BRUSELAS.- La firma del acuerdo comercial entre la UE y Canadá (CETA) vuelve a estar sobre la mesa, tras el desbloqueo este jueves de la situación en Bélgica, aunque ambas partes prefieren mantener la prudencia sobre una nueva fecha a la espera del fin del proceso de aprobación en Europa.
"Tengo el placer de anunciaros
que el comité de concertación acaba de cerrar un acuerdo", aseguró el
primer ministro belga, el liberal Charles Michel, al término de una
serie de maratónicas negociaciones desde comienzos de semana con sus
homólogos de los gobiernos regionales belgas.
Esta
posición común belga levanta en la práctica el veto al CETA de los
gobiernos regionales de Valonia y de Bruselas Capital, así como del
ejecutivo de la comunidad francófona, aunque sus parlamentos deben
todavía dar el viernes el visto bueno final para la firma del tratado
comercial con Canadá.
Tras siete años de negociaciones, la UE y Canadá tenían
previsto rubricar el tratado, que crearía un espacio de libre comercio
de unos 550 millones de personas, este jueves en una cumbre en Bruselas
con el primer ministro canadiense Justin Trudeau, que finalmente
anularon al no contar con el 'sí' belga.
La prudencia
reina ahora tanto en Bruselas como en Ottawa hasta que "todos los
procedimientos para la firma del CETA por parte de la UE finalicen", en
palabras del presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk. Pese a este
"desarrollo positivo", "todavía hay trabajo por delante", subrayó la
ministra canadiense de Comercio Internacional, Chrystia Freeland.
Los
embajadores de los 28 países europeos dieron durante la tarde su visto
bueno a la propuesta belga, que los diferentes gobiernos del bloque
deberán ahora aprobar antes del viernes, según fuentes coincidentes.
"Fumata
blanca sobre el CETA finalmente. (...) Espero que se podrá fijar una
fecha pronto para la firma del acuerdo entre la UE y Canadá", tuiteó la
comisaria europea del Comercio, Cecilia Malmström, tras conocerse el
pacto entre belgas.
La firma del acuerdo implicaría su
entrada en vigor provisional y parcial, tras la aprobación de la
Eurocámara, a la espera de la ratificación por parte de todos los países
del bloque, un proceso que puede llevar años.
Valonia,
una región de unos 3,6 millones de habitantes castigada por los efectos
de la globalización, ha estado al frente del bloqueo de este tratado
comercial, pese al riesgo de tensar aún más sus relaciones con los
flamencos de la región belga de Flandes y de abrir una nueva crisis en
la UE.
"Siempre hemos luchado porque los tratados
refuercen las normas sociales, las normas medioambientales, protejan los
servicios públicos", aseguró el presidente regional valón, el
socialista Paul Magnette, para quien ahora Valonia está "muy feliz".
En
el centro de sus demandas estaba un controvertido mecanismo de
arbitraje previsto para solucionar los conflictos entre los Estados y
las multinacionales, cuya jurisdicción debe ser "completamente pública"
para el líder socialista valón.
Los valones
consiguieron garantías por parte del ejecutivo europeo y del Consejo
sobre este tribunal, que comenzará a funcionar cuando todos los países
del bloque hayan ratificado el acuerdo.
La
imposibilidad para la UE de firmar el acuerdo comercial con Canadá,
además de afectar a la credibilidad de los europeos en la escena
internacional, sembraría dudas sobre su capacidad para negociar con
Reino Unido su marcha.
El resto de acuerdos
comerciales negociados actualmente entre el ejecutivo europeo con otras
regiones, como los países del Mercosur, Japón o Estados Unidos (TTIP),
quedarían también en el aire.
Los defensores del CETA
consideran que este tratado de libre comercio, que suprime los derechos
de aduanas para casi todos los productos, impulsará el crecimiento
económico y la creación de empleos.
Pero sus
detractores, un centenar de los cuales se manifestaron el jueves ante
las instituciones europeas, lo consideran el 'caballo de Troya' del
TTIP, mucho más ambicioso.