BERLÍN.- El presidente estadounidense, Barack Obama, se despidió de Europa y
de sus grandes aliados continentales con un pronunciamiento común a
favor de mantener la presión sobre Rusia, a modo de alerta para Donald
Trump contra acercamientos peligrosos a Vladimir Putin.
La cumbre que
reunió hoy en Berlín a Obama y los líderes de Alemania, Francia, el
Reino Unido, España e Italia fue el último acto de un viaje en que
confluyeron nostalgia, preocupación y mensajes preventivos en dirección
al presidente electo de EE UU.
El futuro de la relación transatlántica, la catástrofe humanitaria de
Alepo y la ofensiva contra el yihadismo en Mosul eran los temas
preferentes de la agenda multilateral, pero fue en el conflicto de
Ucrania donde quedó plasmada la advertencia más clara a Moscú e,
indirectamente, a Trump.
Los seis líderes -la alemana Angela Merkel, el francés François
Hollande, la británica Theresa May, el español Mariano Rajoy y el
italiano Matteo Renzi, además de Obama- se pronunciaron a favor de
mantener las sanciones contra Rusia.
Estas sanciones se deben a la situación en Ucrania y los líderes no
hablaron de una posible extensión por el papel que desempeña Moscú en
Siria, precisó Merkel en una comparecencia conjunta con Rajoy, con el
que mantuvo un encuentro bilateral tras la cumbre.
Los cinco líderes europeos y su aliado transatlántico ratificaron su
rechazo a la "invasión ilegal" de Crimea, como dijo Rajoy, quien recordó
que la anexión rusa de la península, en 2014, fue el desencadenante del
conflicto actual en el este de Ucrania. El objetivo prioritario es
lograr un alto el fuego duradero en el este ucraniano prorruso, recordó
Merkel, y a partir de ahí la plena implementación de los acuerdos de
Minsk, firmados en febrero de 2015 entre Rusia y Ucrania, con la
mediación Alemania y Francia.
Las declaraciones de Merkel y Rajoy siguieron a la partida de Obama
hacia Lima, donde participará en el Foro de Cooperación Asia-Pacífico
(APEC), tras una gira europea que empezó en Atenas. Tanto en Grecia como
en Alemania, la visita estuvo marcada por las alusiones a Trump y la
incertidumbre generada por su victoria. La preocupación compartida se
hizo ya muy presente en la primera parte de la visita a Berlín, de
carácter bilateral, y que Merkel y Obama abrieron con una cena privada.
Le siguió el jueves una rueda de prensa de la canciller y el
presidente, donde subrayaron el valor de la relación transatlántica y
expresaron su confianza en que Trump siga por ese mismo camino. Obama
reiteró ya ahí el compromiso de su país con el pueblo de Ucrania y dejó
claro que las sanciones a Moscú deben mantenerse hasta que Rusia cumpla
sus compromisos.
El presidente fue más allá de los elogios de cortesía a Merkel, a la
que de por sí suele referirse como su "más estrecha aliada", y se
permitió asegurar que, de ser alemán, y presentarse ella a la
reelección, la votaría. Ambos recordaron que sus relaciones no siempre
fueron tan buenas, y aludieron tanto a la visita de Obama aún como
candidato, en 2008, cuando Merkel le impidió que pronunciara un mitin
ante la Puerta de Brandeburgo, y también la siguiente, en 2013, marcada
por el escándalo del espionaje masivo de EEUU a sus aliados.
Entre los elogios y los recuerdos a los disensos superados dominaron
tanto las alabanzas que finalmente parecía como si Obama le pasaba a la
canciller el relevo del liderazgo global, visto que no puede delegar en
la derrotada Hillary Clinton. La despedida a un líder que teme por su
legado, por un lado, y la revalorización de Merkel como factor de
estabilidad frente a Trump estuvieron muy presentes en Berlín, donde se
espera que la canciller comunique en breve si piensa optar a un cuarto
mandato.
Rajoy no se vio confrontado a la pregunta de si votaría a Merkel,
como le ocurrió a Obama, aunque sí a la de si la consideraba la "roca
frente a la tempestad" que precisa Europa. "No sé si puede describirse a
Alemania como una roca", respondió. Pero "para Europa es fundamental
que las cosas en Alemania vayan bien".
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