PARÍS.- El acercamiento histórico
entre el Vaticano y China es una victoria para el régimen comunista,
que da reconocimiento oficial a los obispos nombrados por Pekín y abre
la vía a la normalización de las relaciones diplomáticas con la Santa
Sede, apuntan los expertos.
El acuerdo preliminar anunciado el
sábado, tras 67 años de separación entre Roma y Pekín, sume en la
incertidumbre a los millones de católicos chinos fieles a la "Iglesia
subterránea" más que a la Iglesia "oficial" sometida al régimen.
El acuerdo trata sobre el nombramiento de obispos, una
fuente de discordia desde hace décadas entre la Iglesia y el régimen
chino. El papa aceptó reconocer a siete obispos que habían sido
nombrados por Pekín sin su consentimiento.
Una decisión que
coincide con una iniciativa del régimen del presidente Xi Jinping para
controlar a las comunidades religiosas, principalmente católicas y
musulmanas.
El secretario de Estado estadounidense, Mike Pompeo,
acusó el viernes a Pekín de "cerrar iglesias, quemar biblias y obligar a
los fieles a firmar papeles para renunciar a su fe".
En el marco
de la política de "sinización" de las religiones, los santuarios están
obligados a exhibir la bandera nacional china y la constitución y
eliminar símbolos religiosos en el espacio público, como se comprobó en una visita reciente a la provincia de Henan
(centro).
Además las misas están ahora prohibidas a los menores.
Los
fieles de la la llamada Iglesia clandestina se preguntan ahora sobre su
futuro, porque el acuerdo China-Vaticano no recoge ninguna garantía en
materia de libertad religiosa.
"Este acuerdo quizá
arregle la cuestión de los siete obispos [...] pero no cambia en nada el
verdadero problema y la situación de la Iglesia", declaró un
cura de la Iglesia clandestina, que pidió el anonimato.
Taiwán,
una isla cuya soberanía reivindica Pekín, también tiene mucho que
perder: el Vaticano es uno de los 17 Estados del mundo que reconoce el
gobierno taiwanés en detrimento del de China. El acercamiento con la
Santa Sede podría conllevar, a largo plazo, el establecimiento de
relaciones diplomáticas entre China y el Vaticano.
Además de su prestigio religioso, el Vaticano es el único
aliado de Taiwán en Europa. Un cambio en este compromiso supondría "un
golpe muy duro para la diplomacia taiwanesa", señala Ying Fuk-tsang,
especialista en religiones de la Universidad China de Hong Kong.
El
acuerdo firmado el sábado en Pekín no menciona sin embargo la cuestión
diplomática. El gobierno taiwanés, por su parte, afirmó el sábado que la
Santa Sede le había confirmado que el acercamiento con Pekín no
alteraría en nada las relaciones con Taiwán.
Pero según el
sinólogo Jonathan Sullivan, de la Universidad de Nottingham (Reino
Unido), "es difícil no ver en ello el primer paso" hacía un cambio de
reconocimiento diplomático.
"Todavía no está de actualidad pero Pekín no esconde su deseo de robarle a Taiwán su aliado más importante", agrega.
El
papa Francisco, que desde que asumió el pontificado en 2013multiplicó
los gestos hacia China, ha dicho que le gustaría visitar un día ese
país. Un deseo que parece difícil de cumplir sin relaciones
diplomáticas.
Pero el acercamiento en curso podría darle al papa
más influencia en la vida de los 12 millones de católicos chinos y de su
clero, según el sinólogo Francesco Sisci, de la Universidad del Pueblo,
en Pekín.
"Es verdad que decenas de iglesias están siendo
destruidas, al menos parcialmente. Pero otras miles siguen en pie o se
están construyendo", destaca el italiano. "No será fácil, pero si el
Vaticano no intenta hacer algo ahora, ¿cuándo lo hará?".
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