lunes, 24 de julio de 2017

China ya no paga en efectivo

SHANGHÁI.- La imagen provocó gran sorpresa entre el público chino a finales del pasado mes de abril, pero refleja bien la revolución de los pagos 'on-line' que se está gestando en el gigante asiático: un mendigo de la ciudad de Jinan fue fotografiado con un código 'QR' colgado del cuello para que las almas caritativas pudiesen escanearlo y transferir así dinero a su cuenta de Alipay, el monedero electrónico diseñado por el gigante del comercio electrónico Alibaba. Pocos días después, medios de comunicación locales descubrieron que no es el único que acepta donaciones de esta forma.

Al fin y al cabo, los pagos en Internet han alcanzado en China cifras récord mundiales, sobre todo los que se hacen desde el 'smartphone'. No en vano, un 95% de los 731 millones de internautas accede a la Red desde sus dispositivos móviles, y el año pasado 469 millones de personas pagaron 'on-line'. El volumen de sus transacciones duplicó la cifra de 2015 y alcanzó -según iResearch- los 57 billones de yuanes (7,7 billones de euros). Es un importe que multiplica por 50 el de los pagos cibernéticos en Estados Unidos, el segundo mayor mercado del sector.
«Se trata de un sistema muy sencillo y práctico», comenta Jiang Hui, profesor de Economía de la Universidad de Jiaotong, en Shanghái. «Es seguro, porque no requiere llevar encima dinero en efectivo y las operaciones están verificadas por una contraseña o por sistemas biométricos como el sensor de huellas dactilares del móvil, y carece de la burocracia que lastra a la banca». No obstante, Jiang apunta un factor clave que diferencia a China del resto del mundo. «El éxito reside en el hecho de que casi todos los comercios e individuos han incorporado este sistema de pago».
Sus palabras adquieren sentido en cualquier ciudad china. Vivir sin dinero en efectivo, e incluso sin tarjetas bancarias, es una posibilidad al alcance de cualquiera. Basta con vincular una cuenta bancaria a los servicios de Alibaba o Tencent -que gestiona WeChat Pay-, y todas las operaciones del día a día se pueden realizar con el móvil o el ordenador: compras en Internet, en comercios físicos de todo tipo y en máquinas de 'vending', pagos a servicios públicos como la electricidad, el gas, o el agua, transferencias entre usuarios sin comisiones, e incluso el abono de impuestos gubernamentales. Los logotipos de Alipay o WeChat Pay son ya mucho más habituales que los de las principales empresas de tarjetas -Visa, MasterCard, o Union Pay-.
«Curiosamente, para muchos chinos, sobre todo los jóvenes, esto supone un salto del efectivo al dinero electrónico sin pasar por las tarjetas. China ha sido tradicionalmente un país en el que los fajos de billetes han tenido gran aceptación, pero ahora se ha pasado de un extremo al otro», apunta Jiang. Y los bancos están sufriendo para mantener su cuota de mercado. «Han llegado tarde y sus aplicaciones de pago 'on-line' no cuentan con mucha aceptación», explica el profesor. Se estima que solo en 2015 el sector bancario perdió unos 20.000 millones de euros en comisiones que dejó de cobrar por el auge 'on-line'.
Y esto no ha hecho más que empezar. La consultoría iResearch prevé que el volumen de transacciones total se dispare hasta los 116,7 billones de yuanes (15,7 billones de euros) en 2019, y su competidora Acuity Research avanza que en 2020 el 60% de todos los pagos se realizará online y estará verificado con sistemas biométricos. Por si fuese poco, el negocio de Alibaba y Tencent no se queda ahí, y ya cuentan también con productos de inversión que se gestionan a través del móvil.
Un buen ejemplo de ello es el fondo de inversión Yu'ebao -gestionado por Ant Financial para Alibaba-, que se ha convertido en el mayor del país con un capital superior a los 800.000 millones de yuanes (108.000 millones de euros) y con más de 300 millones de pequeños inversores. «Al final, empresas como Alibaba -el mayor portal de comercio electrónico del mundo- se convierten en entidades financieras que ponen en circulación moneda de curso legal. Lógicamente, llegará el momento en el que haya que regular su actividad, ya que al gobierno chino le preocupan tanto la masa monetaria como el cambio de divisa», avanza Luis Galán, fundador de la consejería especializada en comercio electrónico 2Open.
De momento, las ventajas de los pagos electrónicos saltan a la vista: suponen un buen método para controlar y combatir el dinero negro, y otorgan mayor control sobre la población al Gobierno, que puede exigir los datos de todas las transacciones de los usuarios a las empresas que las gestionan. Pero, a falta de mayor regulación, los pagos 'online' también sirven actualmente para realizar pagos que no están sujetos a impuestos y para sostener una gigantesca economía sumergida que crece al calor del comercio electrónico. Como siempre, ofrece tantas oportunidades como riesgos.
No hay más que caminar un rato por las tiendas 'duty free' de cualquier gran aeropuerto europeo para darse de bruces con tres logotipos poco conocidos: el de Union Pay -la principal tarjeta bancaria de China- y los de Alipay -el sistema de pago 'on-line' de Alibaba- y WeChat -el homólogo de su rival Tencent-. Son, sin duda, un elemento clave para atraer a los viajeros chinos, que son también los turistas más numerosos del mundo y los que más gastan. En muchos de estos aeródromos, los viajeros pueden recuperar los impuestos de sus compras 'tax free' directamente en su cuenta de Alipay.
Pero los gigantes de los pagos chinos también quieren extenderse por los comercios tradicionales. Algunas grandes cadenas ya han comenzado a aceptarlos, y tanto Alipay como WeChat Pay ya han diseñado su desembarco en Occidente. La primera anunció a principios de mayo un acuerdo con la estadounidense First Data Corp. para acceder a sus cuatro millones de usuarios. «Queremos proporcionar servicio a los millones de chinos que visitan Norteamérica cada año», afirmó Souheil Badran, presidente de Alipay para esa región.

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