TEHERÁN.- Durante
años los iraníes tuvieron que contentarse con "Mash Donalds" o "Pizza
Hat", pero desde hace poco las cadenas de restaurantes occidentales
empiezan a llegar, y eso que hacer negocios en Irán no es apto para
medrosos.
La
economía iraní ha depositado sus esperanzas en los inversores
extranjeros tras el levantamiento de parte de las sanciones
internacionales, como consecuencia del acuerdo en materia nuclear
concluido con las grandes potencias en 2015. Hasta entonces se ahogaba
por las sanciones de Estados Unidos y la burocracia.
Convencidas
de que el riesgo vale la pena, algunas franquicias europeas han entrado
en el mercado iraní de la restauración, que representa 7.000 millones
de dólares (poco más de 6.000 millones de euros) anuales, según la
sociedad local de consultores ILIA, que calcula que esta cifra se
duplicará en diez años.
La
española Telepizza abrió en julio su primer restaurante en Teherán, a
través de un consorcio iraní que prevé invertir 100 millones de euros en
la apertura de establecimientos en otras ciudades del país.
El
primer europeo en aventurarse fue el empresario francés de 41 años
Amaury de la Serre, quien compró los derechos de una cadena francesa de
sushi (japonés) para lanzarse en Irán, del que quedó prendado durante
una visita en 2013. Sushi Shop abrió la semana pasada en un barrio
acomodado de Teherán tras casi dos años de trabajo.
"Hay
una fuerte voluntad del gobierno de atraer capitales extranjeros y el
saber hacer, pero a nivel administrativo cotidiano es un infierno",
declaró De la Serre.
"Todo
lleva tiempo, todo es complicado. Es muy, muy difícil trabajar con las
aduanas", asegura. "Pero no hay nada sin esfuerzo. Aquí todo cambia a
una velocidad increíble. Me gusta este país y estoy muy contento de
asistir a toda esta evolución", añade.
Poner
en marcha la red de abastecimiento para procurarse los ingredientes es
complicado y encontrar local se convierte en una aventura.
El
gobierno afirma que intenta aligerar la burocracia, pero según un
informe del Banco Mundial (BM) sobre la facilidad para hacer negocios,
el país perdió este año tres puestos y se sitúa en el 120º de una lista
de 190.
El
otro rompecabezas viene de Europa, donde los grandes bancos congelan
las cuentas o las transferencias en cuanto detectan un vínculo con Irán
por miedo a sanciones de Estados Unidos, explica De la Serre.
Además se divisan nubarrones en el horizonte, por la retórica belicosa de la Casa Blanca.
Con
su retórica agresiva contra Irán, el presidente estadounidense, Donald
Trump, pone nerviosos a los inversores. Esta misma semana, su gobierno
impuso nuevas sanciones a Teherán por el programa de misiles balísticos y
su comportamiento "dañino" en Oriente Medio.
Los
conservadores iraníes, desconfiados respecto a lo que llaman "la
infiltración cultural" de Occidente en Irán, tampoco facilitan las
cosas.
En
1994, un restaurante llamado McDonald's fue incendiado dos días después
de abrir en Teherán, pero el sentir general ha cambiado y en la
actualidad la clase media y la pudiente de Irán se sienten atraídas por
las marcas extranjeras.
En
cualquier caso, las autoridades reconocen la apremiante necesidad de
inversiones extranjeras parar crear empleo y reducir la desocupación que
afecta al 12,6% de la población y a casi el 27% de los jóvenes.
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