HELSINKI.- El lunes será un día muy especial
para 2.000 desempleados finlandeses. Por primera vez, y durante los
próximos 24 meses, recibirán en sus cuentas bancarias una renta básica
de 560 euros libres de impuestos, un experimento con el que Finlandia
busca modernizar su sistema de seguridad social.
Los
2.000 parados, de entre 25 y 58 años, fueron seleccionados de forma
aleatoria entre 175.000 personas de todo el país que percibían algún
tipo de subsidio por desempleo el pasado noviembre y están obligados a
participar en el experimento si quieren mantener las prestaciones
sociales.
Los elegidos seguirán recibiendo la renta básica aunque
encuentren trabajo y, en caso de que actualmente ingresen más de 560
euros al mes en subvenciones, la Seguridad Social de Finlandia (Kela)
les abonará también la diferencia para que mantengan los mismos ingresos
que antes.
Si encuentran empleo o superan la
cantidad máxima de ayudas públicas, continuarán percibiendo la renta
básica, pero verán reducidas otras prestaciones.
Los
únicos que dejarán de recibir esta renta serán quienes, durante los
próximos dos años, se incorporen al servicio militar obligatorio, se
jubilen o se muden al extranjero.
El experimento ha
despertado interés internacional, al tratarse del primer país del mundo
que ensaya a nivel nacional la posibilidad de conceder una renta básica a
sus ciudadanos.
No obstante, los responsables del
ensayo reconocen que se trata de analizar una posible modernización del
sistema de seguridad social orientada a los sectores más desfavorecidos,
no de estudiar la eventual introducción de una renta básica universal.
"No creo que este experimento lleve a la aprobación de la renta básica
universal. Dar 560 euros al mes a todos los ciudadanos es demasiado caro
para el Estado, pero es posible que pueda aplicarse a ciertos grupos de
personas con bajos ingresos", explica Marjukka Turunen,
responsable jurídica de Kela.
El experimento forma
parte del programa de reformas impulsado por el Gobierno de
centroderecha del primer ministro Juha Sipilä, quien se ha comprometido a
reducir la creciente brecha en la sostenibilidad de las finanzas
públicas finlandesas.
Los principales objetivos del
ensayo son incentivar la búsqueda de trabajo, reducir la burocracia y
simplificar el complejo sistema de prestaciones sociales finlandés, que
cuenta con cerca de diez tipos distintos de subsidios relacionados con
el desempleo.
"El actual sistema finlandés de
seguridad social es muy burocrático porque hay gran cantidad de
subsidios diferentes y hay que solicitarlos por separado cada vez que
cambian las circunstancias laborales o familiares", afirma Turunen.
El sistema vigente no garantiza que los desempleados que encuentran
trabajo obtengan por ello mayores ingresos, en especial si éste es
temporal o a tiempo parcial, ya que cobrar un salario reduce
automáticamente las prestaciones sociales que reciben.
Esto hace que muchos parados renuncien directamente a buscar empleo o a
darse de alta en la seguridad social como trabajadores autónomos.
Según Turunen, la renta básica ofrece mayores incentivos para
reincorporarse al mercado laboral, al no suponer la pérdida de esos 560
euros mensuales, y garantiza además una mayor seguridad a los
desempleados.
"Queremos comprobar si la renta básica
anima a los participantes a buscar trabajo o bien a emprender, tal como
esperamos, o si la gente se vuelve más pasiva por recibir 560 euros
gratis todos los meses, como auguran algunos críticos", señala.
Los responsables de Kela calculan que el experimento tendrá un coste
total para las arcas públicas de unos 20 millones de euros, aunque el
real será de unos 7,5 millones, ya que buena parte de la renta básica se
sufragará con las prestaciones que dejen de abonarse.
El grupo de expertos que diseñó este ensayo propuso que se extienda a
partir de 2019 a otros grupos de población, como los estudiantes, los
trabajadores autónomos y los empleados a tiempo parcial, aunque el
Gobierno aún no se ha pronunciado sobre esta posibilidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario