 millones de euros, y evitar que la Comisión Europea le sancionase o congelase su acceso a los fondos comunitarios por incumplir la meta de déficit de 2015.
Y por el momento, el gabinete de Costa se mantiene tal y como arrancó hace un año a excepción de la cartera de Cultura, que ocupa ahora Luís Filipe de Castro Mendes después de la dimisión en abril de João Soares tras amenazar con “abofetear” a dos columnistas.
Estos doce meses han reforzado la popularidad de los socialistas, que en la última encuesta “Eurosondagem” -la principal del país- ya lideraban la intención de voto con el 37 %, el mismo porcentaje que suman juntos los partidos de la oposición conservadora y casi cinco puntos más que el resultado conseguido en las elecciones de 2015.
Aun así, desde los partidos más a la izquierda insisten en que, a pesar de los progresos, aún queda camino por recorrer y no se han cumplido todos los puntos del acuerdo alcanzado el año pasado.
Las adversidades no han desaparecido: el Gobierno de Costa todavía tiene que abordar desafíos como la consolidación de las cuentas públicas, el débil crecimiento económico, la fragilidad de la banca y los riesgos que llegan desde el escenario global.

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