domingo, 15 de enero de 2017

Perdedores y ganadores del acuerdo de libre comercio entre la UE y Canadá

PARÍS.- El acuerdo de libre comercio entre la Unión Europea y Canadá firmado a fines de octubre da lugar a múltiples controversias sobre quién sale ganando y quién perdiendo con la apertura casi total de las fronteras entre las dos regiones.

El Acuerdo Económico y Comercial Global, más conocido por su acrónimo inglés CETA (Comprehensive Economic and Trade Agreement), suprime el 99% de las barreras arancelarias entre la UE y Canadá. Abre también las contrataciones públicas de cada región a las empresas de la otra.
De esta manera facilita el ingreso al mercado de América del Norte de empresas europeas, que son las que salen ganando con el acuerdo. Sin embargo, las que dependen más del mercado interior europeo son más vulnerables frente a la llegada de la competencia canadiense.
Es la ley del libre comercio, como lo recuerda Radu Vranceanu, profesor de Economía de la escuela de negocios francesa ESSEC, que defiende este tipo de tratados creadores de empleo.
El politólogo Thomas Guénolé no comparte en cambio esa visión: "el CETA permite aumentar los márgenes de las grandes firmas globalizadas. Son ellas las que salen ganando", explicó subrayando que "la población obrera y las de profesiones intermedias son las que pierden".
Karine Jacquemart, directora general de la ONG Foodwatch, estima lo mismo. A sus ojos, los grandes ganadores serán "las empresas que tendrán acceso a las contrataciones públicas, sobre todo las multinacionales que gozarán de acceso y derechos excepcionales, en particular el mecanismo de arbitraje de los conflictos comerciales".
El secretario de Estado francés a cargo del Comercio Exterior, Matthias Fekl, lo recordó en numerosas ocasiones. En el caso de Francia, el CETA incluye 42 indicaciones geográficas que se agregan a las apelaciones en el vino y los espirituosos ya reconocidas desde 2004. Esta producción podrá ingresar en el mercado canadiense sin aranceles. Según Fekl el acuerdo favorecerá por lo tanto las apelaciones lecheras y de embutidos.
Un argumento que el portavoz de la ONG ATTAC, Dominique Plihon, considera "ridículo". Para Plihon las apelaciones de origen controlado producen de manera artesanal en cantidades limitadas y no saldrán ganando. "Al contrario, va a facilitar la llegada a Europa de la comida basura, como la carne con hormonas y productos con OGM", advirtió.
La filial agrícola francesa manifestó en varias ocasiones su preocupación por la competencia canadiense. La filial bovina es la que más se inquieta.
Según Emmanuel Aze, de la Confederación Campesina, que se hayan acordado contingentes adicionales libres de aranceles para la carne bovina y porcina canadiense va a "acentuar la fragilidad de estas filiales en la UE, así como el disparador hacia una agricultura industrial".
Los industriales canadienses del sector agroalimentario por su lado son casi unánimes sobre las perspectivas positivas que presenta el CETA.
Matthias Fekl presentó a menudo el CETA como el anti-TTIP, el tratado en negociación con Estados Unidos, la Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión. Denunció el "desdén" en las negociaciones de parte de Washington y negó que el acuerdo con Canadá sea "un caballo de Troya" que permitirá a las empresas estadounidenses ingresar al mercado europeo pasando por Canadá.
Pero Plihon, de ATTAC, denuncia que el acuerdo con Canadá es "la puerta de entrada de las multinacionales estadounidenses" a la UE.
¿Y la democracia ? ¿Sale perdiendo? Karine Jacquemart constata que el principio de precaución no está mencionado en el tratado. "Cuando nada garantiza ese principio, los legisladores europeos, los ciudadanos y los consumidores salen perdiendo. Los ganadores son las multinacionales y los que no tienen interés en que se tomen decisiones sobre la base del principio de precaución", afirmó.

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