PEKÍN.- China, convertido en exportador neto de capitales, va a restringir
drásticamente la fiebre compradora de sus empresas en el extranjero
-desde fútbol a cine, pasando por el turismo- para luchar contra las
fugas de capitales y racionalizar inversiones.
El objetivo es parar ese frenesí de adquisiciones en todo el mundo que parece haberse apoderado de las compañías chinas.
Para ello, Pekín quiere prohibir la mayoria de inversiones de más de
10.000 millones de dólares, indica este martes la agencia Bloomberg,
citando a fuentes informadas.
Además, el gobierno se opondrá a todas las compras superiores a 1.000
millones de dólares en sectores ajenos a las "actividades
fundamentales" del grupo chino comprador.
Finalmente, las empresas de Estado tendrán prohibida cualquier
inversión inmobiliaria de más de 1.000 millones de dólares fuera de
China.
Estas restricciones entrarán pronto en vigor y seguirán estándolo
"hasta septiembre de 2017", aunque habrá excepciones para "compras
estratégicas" especiales, según Bloomberg.
El diario South China Morning Post también aludía este martes a estas medidas.
Por su parte, el NDRC (órgano de planificación económica) publicó el
lunes un comunicado asegurando que el gobierno "examinará y verificará
los proyectos de inversión en el extranjero en función de las leyes y
los reglamentos", pero sin dar más detalles.
Las autoridades seguirán "facilitanto inversiones aunque evitando los riesgos" asociados a ellas, añade esta breve declaración.
Este freno va a contracorriente de las exhortaciones de Pekín a sus
empresas de desarrollarse en el extranjero para garantizar nuevos
mercados y adquirir otras tecnologías.
El gigante asiático ya es exportador neto de capitales desde 2015.
Fuera del sector financiero, las inversiones chinas llegaron a
146.000 millones de dólares en los diez primeros meses de 2016, un
aumento del 53% respecto al mismo período anterior.
Ningún sector queda fuera de esta ola compradora -fútbol, cine, alta
tecnología, turismo- con cifras a veces vertiginosas en la industria.
Pero la prioridad para el régimen comunista es ahora parar la
hemorragia de capitales fuera de China, lo que genera una enorme presión
hacia una depreciación del yuan, que cayó recientemente a su menor
nivel en ocho años frente al dólar.
Reflejo de la magnitud del problema es la caída de las reservas en
divisas del país -un retroceso de 46.000 millones de dólares en
octubre-, pues el gobierno acude a ellas en abundancia para defender su
divisa.
Las nuevas normas tienen como objetivo luchar contra "las fugas de
capitales disfrazados de inversiones", operaciones que sirven de
pretexto para sacar ilegalmente yuanes fuera del país, destaca este
martes un editorial del diario oficial China Daily.
Otra preocupación son esas compras a menudo financiadas a través del
endeudamiento, gracias al muy barato crédito ofrecido por los bancos
estatales.
Y ello en un momento en que preocupa el enorme crecimiento de la deuda china (250% del PIB).
Comprar en el extranjero en estos "tiempos de incertidumbre"
económica y política "no parece racional (...) pues las inversiones
arriesgadas pueden amenazar gravemente la estabilidad financiera" de las
firmas chinas, advierte el China Daily.
"Algunas empresas multiplican las compras en el extranjero de forma
desordenada, a ciegas", en inversiones "compulsivas" alentadas por la
"necesidad de imitar" a los demás "o de brillar", había criticado en
septiembre un portavoz del ministerio chino de Comercio.
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