jueves, 6 de septiembre de 2018

El acopio de productos por los especuladores erosiona la economía iraní

TEHERÁN.- El acaparamiento de productos por parte de especuladores, sumado a las sanciones estadounidenses y a las dificultades para importar, está dando paso a una escasez de ciertos artículos y a un alza de los precios que erosiona aún más la situación económica de la población iraní.

La revelación de casos de acumulación de mercancías ha ido en ascenso desde la entrada en vigor, el pasado 7 de agosto, de la primera tanda de las sanciones estadounidenses, mostrando un aumento de la corrupción en el país.
Papel, hilo, electrodomésticos, pañales, medicinas, metales, alimentos, calefactores o aparatos de aire acondicionado son algunos de los productos hallados en sitios insospechados y almacenados para su venta en el futuro, cuando se espera que su precio sea todavía más elevado.
Desde que el Gobierno iraní, debido a la fuerte devaluación de la moneda nacional, que ha perdido más de dos tercios de su valor desde abril, destinó divisa a un precio reducido para la importación de una serie de productos, muchos empresarios compraron artículos que no les correspondía con esa divisa para hacer negocio.
El jefe del Poder Judicial, Sadeq Amoli Lariyaní, advirtió ayer que aquellos que estén dañando la economía nacional, entre ellos los que intentan aprovecharse de las concesiones financieras especiales, enfrentarán "una acción severa de la justicia".
Pese a estas palabras de firmeza frente a la corrupción, la mayoría de los comerciantes, y la propia población, ven que los principales escándalos están ligados con grandes empresarios vinculados de algún modo con responsables políticos del país.
Entre los casos revelados de acaparamiento, uno de los más sonados, fue el almacenamiento de medicinas por un valor de 50.000 millones de riales por parte de Shabnam Nematzadeh, hija del que fue ministro de Industria durante el primer mandato del presidente iraní, Hasan Rohaní.
Un pequeño empresario, que prefirió no ser identificado, puso como ejemplo que desde hace tiempo para cualquier gran negocio tiene hay que contar con los Guardianes de la Revolución: "O consigues ese trabajo por medio de ellos o si no ellos te buscan para exigir una comisión", lamentó.
En el último mes fueron descubiertas 196.000 toneladas de barras de acero por valor de 7.000 millones de riales en la ciudad de Isfahán; y un millón de paquetes de pañales importados en la localidad de Karaj, en un momento en el que era difícil encontrar ese producto en el mercado.
El pasado 26 de agosto, en una cantera del sur de Teherán se halló una carga de 3.600 toneladas de arroz, lo que fomentó las burlas en las redes sociales debido a que su dueño es una persona religiosa.
La República Islámica de Irán se rige por un sistema teocrático chií. La opinión de los clérigos sobre el tema del acaparamiento varía entre los que lo consideran una acción "haram" (prohibida por el islám), y los que lo tildan de "makruh" (ofensivo).
Otro de los casos más llamativos fue el almacenamiento de 8.845 coches Samand, de producción interna, en un local perteneciente a la compañía líder de fabricación de automóviles iraní Iran Khodro, que justificó que les faltaba alguna pieza y que no estaban guardados para especular con su precio.
Esta acumulación masiva de bienes, que se aceleró con las sanciones estadounidenses, está motivada también por los problemas de importación, ya que incluso en productos de fabricación nacional siempre hay algo que se trae del extranjero.
Ahmad Reza, un tendero del norte de Teherán, explicó que incluso varios artículos de producción local les llegan a las tiendas a cuentagotas, ya que las fábricas temen quedarse en un futuro próximo sin mercancía si la venden al ritmo habitual.
"Cada semana nos suministran menos de la mitad de paquetes de pasta que antes y las botellas pequeñas de agua mineral son repartidas por cuotas a los supermercados", señaló.
La escasez de botellas -comentó Ahmad Reza- se debe a que el tapón es importado, al igual que los envases de una marca de comida precocinada, cuya fábrica tuvo que cerrar durante un tiempo ante la falta de recipientes para su venta.
Aunque todavía no hay desabastecimiento, la población también está comprando en algunos casos de forma desmesurada, temerosa por el alza de los precios y el continuo empeoramiento de la crisis económica.

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