WASHINGTON.- Donald Trump todavía no ha tomado posesión del Salón Oval pero ya se vanagloria de ello: su elección ha devuelto la confianza a miles de negocios estadounidenses, ha fortalecido el consumo y ha evitado deslocalizaciones de empresas.
El fabricante de automóviles estadounidense Ford le ha dado más
argumentos, al anular el martes la construcción de una fábrica en México
para invertir en Estados Unidos y crear 700 empleos, aduciendo un "voto
de confianza" a la agenda económica del futuro presidente
estadounidense.
En diciembre fue el fabricante estadounidense de climatizadores
Carrier quien mantuvo 1.000 empleos en Estados Unidos en vez de
transferir la producción a México, tras un acuerdo con Trump, y mediante
siete millones de dólares de reducciones fiscales.
"Ya han visto lo que está pasando (...), ¡Y eso que todavía no
estamos en el cargo!", declaró entonces el futuro presidente, que
conquistó la Casa Blanca con la promesa de atraer empleos y fábricas a
Estados Unidos.
Su elección hizo zambullirse a los mercados bursátiles
estadounidenses en la euforia, y el índice Dow Jones encadena récords
desde las elecciones del 8 de noviembre, contradiciendo a los numerosos
profetas que vaticinaban un crack económico en caso de victoria del
magnate novicio en política.
"Antes de que hubiera posibilidades de que fuera elegido, nadie
prestaba atención a su programa, que es precisamente lo que las empresas
quieren: mucha desregulación y reducción de impuestos", analiza Aparna Mathur, del centro de análisis conservador American
Enterprise Institute.
Wall Street terminó por darse cuenta y, desde entonces, mantiene su
índice estrella cercano del umbral simbólico de los 20,000 puntos.
Varios barómetros económicos dan cuenta de un regreso del optimismo a
Estados Unidos. Según una encuesta de la Reserva Federal de Filadelfia
de diciembre, la proporción de empresas que confían en el porvenir se ha
doblado en un mes y la confianza de los consumidores alcanza su valor
más alto en 15 años. "¡Gracias, Donald!", se autocongratuló el futuro
presidente.
Su estrategia inédita de dirigirse por Twitter a los grandes grupos
industriales (General Motors, Ford, Toyota...) para que inviertan en
Estados Unidos parece que ha rendido sus frutos.
"Por una parte continúa su campaña, y eso le hace aparecer como
alguien para quien verdaderamente el empleo es una prioridad", señala
Mathur, añadiendo, no obstante, que Trump deberá pasar a un enfoque más
clásico una vez que esté instalado en la Casa Blanca.
El optimismo de los medios de negocios estadounidenses se explica
también por un hecho político sin relación con la personalidad de Donald
Trump: por primera vez, desde 2010, la Casa Blanca y las dos cámaras
del Congreso avanzan con una bandera común.
"Hay un sentimiento general de que podrían llevarse a cabo más cosas
ahora que el gobierno estadounidense esta unificado detrás del Partido
Republicano", explica Mark Zandi, economista jefe de la agencia
de calificación de riesgo Moody's.
Durante el mandato de Barack Obama, el presidente demócrata y el
Congreso dominado por los republicanos no dejaron de enfrentarse,
provocando graves crisis presupuestarias e impidiendo cualquier reforma
tributaria en las empresas, desacreditada en todas partes.
Según los expertos, todavía hace falta mucho para transformar el
pequeño "sobresalto" del que se beneficia el presidente en un impulso
durable y, en este contexto, los interrogantes sigue siendo numerosos.
Trump prometió un vasto plan de infraestructuras de contornos difusos
que podría gravar las finanzas públicas, y en diciembre la Reserva
Federal hablaba de la "incertidumbre considerable" que rodeaba el
programa del próximo gobierno.
Finalmente, la guerra comercial que Trump ha prometido emprender
China o México podría hacer cambiar de humor a las multinacionales
estadounidenses, que dependen para muchas de sus actividades del
extranjero, en tanto que el fortalecimiento del dólar hará sus
exportaciones más onerosas.
"Hay que esperar a ver qué tiene en mente exactamente", expresó Zandi.
Exconsejero en la Casa Blanca con Barack Obama, Jared Bernstein es
más contundente e indica que predice un duro porvenir si Trump
pone en marcha su programa de desregulación y de reducción de impuestos.
"La gente que no padece amnesia económica (...) recordará todavía que
(es este cóctel) el que nos metió en un lío en 2008" y provocó la
crisis financiera, dijo.