DETROIT. - El mercado automotor
estadounidense, en perfecto estado de salud, ofrece una tentadora
rentabilidad para los directores financieros, pero sigue imponiendo unas
difíciles condiciones de acceso a los nuevos candidatos.
Eso no
implica que no haya grupos chinos, indios o franceses afinando sus
proyectos de ingreso en la fortaleza americana, donde el lunes abre para
los profesionales del sector el Salón del Automóvil de Detroit
(Michigan).
Desde el surcoreano Kia, a mediados de la década de
1990, ningún constructor generalista ha logrado implantarse en el país
de forma duradera, señala Stephanie Brinley, especialista del sector en
IHS Markit.
Algunos tiraron la toalla -Suzuki-, o vieron cómo sus ventas se hundían -Mitsubishi-.
Fiat
aprovechó la compra por parte de Chrysler para comercializar sus
citadinos 500, pero su éxito fue limitado, al igual que le sucedió a
Daimler con el Smart.
Sin embargo, el mercado automovilístico
estadounidense va mejor que nunca: en 2016 absorbió 17,55 millones de
unidades y podría mantenerse en ese nivel al menos hasta 2020, calcula
IHS Markit.
"Si se recupera un 1% de un mercado de 17,5 millones,
se crea una nueva fábrica", apunta por su parte Bertrand Rakoto,
analista independiente de Detroit.
Estados Unidos ha vivido "cinco
años maravillosos" en los que los fabricantes han logrado "aumentar a
la vez los volúmenes de venta y los márgenes", subraya Guillaume
Crunelle, socio responsable de la industria automovilística en Deloitte.
"Para
un constructor mundial, obviar el segundo mercado mundial es una
particularidad estratégica", dice Crunelle. Sobre todo teniendo
en cuenta que el crecimiento del primero, China, se estanca, y que
Rusia, Brasil e India no cumplen con las expectativas.
Algunos
anuncian su ambición de volver, como el francés PSA (Peugeot, Citroën y
DS), que sufrió un costoso fracaso hace 25 años. "Para que la empresa
pueda seguir creciendo de forma rentable (...), PSA tiene que regresar a
Norteamérica", considera su presidente, Carlos Tavares.
El indio Mahindra alimenta las expectativas para su marca surcoreana, Ssangyong.
"Estamos
examinando la entrada en el mercado estadounidense, pero el programa no
está decidido", dice a la AFP un portavoz de Ssangyong en Seúl.
PSA
quiere aprovechar una posible asociación con Bolloré en Los Ángeles
para regresar a Estados Unidos desarrollando un plan de 10 años que, si
se lleva a la práctica, permitirá la distribución comercial de sus
vehículos en el país.
Es una forma de sortear a corto plazo el enorme desafío que supone establecer una red en el país.
Entrar
en Estados Unidos "requiere dinero, y lograr los objetivos en volumen y
rentabilidad implica un compromiso a largo plazo", asegura Brinley.
Kia,
Hyundai y Subaru necesitaron años para penetrar en el mercado
estadounidense, en el que hay 800 vehículos por cada 1.000 habitantes.
También
hay que integrar la poderosa asociación de distribuidores de
automóviles (NADA), con la que lidia ante la justicia en varios estados
la estadounidense Tesla, para poder vender directamente, sin que sus
lujosos automóviles eléctricos pasen por los concesionarios.
Para
un fabricante extranjero, además de proponer una gama que se adapte a
una reglamentación específica y a los gustos locales, es necesario
producir sobre el terreno, advierte Rakoto, para protegerse ante los
cambios, pero también para "poner a trabajar a la mano de obra
estadounidense", como reclama sin cesar el presidente electo, Donald
Trump.
No hay comentarios:
Publicar un comentario