SAO PAULO.- Brasil
registró en junio una deflación por primera vez en 11 años y la mayor
en casi dos décadas, en medio de una aguda crisis económica y un alto
índice de desempleo que ha desincentivado el consumo en la mayor
economía de Sudamérica, informó hoy el Gobierno.
Presionado
por el abaratamiento de la energía, del combustible y de los alimentos
frescos, el índice de junio fue de -0,23 %, la primera tasa negativa
desde junio de 2006 (-0,21 %) y la más baja desde agosto de 1998 (-0,51
%), según informó hoy el estatal Instituto Brasileño de Geografía y
Estadística (Ibge).
La
tasa del sexto mes del año es inferior a la registrada en mayo, cuando
el nivel de los precios llegó al 0,31 %, y también a la de junio de 2016
(0,35 %).
De
esa forma, el índice acumulado en el primer semestre de 2017 se situó
en el 1,18 %, muy por debajo del 4,42 % registrado entre enero y junio
de 2016, lo que supone el resultado más bajo de la serie histórica en
dicho periodo.
Además,
en los últimos doce meses del año, la inflación fue del 3 %, compatible
con la meta que se impuso el Gobierno de terminar el año con una
inflación del 4,50 %, con un índice de tolerancia de dos puntos
porcentuales.
La
baja inflación de los últimos meses supone un alivio para los
consumidores -después del 10,67 % registrado en 2015, su mayor nivel en
13 años, y del 6,29 % de 2016-, pero demuestra la gravedad de la
situación económica de Brasil y la disminución de la confianza de los
consumidores, en medio de la crisis política del país.
Acorralado
por una denuncia de corrupción pasiva, el presidente Michel Temer negó
hoy, al llegar a Hamburgo (Alemania) para participar en la cumbre del
G20, que hubiese una crisis económica en Brasil.
"Crisis
económica en Brasil no existe. Pueden fijarse en los datos que dicen
que estamos creciendo, en empleo, industria y agroindustria. En Brasil
no existe crisis económica", aseguró Temer, en declaraciones a
periodistas brasileños.
El
Producto Interior Bruto (PIB) creció un 1 % en el primer trimestre del
año gracias al buen desempeño del sector agrícola, después de la caída
del 3,6 % de 2016 y de la fuerte bajada del 3,8 % de 2015.
No
obstante, el Gobierno volvió a recortar recientemente las proyección de
crecimiento para este año, que se sitúa por debajo del 0,5 %, menos de
la mitad de lo que preveía hace algunos meses, y podría efectuar nuevas
revisiones en medio del escándalo que ha puesto a Temer contra las
cuerdas.
El
desempleó cayó tímidamente en mayo y se situó en el 13,3 % de la
población activa, pero continúa siendo un caballo de batalla para el
Ejecutivo y afecta a 13,7 millones de brasileños.
Además
de la incidencia del paro, la reducción de la inflación en los últimos
meses se ha visto estimulada por una cosecha récord de alimentos y por
la política restrictiva que el Banco Central adoptó hasta el año pasado
de elevar los intereses para encarecer el crédito.
El
organismo emisor ya comenzó a reducir los tipos para intentar reactivar
la economía y podría anunciar nuevos recortes si la inflación sigue
baja.
El
coordinador de Índices de Precio al Consumo (IPC) del Instituto
Brasileño de Economía de la Fundación Getulio Vargas, André Braz, señaló que la deflación de junio es "positiva" porque demuestra que la
inflación está en desaceleración y consideró poco probable que en julio
vuelva a haber una tasa negativa, lo que podría crear cierta
preocupación dependiendo de las causas.
Braz
admitió que el consumo en Brasil continúa débil en medio de la crisis,
pero precisó que la deflación en junio -un mes históricamente con
inflación baja- estuvo principalmente estimulada por la caída del precio
del combustible y de la energía eléctrica.
Para
Lucas de Lima Carvalho, especialista en consultoría tributaria de
estructuración, la deflación podría ser negativa, pero en este caso es
"puntual".
No hay comentarios:
Publicar un comentario