TOKIO.- El gobierno japonés contempla autorizar la abdicación del
emperador Akihito en favor de su hijo el 1 de enero de 2019, lo que
abriría una nueva era para la casa real, informaron varios medios
locales. "El ejecutivo comenzó a estudiar la accesión del príncipe
heredero (Naruhito) al trono para principios de 2019", indicó el diario
Nikkei, corroborando informaciones aparecidas en otros diarios como
Mainichi y Yomiuri.
La fecha del 1 de enero estaría programada para evitar tener
un año calendario a caballo entre dos eras imperiales, ya que el cambio
de soberano implica el comienzo de un nuevo periodo en la historia de
la Casa. La era actual, denominada Heisei (El logro de la paz) comenzó
en enero de 1989, cuando Akihito sucedió a su padre, Hirohito, tras su
fallecimiento, que marcó el fin de la era Showa.
En agosto Akihito admitió en un discurso que estaba
preocupado por la dificultad para cumplir con sus obligaciones, debido a
su edad, aunque sin mencionar la palabra abdicación, que las leyes que
rigen la casa imperial prohíben. "Felizmente, hoy estoy en buena salud,
pero cuando veo progresivamente mi estado declinar, me preocupa la
dificultad para cumplir con mis funciones" había declarado en una
inusual declaración televisiva en agosto pasado. Sus palabras
desencadenaron una reflexión nacional sobre su final de reino.
"Agradezco profundamente a quienes escucharon mis palabras y reflexionan
sobre ellas desde diversos puntos de vista", dijo el soberano el 23 de
diciembre, día de su 83 cumpleaños.
Este mes, una comisión designada por el primer ministro
Shinzo Abe debe emitir una serie de recomendaciones para redactar una
ley que permita al monarca abdicar, aunque especificando que la norma es
una prerrogativa excepcional para él y no una regla, debido a su
avanzada edad. En virtud de la actual ley que rige para la Casa
Imperial, el emperador de Japón no está autorizado a abandonar el trono
mientras viva. Los textos prevén que podría eventualmente ser liberado
parcialmente de sus tareas (firma de documentos, acoger a embajadores o
visitantes extranjeros, diversas ceremoniass, viajes al extranjero) en
caso de enfermedad o incapacidad mental, pero las condiciones de este
sistema son muy restrictivas.
Además, Akihito expresó claramente que tal medida a medias
no le conviene. En efecto, seguiría siendo emperador y ello significa
para él que se le exigiría la consecuente responsabilidad ante su
pueblo. Akihito dice además temer las consecuencias sobre su familia del
pesado protocolo de luto cuando fallece el emperador.
La mayoría de los universitarios interrogados, igual que el
90% de la población según varios sondeos, consideran que se debería
autorizar al emperador a abdicar, pero el debate se centra esencialmente
en el método: rehacer la ley que regula la Casa Imperial, o redactar
una ley específica que otorgue al actual emperador -y solamente a éste-
el derecho de ceder en vida su título y sus funciones a su hijo
primogénito Naruhito. Esta segunda opción parece tener los favores de la
comisión, pese a algunas opiniones contrarias. Por su lado, los
conservadores temen que un reforma de la ley sobre la Casa Imperial
conduzca a reabrir el tema del acceso de las mujeres el trono, hoy
prohibido.
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