MÉXICO.- Amigo personal de Donald Trump
durante dos décadas, el empresario inmobiliario estadounidense de origen
cubano Jorge Pérez no sólo tilda de "estupidez" el muro que el
presidente quiere construir en la frontera con México, sino que rechazó
ser su secretario de Vivienda y cree que no durará en el cargo.
En uno de los hoteles más exclusivos de
Ciudad de México, Pérez repasa la actualidad de EE.UU. para asegurar que
las instituciones del país "son tan fuertes, con tanta historia, que un
presidente no las puede destruir".
"Si Trump sigue en un camino malo lo sacan, hay un
'impeachment' (juicio político) o algo así", advierte este hombre de
negocios de 67 años, casado dos veces y padre de cuatro hijos.
Pérez nació en Argentina producto de un matrimonio de cubanos que fue a
Buenos Aires por el trabajo del padre, directivo de una farmacéutica
estadounidense.
Regresaron a Cuba pero debido a la Revolución castrista muy pronto huyeron hacia Colombia.
Tras estudiar en una universidad de EE.UU., construyó dos residencias
para ancianos en la Pequeña Habana de Miami, con fondos públicos
federales, y de allí un imperio que le ha valido el apodo de "Rey de los
condominios".
Según la lista de las mayores fortunas
del planeta de la revista Forbes, el fundador y presidente de Related
Group ocupó en 2016 el puesto 495 con 3.300 millones de dólares. Trump
está en el 324 con 4.500 millones.
Pero no solo el
éxito en los negocios los une, sino los propios negocios, pues Pérez ha
construido en EE.UU. cinco Trump Towers, y una larga amistad.
"Fuimos muy amigos durante dos décadas. Nos divertíamos, tomábamos con
las mujeres, íbamos a los campeonatos de golf. Siempre me invitaba a sus
Miss Universe. Siempre la pasábamos muy bien", relata sobre Trump, que
incluso le escribió el prólogo de un libro.
Esa
complicidad llevó al republicano a ofrecerle ser secretario de Vivienda y
a participar en la construcción del muro fronterizo entre México y
EE.UU., ofertas que rechazó, revela Pérez.
Con la primera, compartió al menos con la nueva Administración su visión del sector, pero con la segunda fue más tajante.
"Que se puede construir en dos años, claro que se puede, que sigue
siendo una estupidez, sigue siendo una estupidez", sentencia.
Como argumento remarca que "con los problemas que tiene Estados Unidos
de pobreza, salud pública, 'homeless' (indigentes), gastarse billones de
dólares en un muro es una locura".
Afirma que además
de ser una iniciativa "inmoral", responde a "una retórica bastante
superficial y absurda", pues "una pared no va a parar a la gente con
hambre que quiere buscar empleos mejores".
"Eso es lo
que ha hecho de Estados Unidos lo que es, los inmigrantes con ganas de
trabajar y de crear una nueva vida", dice este hombre hecho a sí mismo,
un clásico producto del "sueño americano".
Tampoco le
gustan los conflictos de intereses que acechan al presidente, cuyos
tuits sobre el tema (el último en defensa de su hija Ivanka) sientan "un
precedente horrible".
Ni su política sobre el medio
ambiente, la salud pública o el libre comercio, terreno en el que se
ofrece a asesorar, junto con el magnate mexicano Carlos Slim, a México y
EE.UU. en la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del
Norte, defenestrado de antemano por Trump.
Para
México, donde empezó a invertir en la década pasada en Puerto Vallarta
con unos condominios de lujo que ahora está lanzando también en Cancún y
Zihuatanejo con una inversión superior a los 2.000 millones de dólares,
solo tiene buenas palabras.
"México me gustó mucho
por la cultura, es el único país que a diferencia de los otros países
latinoamericanos, en vez de mirar a Europa, mira internamente y exalta
su arte nativo", explica.
"Es un país que ha llegado,
más que cualquier país latinoamericano, a una transparencia, con muchos
problemas, a unos sistemas más progresistas", añade.
No esconde que su interés por esa nación tiene también que ver con que
su situación en EE.UU. puede verse amenazada con los planes de Trump.
"Me preocupan mis negocios en Estados Unidos, en Miami el 80% de
nuestros compradores de condominios son de Latinoamérica. Que el
latinoamericano no se sienta bien de venir a Miami tiene un (efecto)
negativo muy grande", reconoce.
A modo de ejemplo,
expone que "si es más difícil para un argentino conseguir un visado
(para EE.UU.), enseguida van a hacer lo mismo contra un americano en
Argentina".
"Si se crea otra vez una enemistad, una
frialdad casi entre los países del norte y del sur no le conviene a
nadie y especialmente a los hombres de negocios que quieren hacer
negocios acá y allá", concluye.
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