WASHINGTON.- Con vasta experiencia en
la negociación de contratos petroleros de la época en que era director
de ExxonMobil y cercano a varios jefes de Estado, el secretario de
Estado designado, Rex Tillerson, deberá pasar página para imponerse como
jefe de la diplomacia de EEUU.
Convertido en 2006 en el
principal ejecutivo de la mayor compañía petrolera cotizada en la
Bolsa, Tillerson, hoy con 64 años, tenía entre sus misiones lograr
contratos para buscar y extraer hidrocarburos en países mayoritariamente
dirigidos por autócratas, políticamente inestables y con un historial a
menudo cuestionable en materia de respeto por los derechos humanos.
Tillerson
estableció relaciones personales con los hombres fuertes de esos
países, lo que le permitió lograr numerosos éxitos comerciales. Fue el
caso de Rusia, con cuyo presidente, Vladimir Putin, el futuro secretario
de Estado mantiene una "relación muy cercana" desde 1999, según él
mismo admitió.
"No
estoy de acuerdo con todo lo que hace, pero él entiende que yo soy un
hombre de negocios. Mi empresa invirtió mucho dinero en Rusia, con mucho
éxito", explicó en un discurso que pronunció en febrero ante
estudiantes de la Universidad de Texas, en la cual Tillerson se diplomó.
Cuando los países occidentales sancionaron a Rusia por la invasión de
Crimea, el entonces empresario fue muy crítico.
Rex
Tillerson, cuya formación es de ingeniero civil, hizo negocios en Arabia
Saudí, Yemen, Chad, Irak, Guinea Ecuatorial, Angola y la Libia del
coronel Muamar el Gadafi, una experiencia que le será muy útil como
secretario de Estado del presidente electo Donald Trump, pero que podría
valerle dolores de cabeza cuando deba ser confirmado por el Senado.
"Una
de las cosas que aprendí cuando comencé a realizar negocios en el
extranjero (...) es a asegurarme que los Estados anfitriones -se trate
de Rusia, de Yemen, o de los de Medio Oriente- comprendan que yo no soy
el Gobierno de EEUU", dijo ante los estudiantes tejanos. "No estoy para
representar los intereses del Gobierno estadounidense. No estoy para
defenderlos ni para criticarlos. Soy un hombre de negocios".
Ahora, Tillerson deberá convencer a esos dirigentes políticos extranjeros de lo contrario.
En
2006, impulsó a Exxon a continuar extrayendo petróleo de Chad a pesar
de las críticas del Banco Mundial, según el cual el régimen autoritario
de Idriss Deby utilizaba el grueso de los ingresos derivados de la
explotación del crudo para financiar sus actividades militares y no para
atender las necesidades de la población.
En noviembre de 2009, compitió con el grupo chino CNOOC por las licencias de explotación de tres pozos petroleros en Nigeria,
que juntos representaban entonces una cuarta parte de la producción del
país en ese rubro.
A pesar de haber ofertado menos que
sus rivales (1.500 millones de dólares, contra 3.750 millones ofrecidos
por los chinos) Exxon obtuvo el contrato gracias a una intervención
personal de Tillerson ante el presidente nigeriano de la época, Umaru
Musa Yar'Adua, dijo una fuente cercana a ese negocio. Exxon se
negó a realizar cualquier comentario al respecto.
"Las
cosas se hacen como él dice o no se hacen", comentó la monja
Patricia Daly, integrante de una coalición de congregaciones católicas
que invirtió en grupos industriales y mantuvo polémicas con Tillerson
sobre temas ambientales.
Su
estilo tipo de 'cowboy' lo condujo a forzar la salida de Exxon de
Venezuela en 2007, al negarse a ceder al presidente Hugo Chavez, que
había dispuesto la nacionalización de las concesiones petroleras a
grupos extranjeros.
Para doblegar a sus rivales Shell, BP o Total, Tillerson intentó a menudo aprovechar a su favor el rumor según el
cual tenía acceso directo a los presidentes de EEUU, confió una
fuente cercana a los medios petroleros africanos.
Pero
"no siempre lo que es bueno para Exxon lo es para EEUU", observa la
militante ambientalista Zorka Milin, de Global Witness. Las ONGs
coinciden en que el cambio climático no será una de las prioridades del
futuro secretario de Estado.
A pesar de que se declara
favorable a gravar la producción de carbón, cuando estuvo a la cabeza de
ExxonMobil, Tillerson no tomó ninguna medida para mitigar el cambio
climático.
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