WASHINGTON.- El presidente electo de EEUU, Donald
Trump, ha optado por el exgobernador de Texas y antiguo aspirante a la
Casa Blanca, Rick Perry, como su nuevo secretario de Energía, informaron
hoy los medios locales NBC y CBS.
Perry, de 66 años,
se presentó a las recientes primarias republicanas e hizo de la crítica
a Trump, al que llegó a comparar con un "cáncer para el
conservadurismo", su bandera de campaña.
Tras retirarse prematuramente de la contienda por las
malas perspectivas en las encuestas, Perry ofreció su apoyo al senador
Ted Cruz, aunque finalmente, cuando la victoria de Trump era inevitable,
optó por el empresario neoyorquino.
Veterano de la Fuerza Aérea y gobernador de Texas durante algo más de
14 años (2000-2015), Perry también participó en las primarias
republicanas de 2012, de las que salió escaldado tras un sonado fiasco.
La campaña de Perry se fue a pique durante un debate con otros
precandidatos republicanos en Michigan, cuando no fue capaz de nombrar
uno de los tres departamentos que pretendía eliminar de ser elegido
presidente.
Irónicamente, del que se olvidó fue el Departamento de Energía, del que será secretario a partir del próximo 20 de enero.
Perry mantuvo este lunes un encuentro de unos 90 minutos con el presidente electo en la Torre Trump de Nueva York.
Contrario al intervencionismo estatal, Perry convirtió Texas en los
últimos años en un contrapoder frente a Washington, enfrentado
constantemente a las iniciativas del presidente, Barack Obama, y con una
postura cambiante en inmigración en un estado con un 40 % de población
hispana.
Si en 2001 apoyó la "Texas Dream Act", una
ley que permite a indocumentados el acceso a la Universidad en
condiciones ventajosas, antes de dejar el cargo militarizó la frontera
con México en una de las mayores crisis migratorias de los últimos años.
Perry también fue artífice del llamado "milagro texano": regada por los
altos precios del petróleo, la economía del estado de la estrella
solitaria despuntó en creación de empleo y atracción de empresas
mediante estímulos fiscales durante su gobierno.
Su
gestión, sin embargo, quedó manchada por un proceso abierto en su contra
por abuso de poder y coacciones por haber amenazado a una fiscal
demócrata, que había sido sorprendida ebria al volante, con retirar una
partida económica para su oficina si no renunciaba al puesto, unos
cargos ya archivados.
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