domingo, 16 de julio de 2017

España y algunos efectos del Brexit / Inocencio Arias *

Nuestros Reyes llegaron a Gran Bretaña en visita oficial en un momento delicado para la Primera Ministra May. Su popularidad ha bajado, se ha llevado un mandoble electoral considerable, varios medios de información importantes la critican y una buena parte de los votantes, 55%, creen que las negociaciones de salida de Europa producirán un mal resultado para el país. Hay columnistas de prestigio que apuntan a que Gran Bretaña saldrá de alguna forma humillada.

Puede que la señora May se haya arrepentido de haber proferido aquello de que el Brexit quiere decir Brexit, es decir salir de Europa.

El Gobierno de España no parece estar entre los halcones europeos a la hora de exigir que Londres pague cara su decisión de marcharse. Van emergiendo, con todo, alguna de las consecuencias de la ruptura. Varias capitales europeas batallan ansiosamente por conseguir que las numerosas empresas financieras y de otro tipo que abandonarán la City se instalen en ellas. 

No deberíamos abrigar excesivas esperanzas en esta lotería. Las ciudades mejor colocadas son Frankfort-un par de grandes firmas japoneses ya han manifestado que desembarcarán allí-, Dublín-que es la que sale aventajada en una encuesta entre ejecutivos-Paris, Luxemburgo…No dudo de que alguna acabará recalando en España, también tenemos atractivos, pero  hay que ser realistas sobre el número.

Luego está el tema de los expatriados tanto de los comunitarios que viven en Gran Bretaña como de los británicos que residen en uno de los países de la Comunidad .España es, con diferencia, el país que acoge a un mayor número de estos. Del millón escaso de británicos que viven en la Comunidad un tercio está en España (hay abundantes jubilados, más de cien mil perciben una pensión procedente de Gran Bretaña), el doble que en Francia que es el país que nos sigue. 

Por el contrario, es Polonia la nación con más emigrantes en el Reino Unido, unos 918.000- la imagen del fontanero polaco que suplanta laboralmente a un británico hizo mella en el votante partidario del Brexit- de un total de 3.100.000 comunitarios. Le sigue Irlanda con 360.000 lo que constituye un porcentaje importante de la población irlandesa. España ocupa el quinto lugar con unos 140.000. Esta cifra no coincide con la existente en nuestros consulados dado que no son pocos los españoles que se “olvidan” de inscribirse en nuestras representaciones. Tienen cosas más importantes que hacer.

La situación de estos extranjeros, sin problemas a corto plazo, tendrá que ser totalmente aclarada por la señora May. Su cerrazón inicial en otros campos comienza a dulcificarse. Acaba de admitir que La Corte Suprema Europea tendrá algunas competencias en casos británicos varios años después de la ruptura.

Todo es no le va a resultar el camino de rosas que prometió a sus ciudadanos.


(*) Diplomático español


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