RANGÚN.- El del rubí es un sector que sigue controlado por los militares a pesar de la
reciente llegada de intereses norteamericanos a Birmania. Durante siglos, los reyes se disputaron el valle del Mogok,
al norte de Mandalay, en el centro de Birmania, conocido como "la tierra
de los rubíes".
El rubí de tipo 'Sangre de Paloma'
que sólo se halla en estas zonas remotas de Birmania, es una de las
piedras preciosas más raras y caras del mundo. El año pasado, una de
estas joyas, el Sunrise, se vendió por la suma récord de 30,3 millones
de dólares. Desde hace décadas, la venta de piedras precisoas birmanas
era una importante fuente de recursos para los grupos armados en guerra contra el Estado central en las regiones fronterizas.
Hoy el país produce más del 80% de los rubíes del mundo,
pero el sector sigue operando en la opacidad tras décadas de dictadura
militar y aislamiento. La situación será difícil de cambiar, más tras el
reciente levantamiento de las sanciones norteamericanas contra esta
industria.
Para saludar la inauguración de un gobierno civil encabezado por Aung San Suu Kyi, Barack Obama levantó en octubre pasado las últimas barreras a la importación de piedras preciosas a Estados Unidos,
instauradas en 2003. Sin embargo, los expertos internacionales temen
que esta decisión tenga como efecto principal llenar los bolsillos de
los militares y sus aliados, hasta ahora grandes beneficiarios del
desarrollo del sector.
El valle del Mogok cobró el aspecto de paisaje lunar a causa de las excavaciones mineras. Pero los habitantes se benefician poco con los recursos
que generan. Una decena de personas lanzan chorros de agua a
alta presión para quitar la tierra en los bordes del cráter, que luego
es revisada sobre mesas de madera por trabajadores que caminan
descalzos. El trabajo es peligroso, la seguridad mínima y los deslizamientos de terreno frecuentes: la tierra tiembla regularmente a causa de la dinamita utilizada para excavar nuevas galerías.
La mina es propiedad de la Myanmar Gems Enterprise (MGE), una empresa pública dirigida por exmilitares que hasta mayo estaban en la lista negra
de Estados Unidos. MGE posee minas y es además el encargado de otorgar
las licencias de explotación. En este sector tan controlado, el peso
pesado es la Myanmar Economic Corporation
(MEC), holding militar que posee cerca de un centenar de minas en
Mogok, según un informe de la Iniciativa para la transparencia de
industrias extractivas (EITI) - una ONG que supervisa la utilización por
los países de sus riquezas naturales, sea minera, petrolífera o de gas.
La Myanmar Gems Enterprise rechazó una solicitud de entrevista y
no fue posible obtener una reacción de la MEC.
En el centro turístico de Mandalay,
los revendedores esperan la llegada masiva de compradores
norteamericanos. "El precio de los rubíes aumentará en los tres o seis
próximos meses", anticipa Khine Khine Oo frente a su puesto de venta de piedras preciosas en el mercado de la ciudad. Prevé un aumento del 30%,
incluso del 50%. Alentado por los primeros contactos con las empresas
de Estados Unidos, los revendedores ya están preparando sus reservas.
Pocas semanas después de anunciarse el fin de las sanciones, la norteamericana Gem Trade Association envió una delegación a Mogok. Los grupos norteamericanos quieren "trabajar con revendedores autorizados" y "verificar que las piedras preciosas que compran sean extraídas de manera responsable", asegura Douglas Hucker, de la American Gem Trade Association.
Para frenar la explotación sin límites, el gobierno birmano
impuso una condición sobre las nuevas licencias mineras. Las empresas
ahora deben cumplir con reglas ambientales más estrictas
para obtener permisos, aunque de momento se ignoran los detalles de
esas reglas. Algunas oenegés que vigilan el sector, como la británica Global Witness, piden a los inversionistas norteamericanos ser cuidadosos acerca de las condiciones de trabajo de los mineros en Birmania.
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