DAVOS.- La economía mundial está
en su mejor momento en muchos años. Los mercados bursátiles viven un
auge, el precio del petróleo sube de nuevo y el riesgo de una
desaceleración brusca de China -un profundo temor hace tan sólo un año-
ha disminuido.
Aún así, no hay ganas de celebración entre los
líderes políticos, empresariales y financieros en su peregrinación
anual a los Alpes suizos para el Foro Económico Mundial en Davos.
Bajo el barniz del optimismo por las
perspectivas económicas hay una aguda ansiedad por un clima político
cada vez más tóxico y una profunda sensación de incertidumbre que rodea a
la presidencia de Donald Trump, que asumirá el liderazgo de la mayor
economía del mundo durante el último día del foro.
El consenso el año pasado había sido que no
existía posibilidad de que Trump fuese elegido. Su victoria, apenas
meses después de un referéndum en el que los británicos decidieron dejar
la Unión Europea, fue una bofetada a unos principios muy queridos para
las élites de Davos: la globalización, el libre comercio y el
multilateralismo.
Trump es la personificación de un nuevo brote
de populismo que se contagia por todo el mundo desarrollado y que
amenaza el orden democrático liberal de la posguerra. Con elecciones a
la vuelta de la esquina en Holanda, Francia, Alemania y posiblemente en
Italia, el nerviosismo entre quienes llegan a Davos se percibe
claramente.
"Independientemente de cuál sea tu visión
sobre Trump y sus posiciones, estas elecciones han creado una muy
profunda sensación de incertidumbre que proyectará una larga sombra
sobre Davos", dijo Jean-Marie Guehenno, presidente de International
Crisis Group, un centro de estudios especializado en la resolución de
conflictos.
Moisés Naim del Fondo Carnegie para la Paz
Internacional es aún más pesimista. "Hay un consenso de que algo grande
está pasando, global y en muchos sentidos sin precedentes. Pero no
sabemos cuáles son sus causas y cómo lidiar con ello", dijo el
venezolano.
Los nombres de los seminarios del foro, que
durará desde el 17 al 20 de enero, evocan un panorama incierto:
"Exprimida y enojada: ¿Cómo resolver la crisis de la clase media?,
"Política del miedo o rebelión de los olvidados", "Un punto de inflexión
para la tolerancia" y "La era post Unión Europea".
Quizás el asunto central en Davos -cuatro días
de mesas redondas, almuerzos y recepciones en que se discuten asuntos
desde el terrorismo a la inteligencia artificial- es si los líderes
podrán ponerse de acuerdo en cuál es la causa del malestar de la gente y
cómo comenzar a articular una respuesta.
Un informe del Foro Económico Mundial
publicado antes de la reunión destacó "la menguante confianza en las
instituciones" y que una recuperación de la fe en el proceso político y
sus líderes será una "tarea difícil".
Guy Standing, autor de varios libros sobre el
"precariado", una nueva clase de persona que no tiene seguridad en el
trabajo ni ingresos predecibles, cree que más gente se está convenciendo
de la idea de que se necesita una reestructuración del capitalismo de
libre mercado, incluso algunos de los que más se han beneficiado de él.
"El grueso de los ejecutivos empresariales no
quieren a Trump y a otros autoritarismos de extrema derecha", dice
Standing, que ha sido invitado a Davos por primera vez. "Quieren una
economía mundial sostenible en la que puedan hacer negocios. Y cada vez
son más lo que se vuelven lo suficientemente sensibles para darse cuenta
de que han sido superados", agrega.
A algunos de los participantes les preocupa
que el ritmo de avance tecnológico y la naturaleza compleja e integrada
de la economía mundial haga más difícil que los líderes puedan moldear y
controlar lo que pasa, y menos aún reformar el sistema mundial.
La crisis financiera de 2008 y 2009 y la
crisis de los inmigrantes en 2015 y 2016 ha dejado en evidencia la
impotencia de los políticos, profundizado la desilusión y empujado a la
gente hacia los populismos, que ofrecen explicaciones y soluciones
simples.
El problema, dice Ian Goldin, un experto en
globalización y desarrollo de la Universidad de Oxford, es que muchos de
los asuntos más importantes ahora, desde el cambio climático a la
regulación financiera, sólo pueden resolverse con cooperación
multilateral, exactamente lo que rechazan los populistas.
"La política mundial está en su peor momento
en mucho tiempo", dijo Goldin. "En momentos en que necesitamos más
coordinación para enfrentarnos al cambio climático y otros riesgos
sistémicos, nos estamos volviendo cada vez más aislados".
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