domingo, 8 de enero de 2017

Trump se enroca en su defensa de Rusia a riesgo de ser declarado traidor a la patria

BOSTON.- Trump podría estar traicionando a su país si, considerada Rusia como una nación enemiga, se determinara que el magnate ha tratado de entorpecer las investigaciones por el “Putingate”. 

“Tener una buena relación con Rusia es algo bueno, no malo”, tuiteó horas después de saber que Putin manipuló el proceso electoral a su favor.
Si Donald Trump es, como asegura la inteligencia oficial estadounidense, un infiltrado de Putin, es de esperar que Trump lo niegue con vehemencia, como así está siendo. El viernes, Trump aceptó a regañadientes reunirse con los linces de la inteligencia, ese eufemismo empleado en EEUU para hablar de sus propios servicios de espionaje y, en una segunda acepción, de los datos objetivos.
Se reunió el presidente electo con los estoicos generales de la CIA, esos científicos de la geopolítica cuya misión es transmitir al ejecutivo la información pura y dura: la inteligencia, al cabo. Y la inteligencia demuestra que su inminente nombramiento como 45 presidente de Estados Unidos, coincidirá con la opción predilecta de Vladimir Putin en detrimento de Hillary Clinton, por quien el líder ruso, concluyeron los analistas, sentía una antigua e íntima aversión.
Compartieron los generales con el magnate informes inequívocos de la amplia campaña con la que Putin (lo mencionan a él específicamente) torpedeó la candidatura de Clinton mediante la diseminación de noticias falsas (“Pope Francis endorses Trump!”) e informaciones confidenciales obtenidas por corsarios informáticos a sueldo del Kremlin y filtradas posteriormente a Wikileaks.
Salió Trump de aquella reunión algo despeinado y serio, y al rato tuiteó: “La inteligencia asegura que no existe la más mínima evidencia de que el hacking haya afectado a los resultados electorales”. Según el informe oficial, “no se ha evaluado el impacto de las actividades rusas en el resultado de las elecciones de 2016”.
Las consecuencias de la injerencia rusa son tan graves que desde la oposición se habla ya de “riesgo existencial” para la República. Y no sólo desde la oposición. El senador republicano por Arizona y enemigo acérrimo de Trumo, John McCain, ha calificado esta manipulación como “un acto de guerra”, y podría estar orquestando una revuelta silenciosa contra el futuro presidente.
La pregunta que se cierne ahora sobre Washington es si Trump estaba al corriente de las maniobras rusas o si es simplemente el tonto útil de Putin. El primer supuesto sería un caso flagrante de traición, que en el Artículo 3 de la Constitución de EEUU se define como un crimen cometido por quien “debiendo lealtad a los Estados Unidos [...] se adhiere al enemigo dándole ayuda o confort”.
Según esta definición, el presidente electo también podría estar traicionando a su país si, considerada Rusia como nación enemiga, se determinara que aquél ha tratado de entorpecer las investigaciones por la ya demostrada interferencia del Kremlin en los procesos democráticos nacionales.

No hay comentarios:

Publicar un comentario