BARCELONA.- Daniel Estulin se hizo mundialmente famoso con su serie de libros sobre el Club Bilderberg.
Gracias a él supimos que existe un poder en la sombra, más allá del
control de los gobiernos, que mueve los hilos de la economía mundial
para perpetuarse en el poder. Hasta ahora, el modelo implementado por David Rockefeller y Henry Kissinger
que convirtió al capitalismo en un modelo extractivo voraz en busca del
crecimiento infinito no encontraba oposición. Ya la tiene,según afirma Estulin a La Vanguardia.
Y Donald Trump es la cara visible de un contrapoder tejido por
los intereses comunes de otros gigantes: el Imperio Británico, Hong
Kong, los Rothschild y la aristocracia europea son el soporte del actual
presidente de EEUU. Y ambos modelos no pueden coexistir. Así lo explica
Estulin (autor también de obras como Conspiración Octopus, Demontando Wikileaks y Fuera de Control )en el trabajo que acaba de publicar, La trastienda de Trump (Planeta).Según él mismo asegura es la mejor de todas sus libros.
Todos los gobiernos de EEUU han intervenido en lugares lejanos
(de Vietnam a Nicaragua o Afganistán) en función de su propio interés.
¿Con Donald Trump en la Casa Blanca estamos más cerca de un conflicto a
escala global?
Lo dudo mucho. Trump es un 90% por ciento una reacción inevitable a
la política exterior de Estados Unidos y, seguramente, también a la
política interior, porque hoy en día la línea que separa ambas se ha
desdibujado mucho. La soberanía nacional ha sido sustituida poco a poco
por la soberanía empresarial. Nutridas inicialmente por el Estado, las
principales empresas transnacionales, instituciones financieras globales
y comunidades internacionales en línea se han vuelto lo suficientemente
potentes como para reivindicar políticas independientes y, en algunos
casos, dictar las necesidades y oportunidades de países enteros,
incluido Estados Unidos. Estos actores, que no son Estados, son los que
dan forma a la actual agenda global.
¿Quiénes en Washington temen que Trump pueda acercarse a Rusia y a China, los enemigos tradicionales de EEUU?
Cualquiera vinculado al modelo liberal/banquero/financista. Desde la
crisis financiera de 2008, las élites de los círculos financieros se han
limitado a seguir expandiendo su asalto salvaje contra los estándares
de vida de su población y las leyes del progreso económico físico,
mientras seguían enriqueciéndose. Su sistema financiero está condenado y
podría explotar en cualquier momento, lo que desataría un caos social
inimaginable en todo el mundo. La idea de que Donald Trump unirá Estados
Unidos con Rusia, China y la India en un nuevo paradigma de desarrollo
económico se observa por su parte, no sin acierto, como una amenaza
mortal a su existencia.
Ni siquiera en el partido republicano el apoyo a Donald Trump es
total, altísimos cargos del partido, como John McCain, han hablado mal
de él. ¿Sería adecuado usar la metáfora que, para hacer frente a
Clinton, algunos alimentasen demasiado a la bestia y se les fue de las
manos?
Trump está luchando contra el Estado Profundo. Y el Estado Profundo
no distingue entre los partidos: su modelo económico está basado en el
crecimiento ilimitado en un planeta con recursos naturales limitados.
Por eso, tanto los republicanos como McCain y expresidente Bush padre
votaron en contra de Trump; ellos y los demócratas tienen a Trump como
su enemigo. Es evidente que la única posibilidad que tienen los
financieros de garantizar su propia supervivencia es controlar el
sistema de la Reserva Federal desde la Casa Blanca. Es por eso entonces
que los banqueros/financieros promocionan a determinadas personas
(Hillary Clinton) para ocupar el cargo de presidente de Estados Unidos.
De haber sido elegida Clinton presidente, les hubiera protegido del
descalabro en marcha.
Ese Estado Profundo del que hablas, el Gobierno de la Empresa
Mundial S. A. como también le llamas en otras ocasiones –del que
Bilderberg y otros clubs privados serían la punta semivisible–, tiene
hombres en todas partes. ¿Cómo no les fue posible truncar el ascenso de
Trump hasta llegar a presidente?
Porque la gente detras de Donald Trump son infinitamente más poderosa
que los que le apoyaron a Clinton. Trump vs Clinton era una batalla por
la supervivencia de dos modelos económicos que no pueden coexistir. Es
la lucha entre Clinton como la cara visible de un poder transnacional
centrado en la figura de Rockefeller, banqueros transnacionales, Empresa
Mundial S. A., es decir, poderes fácticos económicos con más poder que
cualquier gobierno en la Tierra. A ellos se suman globalistas, Silicon
Valley, Hollywood, la burocracia de Washington, Wall Street, las
agencias de inteligencia y los medios de comunicación contra Donald
Trump. Y a él lo respaldan los financieros no americanos centrados en la
City de Londres, Singapur, Hong Kong (centro mundial de lavado de
dinero procedente de las drogas y bajo la inteligencia y control
británicos), los restos de la elite del Imperio Británico, los
Rothschild y, finalmente, las elites europeas representadas por la vieja
aristocracia continental de las Casas de Sajonia, Austro-Húngara y
nobleza otomana, los Guelfos y la Nobleza Negra Veneciana.
El Gobierno Mundial S. A. debe ser en extremo tentador. ¿Cómo
prevés que pueden estar tentando a Trump, un multimillonario que, tras
entrar en el Despacho Oval, lo tiene todo?
El juego es mucho más grande que Gobierno Mundial. Se trata del
salvar el mundo de una tercera guerra termonuclear. Si llegásemos a un
desplome económico (y vamos a llegar si en menos de un año no encuentran
modelo económico alternativo) empezará la guerra. El grupo alternativo
(los aislacionistas que respaldaban a Trump) lo entienden y por eso ya
en 2014 también empezaron a posicionarse para las siguientes elecciones
generales de 2016 en Estados Unidos. ¿Por qué Trump? No es político,
porque los políticos piensan ante todo en cómo evitar exponerse y, por
ende, quedar vulnerables. Al contrario, Trump piensa en cómo obtener
resultados. Por lo tanto, no se produjo una división entre partidos
(Republicano vs Demócrata), como en 2014, sino en su propio seno: los
republicanos ganaron porque el plan para poner en marcha la imprenta de
dinero y así salvar el sistema financiero mundial se asoció a los
demócratas, mientras que el plan para salvar la economía nacional se
asoció a los republicanos. Los aislacionistas más destacados, es decir,
los defensores de la economía nacional, fueron Rand Paul y Trump, del
Partido Republicano, y Bernie Sanders, del Partido Demócrata. Por eso el
presidente Obama, al principio, respaldaba firmemente a Sanders. La
cronología de los hechos es fácil de seguir: el caso Strauss-Kahn tuvo
lugar en 2011; el escándalo de Goldman Sachs ocurrió en 2013; Obama
detuvo la impresión monetaria (expansión cuantitativa) en 2014, y en
2016 se produjo el brexit en el Reino Unido y la victoria de Trump en Estados Unidos.
En el libro usas conceptos durísimos contra los gobiernos
occidentales y los despachos de Londres y Wall Street que tus lectores
ya conocemos. Me refiero a las acusaciones de ser aliados de los
cárteles de la droga y de los traficantes de armas. ¿Cómo puede
interferir la llegada de Trump en este lucrativo tinglado internacional?
La droga es el lubricante de la economía mundial que mueve 950 mil
millones de dólares al año en efectivo. La mejor manera de quitarle el
poder al Estado Profundo detrás del negocio de la droga es eliminar los
agentes que mueven este mercado, sobre todo, la CIA. Asi que, con Trump,
estamos viendo al realineamiento de una parte de las finanzas
privatizadas con el ejército y la inteligencia militar. La Oficina de
Inteligencia Naval, la Agencia de Inteligencia de la Defensa, la Oficina
Nacional de Reconocimiento, la Agencia de Seguridad Nacional, etc,
todas se están alineando con Trump. Lo que están haciendo es dejar a la
CIA a la intemperie. Si tienes a esas agencias, ¿para qué necesitas a la
CIA? Lo único que hace la CIA y que tú podrías necesitar está
relacionado con el tráfico de drogas y las operaciones encubiertas.
Excepto que las otras agencias de Inteligencia son igual de capaces de
llevar a cabo ese tipo de operaciones. En otras palabras, parece que
estamos asistiendo a un caso clásico de aislamiento. No van a quitarse
de encima a la CIA; solo van a convertirla en irrelevante. Gradualmente,
con el tiempo, el presupuesto se hundirá y los recursos financieros de
seguridad nacional se irán a las otras agencias. Si esta lectura es
correcta, y tenemos que asumir que lo es, entonces sospecho que en algún
momento de su primer o segundo mandato, si Trump es reelegido,
asistiremos a una gran reestructuración de toda la Inteligencia de
Estados Unidos.
Lo más interesante de tus libros es que desvelas
organismos, grupos e intereses que los ciudadanos no conocían. Afirmas
que Trump tiene intereses con la mafia rusoisraelí. ¿Quién es lo que
algunos llaman la ‘kosher nostra roja’?
Son multimillonarios oligarcas de la antigua Unión Soviética, todos
judíos, o al menos eso dicen, que están relacionados con las actividades
comerciales tanto de la Trump Organization como de las empresas
Kushner. Las empresas de medios de comunicación occidentales han estado
explicando mal este importante dato y han inventado frases arrojadizas
para distraer la atención, como piratas informáticos rusos, agentes de Putin, guerra informática rusa
y otros términos peyorativos para Rusia. En ninguna parte de la
escandalosa propaganda sobre las conexiones criminales de Trump se ha
oído decir: rusoisraelí, ucranianoisraelí, uzbekoisraelí,
baskiroisraelí, kazajoisraelí o kirguizoisraelí y, en cambio, son
gángsteres multimillonarios y magnates procedentes de las repúblicas de
la antigua Unión Soviética quienes dominan los imperios de empresas de
Donald Trump y su yerno Jared Kushner. Que los medios de comunicación no
sean capaces de mencionar que la mafia de Europa del Este conectada con
Trump/Kushner es judía resulta tan hipócrita como que estos mismos
medios no reconocieran que los cárteles de la droga de Sinaloa y Los
Zetas son mexicanos; la Cosa Nostra, la Camorra y la ‘Ndrangheta,
italianas; la Yakuza, japonesa, y las bandas de los Crisps y los Bloods,
afroamericanas.
El futuro global que prevés es el colapso económico total. ¿Podrías explicar brevemente cuándo ocurrirá y por dónde comenzará?
Hay dos escenarios. Con Clinton hubiésemos tenido otros seis u ocho
meses de expansión cuantitativa con emisión de cantidades ilimitadas de
efectivo. Durante ese periodo, los precios del petróleo y los mercados
hubieran ido al alza y finalmente, en ocho meses, ese dinero habría
vuelto al mercado estadounidense. Eso hubiera provocado una elevadísima
inflación (por encima de la actual tasa de inflación estratosférica) que
hubiera hecho estallar todas las burbujas de los mercados financieros
(bonos, derivados, valores, bienes raíces, etc). El resultado final, el
colapso económico, es el mismo con Clinton y con Trump. Estamos a las
puertas de un colapso económico mundial y del desmantelamiento del
sistema capitalista. La única diferencia es que Clinton nos habría
llevado a una guerra mundial, lo que probablemente habría significado el
fin de la humanidad tal como la conocemos. ¿Acaso es la guerra una
forma de condonar la deuda? Pues no. Con la guerra anulas la
responsabilidad, pero el resultado final es el mismo; el planeta Tierra,
tal como lo conocemos, deja de existir.
Entonces, vienes a decir que Hillary Clinton hubiese desatado el infierno. ¿Qué ocurrirá con Trump?
Donald Trump representa otro escenario, que fue testigo de cómo Obama
ponía la imprenta en modo inactivo en 2014. Trump antepone los
intereses nacionales de EEUU, centrándose en mejorar la economía y en
deshacerse de la ingente deuda. Así que ¿cómo se hará cargo Trump de la
deuda? La teoría es muy simple: aumentando el coste de los préstamos y
cancelándolos en el marco de un proceso de quiebra, ya que será
imposible hacer frente a la deuda que se va acumulando. En ese momento,
la economía estadounidense empezará a respirar. Sin embargo, eso
comportará la caída de los bancos que incluyen esa deuda en sus balances
como principales activos. Dicho de otro modo, los planes de Trump
suponen un intento de salvar la economía estadounidense a expensas de
los bancos y del propio sistema financiero. Mientras que Clinton hubiera
tratado de rescatar a los bancos a expensas de la economía
estadounidense y de un empobrecimiento cada vez mayor de sus ciudadanos.
Así que sería ingenuo pensar que pueden llegar a un consenso. Los
planes de Trump y Clinton (mejor dicho, de las fuerzas a sus espaldas)
son incompatibles. Además, si Trump sigue adelante con sus planes,
acabará con las élites que apoyan a Clinton (Wall Street, los fondos de
cobertura, los intereses financieros especulativos). Seguirán vivos
–admito que pueden pasar muchas cosas– pero perderán los recursos que
solían tener. Los planes de Clinton pondrían en peligro al sector real
de la economía estadounidense que llevó a Trump al poder. Al igual que
en la película Los inmortales, solo sobrevivirá uno.
Hace un par de días leía en prensa que la UE alerta de que Rusia
está lanzando propaganda en Cataluña con el fin de debilitar al Estado
español y así, en suma, a la UE. Si alguien sabe qué hay de cierto en
eso es un excoronel de contraespionaje ruso, es decir, Daniel Estulin.
¿Lo hay?
Llevamos un año en EEUU con miles de comités del Congreso y los
medios de masa investigando la supuesta injerencia rusa. Resultado: un
dossier de Steele totalmente desacreditado. Y hace dos días, Bill
Binney, uno de los más legendarios agentes de la NSA y creador de sus
programas más sofisticadas diciendo públicamente que el hackeo era
interno y que los rusos no tenían nada que ver. Aun así, las fuerzas
liberal/banquero/financista están jugando su supervivencia y no tendrán
ningún problema morir matando, es decir llevar el mundo a la destrucción
vía tercera guerra termonuclear.
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