El Banco Central Europeo (BCE) está tanteando la posibilidad de
reduci4r sus compras de deuda, es decir, dejar de insuflar liquidez a
los mercados. Las últimas insinuaciones en este sentido apuntan hacia
finales de año, lo que significa que a partir de ese momento, si se
confirma, los tipos de interés pueden experimentar una tendencia
alcista que modifique los hábitos de endeudamiento, y en todo caso los
costes, de estos cómodos últimos años. La expectativa afecta a los
Estados y a las empresas, ya que el BCE está comprando activos
públicos y privados.
No está claro que el cambio de rumbo en la policía
monetaria del BCE se vaya a producir en los últimos compases del año,
pero la posibilidad de que así sea es alta, lo que ha puesto en guardia a
los inversores, como se ha visto a lo largo de esta última semana,
cuando se han conocido las interioridades de las discusiones del órgano
de decisión del BCE.
El cambio de política, con el cese de las compras de activos, tendrá
una gran influencia en la política financiera de los Estados, pero
afectará también a las empresas, ya que el BCE ha llegado a hacerse con
importantes volúmenes de deuda emitida por unos y otros. En el caso de
España, la deuda de las empresas españolas en poder del BCE ronda los
10.000 millones de euros. La deuda española en conjunto, incluyendo
Deuda Pública del Estado y de entes públicos más las cédulas de bancos y
entidades financieras, ronda los 260.000 millones de euros.
Tal volumen de deuda ha servido entre otras cosas para apoyar las
necesidades financieras del sector público español y de una parte del
sector empresarial, apoyando asimismo los bajos costes de esta deuda.
Esta política ha sido un inestimable apoyo para la recuperación de la
economía. Si se retiran estos apoyos del BCE, toda esta deuda tendrá que
ir volviendo paulatinamente al mercado, es decir, buscar otros
compradores, lo que puede poner en dificultades la financiación de
Estados y empresas Motivo por el cual es de suponer que este giro en la
política monetaria del BCE se realice de forma gradual y no provoque
caídas en el vacío.
Una de las variables que puede resentirse es el precio de los
activos, ya que al quedar fuera del mercado un comprador tan importante
como el BCE, habrá más dificultades para colocar deuda y, por lo tanto,
pueden aumentar los costes de Estados y empresas. En el caso español,
la factura financiera de la Deuda Pública es muy elevada, pero en la
actualidad se beneficia de los bajos tipos de interés que se aplican a
casi todas las emisiones de títulos que realiza el Estado. Una subida de
tipos cuando el volumen de deuda emitida es tan elevado va a ser una
de las amenazas a las que tendrá que enfrentarse España en los próximos
años.
Hacer que la Deuda Pública española sea sostenible es uno de los
mayores retos que tiene por delante la economía española y la
percepción que exista en los mercados sobre esta sostenibilidad afectará
a todos los estratos de la economía, la pública y la privada. Hay
varias agencias de calificación pendientes de obtener buenas garantías
de que esta deuda será llevadera y podrá pagarse sin problemas. Ni que
decir tiene que el veredicto de estas agencias de calificación será de
enorme importancia para el futuro de los tipos de interés y para la
capacidad de emisión de deuda por parte del sector público y de las
empresas privadas.
(*) Periodista y economista español
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