PEKÍN.- China negó el miércoles
que quiera influir en las elecciones legislativas de Estados Unidos,
desmintiendo "cualquier injerencia", y pidió "respeto" a Donald Trump,
que acusa a Pekín de tomar como objetivo a sus electores en la actual
guerra comercial.
Los dos países están envueltos desde hace varios
meses una batalla aduanera desencadenada por el presidente Trump. Este
desea especialmente que el mercado chino se abra más al "made in USA"
para reducir el déficit comercial estadounidense.
La Casa Blanca anunció el lunes aranceles suplementarios
sobre 200.000 millones de dólares en productos procedentes de China.
Pekín replicó tasas de importacion sobre 60.000 millones de dólares en
mercancías estadounidenses, como productos agrícolas y manufactureros.
Donald
Trump, que teme una grave derrota de los republicanos en el Congreso
durante las elecciones de medio mandato de noviembre, acusó
inmediatamente al gobierno chino de intentar debilitarle políticamente
al atacar los productos procedentes de los estados donde el electorado
le es tradicionalmente leal.
"China indicó abiertamente que
intentaba de manera activa influenciar y cambiar nuestra elección
atacando a nuestros agricultores, ganaderos y obreros de la industria
porque me son leales", escribió Trump en su cuenta de Twitter.
También
aseguró que los estadounidenses que sufrirán las represalias chinas
eran "grandes patriotas" dispuestos a soportar esta guerra comercial
para doblegar a China.
"Cualquiera que
conozca un poco la diplomacia china sabrá que nunca interferimos en los
asuntos internos de otros países", indicó Geng Shuang, un portavoz del
ministerio chino de Relaciones Exteriores.
"No aceptamos la injerencia ajena en nuestros asuntos internos. Y
nosotros no realizamos ninguna injerencia en los asuntos internos
ajenos", insistió durante una conferencia de prensa.
La estrategia
china recuerda a la que ya utilizó la Unión Europea (UE) en el peor
momento de las tensiones con Washington. Con la esperanza de hacer ceder
a la Casa Blanca, se trata de tomar como objetivo a los estados
estadounidenses susceptibles de pasarse al campo demócrata.
A partir del 24 de septiembre casi la mitad de todas las
importaciones de China a Estados Unidos va a estar sujeta a un arancel
del 10%, que se elevará al 25% tres meses después.
Como
represalia, en julio y agosto ya se adoptaron aranceles a los bienes
chinos que representan 50.000 millones de dólares de importaciones
anuales.
China, que replicó adoptando el mismo importe sobre los
bienes estadounidenses, impondrá igualmente sus nuevos aranceles a
partir del 24 de septiembre. Entre los productos afectados figuran los
pañales para bebé, muebles, paneles solares y el gas natural licuado
(GNL).
Pekín impone tasas desde julio del
25% a la soja estadounidense, que Estados Unidos exportó el año pasado a
China por un valor de 14.000 millones de dólares, es decir un tercio de
su producción. Los productores proceden de estados que votaron
mayoritariamente por Donald Trump.
El presidente Trump exige a
Pekín que reduzca en 200.000 millones de dólares el abismal déficit
comercial estadounidense, abriendo más su mercado a los productos de
Estados Unidos. También lamenta las supuestamente forzadas
transferencias tecnológicas.
China advirtió igualmente que podría no volver a la mesa de negociaciones destinadas a lograr un compromiso con Washington.
"Por
un lado Estados Unidos nos invita a retomar el diálogo. Y por otro, nos
amenaza con sanciones, presiones", denunció el portavoz de la
diplomacia china, Geng Shuang. Este pide a la Casa Blanca mostrar
"respeto" y "sinceridad".
El primer ministro chino Li Keqiang condenó el miércoles "el unilateralismo", en clara alusión a Estados Unidos.
"Es
esencial que defendamos los principios fundamentales del
multilateralismo y del libre comercio", insistió Li, ante líderes
económicos en la inauguración de la edición china del Foro Económico
Mundial en Tianjin (este).
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