SAIGÓN.- El optimismo económico, el fuerte desarrollo tecnológico
y la juventud de su población han convertido a Vietnam en un campo
fértil para el crecimiento de nuevas empresas tecnológicas.
"Vietnam es el mercado de startups más dinámico del Sudeste Asiático.
Creemos que las startups vietnamitas van a tener un fuerte crecimiento y
van a mejorar la vida de la gente con la tecnología", dice Adrian
Tan, director de Viisa, una empresa de Singapur que busca los proyectos
más prometedores del mercado vietnamita y les ayuda a dar sus primeros
pasos y a encontrar inversores.
Su oficina es un cubículo en un centro de trabajo
compartido por una veintena de empresas tecnológicas en Saigón, la capital económica del país.
Lejos de los formalismos de las oficinas convencionales, el centro es un
hervidero de jóvenes vestidos con pantalones vaqueros y camisetas y
volcados en sus ordenadores portátiles.
"En Vietnam
hay una energía muy inspiradora, un optimismo que te hace sentir que hay
muchas posibilidades. Además, los jóvenes no tienen miedo a fallar",
comenta Tan.
Entre las ventajas de Vietnam, el
empresario destaca los buenos datos macroeconómicos (6 por ciento de
crecimiento del PIB), el interés de fondos de inversión de todo el mundo
por entrar al mercado vietnamita y, sobre todo, el buen nivel de los
ingenieros informáticos.
"Cada año salen de las
universidades 60.000 nuevos ingenieros con un nivel muy bueno en
matemáticas y ciencias, por encima de los países del entorno. Es fácil
encontrar ingenieros de muy alto nivel que en otros países tendrían
salarios muy altos", explica.
Alberto Moreno, un
joven español que en 2013 fundó con un socio Baolau.com, un portal que
facilita la organización de viajes por el país y la compra de billetes,
coincide: "en Vietnam hay muchas ganas, muchas iniciativa, mucho capital
y fondos que apuestan por los emprendedores".
"Los
fondos son más valientes que en España e incluso que en Estados Unidos.
Hay potencial para crear un mercado grande", añade.
Este ambiente favorable, con éxitos sonados como el videojuego
Flappybird, creado en Hanoi por Nguyen Ha Dong, o la inversión de 28
millones de dólares que una filial de Goldman Sachs realizó hace un año
en la empresa de pago electrónico vietnamita Momo ha favorecido la
comparación de Vietnam con Silicon Valley.
Al norte
de Saigón, un flamante parque tecnológico llamado Silicon City
intenta atraer a las empresas más punteras, mientras el Ayuntamiento de
la ciudad ha puesto en marcha un fondo de 45 millones de dólares para
apoyar 2.000 nuevos proyectos en los próximos cinco años.
Sin embargo, Tan y Moreno coinciden en que la comparación con el valle californiano es cuando menos exagerada.
"Muchos gobiernos en el mundo quieren esa etiqueta, pero aquí la
burocracia es lenta, se necesitan al menos dos meses para registrar una
empresa local. El Gobierno intenta agilizar las cosas, pero va a llevar
tiempo", indica Tan.
Moreno ha vivido en sus carnes las dificultades de la administración comunista vietnamita para crear un nuevo negocio.
"Se tardan tres o cuatro meses si eres extranjero, no facilitan la inversión", se queja.
Pese al éxito de su compañía, que ya vende el 75 por ciento de los
billetes de tren online del país, Moreno cuestiona el optimismo general
de las startups y alerta de la corta vida de muchos proyectos.
"Aquí el éxito es conseguir una ronda de inversión, pero más de la
mitad de esos proyectos mueren al cabo de año y medio. Ha habido algunos
que se han quedado en nada tras recibir inversiones brutales", subraya.
Además, apunta que trabajar con ingenieros locales no es tan sencillo
por el bajo nivel de inglés general y por su tendencia a imitar más que a
innovar.
"Vietnam es un país dinámico, las cosas van
muy deprisa y hay predisposición para probar cosas nuevas, pero no todo
son ventajas", concluye.
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