domingo, 30 de septiembre de 2018

La India, un país de vegetarianos por religión y necesidad

NUEVA DELHI.- En la India hay "vegetarianos" y "no vegetarianos", una categorización de los hábitos alimenticios que muestra la realidad de un país en el que para las castas altas en el hinduismo no comer carne es una obligación, mientras que para los más humildes la dieta "verde" es sobre todo una cuestión de precios.

En Nueva Delhi, las colas de espera en la entrada de algunos de los restaurantes vegetarianos más populares son habituales, mientras que en los establecimientos "mixtos" se destaca el menú vegetariano, señalando con llamativos avisos los platos con carne para evitar que algún despistado se equivoque, lo que podría corromper su alma.
"Las sagradas escrituras indican que tu alma es lo que comes. Si comes bien, tu alma estará bien. Si comes el alimento erróneo, consumes alcohol y carne, tu alma estará mal y te llevará a cometer actos estúpidos", aseguró el sacerdote hindú Acharya Brijesh.
El sacerdote, al frente de uno de los principales templos dedicados al dios mono Hanuman en la capital india, aclaró sin embargo que no todos los hindúes son vegetarianos y que muchas veces depende "del karma y la fecha de nacimiento" de cada uno el comer o no carne.
Así, en lo más alto del sistema de castas hindú se encuentran los brahamanes, relacionados a menudo con el sacerdocio o puestos de poder, y que suelen ser en su inmensa mayoría vegetarianos para mantener supuestamente un buen karma, esa energía que marca sus acciones y que determinará cómo se reencarnarán tras su muerte.
Por otro lado, en el escalafón más bajo del sistema de castas se encuentran los llamados "impuros", los intocables, relacionados a menudo con el consumo de la carne más barata (cerdo y búfalo) y que poseen un karma negativo que ha marcado su reencarnación como dalits (intocables), condenándoles a labores como la recogida manual de heces.
Con la celebración mañana del Día Mundial del Vegetarianismo, los datos son claros al destacar a la India como la Meca global de los seguidores de "la comida no violenta", como señaló el popular gurú del yoga baba Ramdev.
Según la última encuesta sobre los hábitos alimenticios en el país asiático, llevada a cabo durante el período 2015-2016 por el Ministerio de Salud indio, el 30 % de las mujeres y el 22 % de los hombres en la India se declaran puramente vegetarianos.
Sin embargo, al profundizar en las estadísticas, esos números se disparan hacia el lado verde, al asegurar que alrededor del 90 % de la población consume vegetales a diario, mientras que sólo el 6 % ingiere carne a diario y que únicamente el 36 % de las mujeres y el 43 % de los hombres lo hace al menos una vez a la semana.
"Sí, los indios somos vegetarianos, aunque hay unos pocos que no lo son. Existe la posibilidad de elegir, pero por naturaleza la India es un país vegetariano", sentencia Ramdev, que promueve el vegetarianismo a través de su propia marca de productos alimenticios.
En un país donde según datos de Naciones Unidas de 2011 un 23 % de la población vive con menos de 1,25 dólares al día, los precios de los alimentos también son un factor importante a la hora de marcar la dieta familiar.
Así mientras un kilogramo de las carnes más consumidas, pollo y cordero, cuestan 240 rupias (3,3 dólares) y 460 rupias (6,3 dólares) respectivamente, el kilo de arroz y de lentejas valen 100 rupias (1,3 dólares) y 200 rupias (2,7 dólares).
Para surtir esa gran demanda de legumbres, verduras y hortalizas, Nueva Delhi, con 18 millones de habitantes, cuenta con el mercado de Azadpur, situado en el norte de la capital india y uno de los más grandes de Asia, con kilómetros de montañas de cebollas, tomates, pimientos... destinados a la compra al por mayor.
Hasta Azadpur llegan a diario más de 13.000 toneladas de hortalizas y frutas, detalló el secretario del Comité de Comercialización de Productos Agrícolas (APMC) del mercado, Anil Ghildiyal.
Allí, desde primera hora de la mañana, porteadores cargan sin descanso sacos de vegetales en camiones destinados a los mercados y restaurantes de la capital, mientras que decenas de vacas, sagradas en la India, disfrutan con los restos de su particular festín.

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