miércoles, 10 de febrero de 2016

Las amenazas financieras no corresponden a una realidad tangible / Luis Alcaide *

Febrero despertaba con noticias tranquilizadoras. Los principales indicadores de la OCDE marcaban estabilidad en toda el área, un crecimiento aunque débil en USA, un repunte en la eurozona, menos alegrías en el resto. El lunes 8 la tranquilidad se vino abajo, a pesar de que
la tasa de paro en USA se había situado por debajo del 5% en enero y los salarios crecían a un ritmo anual del 2,5%, quizá porque el avance del empleo, 151.000 nuevos puestos en enero, no alcanzaban las cotas pronosticadas por los expertos pero eran todo un buen récord.
¿Qué ha pa­sado el lunes ne­gro? El de­te­rioro de las eco­no­mías en los países en desa­rrollo y en la China no es su­fi­ciente para re­trasar la re­cu­pe­ra­ción nor­te­ame­ri­cana. Una eco­nomía prác­ti­ca­mente au­to­su­fi­ciente con una débil de­pen­dencia ex­te­rior. Las ex­por­ta­ciones solo re­pre­sentan el 13% del PIB (en España son el 26%) en tanto que las di­ri­gidas a China se li­mitan al 8% del total ven­dido por los EEUU al resto del mundo. La UE es tam­bién un área au­to­su­fi­ciente; una buena de­fensa co­mer­cial frente al ex­te­rior.
En el caso España-China su­cede algo pa­re­cido. En efecto, ven­demos a China el 1,8% de las ex­por­ta­ciones to­tales en tanto que las im­por­ta­ciones pro­ce­dentes de China as­cienden al 8,6% del total im­por­tado. La con­trac­ción del mer­cado chino no puede tener un gran efecto en la eco­nomía es­pañola. En el caso de los países en vías de desa­rrollo sí po­demos su­frir algún que­branto sen­sible en las ventas de trenes o en los pro­yectos de in­fra­es­truc­tura, sin ol­vi­dar, por ejemplo las an­gus­tias de Arcelor-Mittal.
¿Acaso la in­fla­ción, esa tasa de paro in­fe­rior al 5% -tasa na­tural de des­em­pleo- in­dica que la Reserva Federal ha es­tado en lo cierto al subir en un cuarto de punto el tipo de in­te­rés. En la vida real ningún sín­toma de in­fla­ción. Baja el precio del pe­tróleo y de las ma­te­rias pri­mas. Tipos de in­terés ne­ga­tivos y con­fir­ma­ción por parte del BCE que así con­ti­nuarán mien­tras la Reserva Federal no pa­rece dis­puesta a per­se­verar con sus subidas.
Las ra­zones os­curas del 8 de fe­brero sí res­ponden a esos tipos de in­terés ne­ga­tivos y a una sen­sa­ción de es­tan­ca­miento de­fla­cio­nista en la eco­nomía in­ter­na­cio­nal. Malas no­ti­cias para ban­cos, pe­tro­le­ras, mi­ne­ras… Dudas sobre el valor de cré­dito y ac­ti­vos.
Los fondos de ca­pital ven dis­mi­nuir el valor de sus car­teras y se sienten obli­gados a re­com­prar sus pro­pios tí­tulos con la in­ten­ción de frenar su de­pre­cia­ción. Pero la re­compra no oculta que el valor de sus in­ver­siones no se co­rres­ponde con las ex­pec­ta­tivas de los in­ver­so­res. La eco­nomía real im­pone su propia realidad a las cons­truc­ciones de la eco­nomía fi­nan­ciera.
Las co­ti­za­ciones de los va­lores no se sos­tie­nen. Blackstone, prin­cipal grupo por su vo­lumen de ac­ti­vos, 336 mil mi­llones de dó­lares ha per­dido un 40% desde el pa­sado mes de mayo; la ren­ta­bi­lidad de su car­tera ha sido ne­ga­tiva en 2015. Las ac­ciones de otros fondos de in­ver­sión, (Apollo 162 mil mi­llones de dó­la­res), KKR (51,4 mil mi­llo­nes) o Carlyle (36 mil mi­llo­nes) han ba­jado a la mitad de su valor en 2014.
El pre­si­dente y con­se­jero de­le­gado de J.P.Morgan-Bank of America, cuyas ac­ciones han ba­jado entre el 27 de di­ciembre y el 8 de fe­brero desde 67 a 56 dó­la­res, viene pre­di­cando junto a Warren Buffet, que los ac­cio­nistas (fondos de in­ver­sión) deben per­mitir un mayor margen de ac­tua­ción a los di­rec­ti­vos. “¡Hay que es­ti­mular las in­ver­siones alargo plazo frente a las ga­nan­cias a cor­to!”.
El viejo con­ten­cioso del go­bierno cor­po­ra­tivo: au­to­nomía de la di­rec­ción frente a los de­re­chos de los ac­cio­nis­tas. Sin em­bargo, la má­xima de la teoría del desa­rro­llo, “la in­ver­sión va donde señala la em­pre­sa”, ha sido de­rro­tada por el sector fi­nan­ciero.
Resulta in­genuo res­pon­sa­bi­lizar de la caída de la bolsa y de la subida de la prima de riesgo a la par­si­monia por formar go­bierno en España. Hay que mirar a los in­tereses nulos o ne­ga­tivos pro­ducto de la de­fla­ción y del es­tan­ca­miento que em­pieza a ins­ta­larse en nues­tros mo­delos de cre­ci­miento. Basta con mirar lo que le ha su­ce­dido al gran banco ale­mán, el Deutsche Bank y la pér­dida de un 10% en su co­ti­za­ción en un solo día sin que el ex­ce­lente cuadro ma­cro­eco­nó­mico de la República Federal ni su go­bierno pu­diesen re­me­diarlo.
He sus­ti­tuido El Retiro por el Jardín Botánico. Primera sor­presa; sus­ti­tu­ción de la gra­tuidad por un mi­se­rable bi­llete de 0,50 € para los ma­yo­res; con­se­cuen­cia, menos vi­si­tantes du­rante la se­mana. Segunda sor­presa: ate­rri­zaje de un ex­traño pá­jaro al es­tanque si­tuado frente al Pabellón Villanueva. Parecía un pa­lomo pero no era un pa­lomo. Parecía una ga­viota y así lo con­firmó zam­bu­llén­dose en ver­tical unas cuantas ve­ces. No en­contró lo que que­ría, batió alas y salió vo­lando en di­rec­ción al sol de la tarde, se rompió el en­canto de pensar que te­níamos mar antes que go­bierno.


(*) Economista del Estado en España


España, Italia y Francia como arietes contra la austeridad en la eurozona / A.R. Mendizabal *

¿Por qué parece que no surte el efecto deseado el bombardeo de liquidez que está desplegando el Banco Central Europeo? ¿Se le están agotando los bazookas a Mario Draghi? ¿Por qué se desacelera el crecimiento en la eurozona? ¿Por qué no aumenta el crédito a familias y empresas si el dinero está barato? Estas y otras preguntas desembocan en la clásica y memorable máxima de Einstein sobre que ‘hacer una y otra vez las mismas cosas y esperar un resultado distinto es el primer síntoma de la locura’.
Este es el ta­blero de aná­lisis de Michael Ivanovitch, an­tiguo eco­no­mista en la OCDE y en la Reserva Federal de EEUU y ex pro­fesor de la Columbia Business School. Ahora tra­baja por su cuenta y acaba de pu­blicar un tra­bajo para la ca­dena fi­nan­ciera CNBC con un tí­tulo bas­tante su­ge­rente: ‘El BCE puede estar ago­tando sus op­ciones de es­tí­mulo, pero no es el caso de España, Italia y Francia’.
Punto de par­tida: pese a todas las in­yec­ciones de li­quidez del BCE, no hay cre­ci­miento só­lido en la eu­ro­zona que pueda crear su­fi­cientes em­pleos para los 16,7 mi­llones de des­em­plea­dos. O sea, que hay ‘una le­gí­tima preo­cu­pa­ción de que la es­tra­tegia del BCE puede estar per­diendo efi­ca­cia’. El des­plome de las co­ti­za­ciones de los bancos eu­ro­peos no ayuda: no se van a ex­poner a con­ceder cré­ditos a po­rri­llo. Y sin cré­dito, no se crean nuevas em­presas ni crecen las exis­ten­tes.
Otra pre­gunta: ¿cómo romper el círculo vi­cioso? Respuesta: ha­ciendo otra cosa que no sea la re­ceta de la aus­te­ri­dad, según su­giere Ivanovitch. Para él, es sor­pren­dente que el BCE siga em­peñado en po­lí­ticas de ajuste y en re­formas es­truc­tu­rales ‘que des­truyen em­pleos cuando lo que hace falta es jus­ta­mente lo con­tra­rio’. Por eso con­fiesa su es­pe­ranza de que ‘con suerte, creo que el BCE va a tener lo opuesto a lo que quiere que hagan los Gobiernos de la eu­ro­zo­na’. Ahí en­tran Francia, España e Italia.
Francia: ‘Con el pre­si­dente François Hollande en un de­pri­mente tasa de apro­ba­ción del 15%, el Gobierno so­cia­lista sabe que no hay votos con re­cortes de gasto ni en pér­dida de em­pleos al darles vía libre a los em­pre­sa­rios para con­tratar y des­pedir a su an­to­jo’. De modo que ‘el gasto au­men­taría porque el Gobierno man­tiene el es­tado de emer­gencia so­cial’, aparte de los com­pro­misos mi­li­tares en Oriente Medio y África y de las ne­ce­si­dades de la lucha an­ti­te­rro­rista.
Italia. El primer mi­nistro Matteo Renzi ha ba­jado los im­puestos con opo­si­ción de Bruselas y Berlín y ha fle­xi­bi­li­zado el mer­cado la­bo­ral. En Alemania se han puesto fu­riosos en la prensa con las de­nun­cias de Renzi contra el di­ri­gismo de la can­ci­ller Merkel, el mi­nistro de Fianzas Schäuble y com­pañía, pero ofi­cial­mente son más pru­den­tes. La re­baja fiscal apun­ta­lará la ma­yoría par­la­men­taria del primer mi­nis­tro.
Y España. Esto es lo que dice Ivanovitch: ‘España no va a des­en­ca­denar una gue­rra, pero sí que le dirá un largo adiós (en es­pañol) a la aus­te­ridad fiscal y las po­lí­ticas ’flexibles’ en el mer­cado la­boral que puso en marcha el Gobierno sa­liente de ‘ultraliberales’ de cen­tro-­de­recha y que perdió la ma­yoría par­la­men­taria en las elec­ciones del 20-D. Ahora se está tra­tando de formar un Gobierno con unas pla­ta­formas po­lí­ticas de cen­tro-iz­quierda y de ex­trema iz­quierda (Podemos) para ace­lerar el cre­ci­miento eco­nó­mico, crear puestos de tra­bajo y re­ducir la po­breza y la ex­clu­sión’.


(*) Periodista


Mirando a los bancos centrales / Primo González *

Todo el mundo vuelve a mirar con insistencia a los bancos centrales, por si alguno es capaz de ofrecer soluciones tranquilizadoras o explicaciones plausibles a lo que está sucediendo en el mundo de la economía. Y hoy es momento de hacerlo con especial fijación con la Reserva Federal estadounidense, ya que la máxima responsable del banco central estadounidense ha de explicarse ante el Congreso de su país para arrojar alguna luz sobre lo que está pasando, sobre sus permanentes dudas en relación con los tipos de interés, si los vuelve a subir o si aplaza de nuevo cualquier tentación alcista (que parecería lo más ortodoxo) o si, por el contrario, aplaza una vez más el momento de elevar las tasas de interés, que casi todo el mundo creía que este año deberían subir en tres o cuatro ocasiones para recuperar la normalidad en los tipos de interés y en la conducción de la política monetaria.
Lo que está pasando realmente no está siendo capaz de explicarlo nadie, aunque son muchos los argumentos que suman explicaciones variopintas para tratar de centrar la cuestión. Uno de los problemas que dificultan la lectura de lo que está sucediendo en la economía y en los mercados es el hecho de que confluyen al mismo tiempo varios problemas de índole global, a los que se suman algunos de ámbito regional e incluso local. En el caso español, hay que valorar el impacto de la incertidumbre política, pero nadie podría demostrar que los males que aquejan a los mercados domésticos (la caída de la Bolsa, el aumento de la prima de riesgo…) se deben exclusivamente a la larga espera de un nuevo Gobierno y al déficit de gobernabilidad que afecta al país en estos momentos, con la particularidad de que no está clara una salida inmediata ni siquiera próxima a la actual situación.
Por encima de la posible influencia de la incertidumbre política en nuestro caso hay factores externos, de índole global, que tienen mucho más peso a la hora de influir en la volatilidad y en las caídas que viven los mercados. La caída del precio del petróleo y sus innumerables consecuencias negativas es uno de los motivos de mayor peso a la hora de explicar el negativo rumbo de la economía.
La delicada situación de los bancos, que trabajan con tipos cero o incluso negativos en un entorno que no tiene precedentes y que puede derivar en crisis financiera de dimensión incluso similar a la del año 2008, es uno de los temas clave del momento. Gigantes del sector como Deutsche Bank han tenido que enfrentarse a serios problemas de imagen de solvencia en los últimos días, tras registrar fuertes caídas en Bolsa.
¿Qué tienen los bancos que no padecían hace unos meses tan sólo? La respuesta está en la crisis de márgenes financieros que afecta a todo el sector, ya que los exiguos tipos de interés impiden generar ingresos y por lo tanto cierran la vía de la obtención de beneficios. Pero hay otros problemas adicionales que han hecho su aparición en las últimas semanas, uno de ellos, y no menor, es el derivado de la pérdida de valor de muchos de sus créditos, lo que cuestiona las posibilidades de recuperación y abre la vía a importantes volúmenes de créditos fallidos. Toda la financiación concedida a la industria petrolera está en cuarentena, al menos una parte sustancial de esta deuda, ya que las empresas del petróleo se enfrentan en los próximos meses a serias dificultades de rentabilidad y de devolución de su financiación recibida de la banca. Y esta expectativa está abriendo serias dudas sobre la sanidad del sector bancario en todo el mundo, bajo la doble presión de bajísimos márgenes y una calidad decreciente de sus activos.
El cúmulo de problemas no se agota en los dos mencionados (precio del petróleo y crisis bancaria en ciernes, ya de por sí bastante significativos) sino que tiene elementos añadidos de importancia también destacable, como la crisis de crecimiento en China, los precios de las materias primas, los problemas de las economías emergentes (algunos derivados de los bajos precios del petróleo, otros con raíces diferentes) o la inestabilidad de los mercados de divisas. Por si fuera poco, las recetas aplicadas por los bancos centrales hasta ahora han contribuido a paliar los problemas sólo en parte, pero nada parece indicar que los banqueros centrales hayan dado con la terapia necesaria. De momento, habrá que seguir viendo como lo siguen intentando.


(*) Periodista y economista español