lunes, 1 de octubre de 2018

La deuda ingobernable / Primo González *

La deuda  global, pública y privada, se puede convertir en el gran motor de una próxima crisis económica de ámbito global. Lo acaba de subrayar el Fondo Monetario Internacional (FMI), que le ha puesto cifras al asunto, 157 billones de euros, es decir, unas 156  veces el tamaño del PIB español, que se dice pronto. 

Más preocupante aún es el  hecho de que la deuda global ha aumentado  en 18 billones de euros desde la pasada primavera, es decir, apenas seis meses atrás, lo que equivale a unos 3 billones de euros mensuales.  

Las economías emergentes están en la base de buena parte de la aceleración de este aumento.

España tiene una deuda que solo en el caso de la contraída por el sector público  supera por poco el billón de euros. La deuda total española supera los dos billones de euros, cuando se incorporan las cifras del sector privado, en especial el empresarial, si bien  hay muchas empresas sólidamente implantadas en el exterior que cuentan con activos muy importantes y, por lo tanto, sitúan las cifras de deuda neta en niveles algo más tolerables. 

Una de las peculiaridades de la deuda española, pública y  privada, es el hecho de que en su mayor parte está contraída con extranjeros, lo que  en todo caso añade bastante vulnerabilidad a nuestra economía.

Es poco probable que los canales de financiación de toda esta deuda hagan crisis de forma súbita, pero los niveles a los que ha llegado el endeudamiento mundial, en especial el de algunos países, podrían poner en ciertos apuros las expectativas de crecimiento económico. 

Los niveles de deuda tienden a crear diferencias financieras entre los países y a provocar importantes oscilaciones entre los tipos de cambio, lo que  acaba por entorpecer el crecimiento económico.

Esa es una expectativa real a la que se enfrentan en estos momentos algunos países emergentes, aunque su impacto en España es menor.  Pero no insignificante.  Acaba por generar también problemas en  la economía  española debido al traslado a través de las empresas  nacionales  que tienen una amplia actividad en el exterior, como se ha visto y se está viendo en estos últimos meses en casos como el de Turquía, el de Brasil o el de Argentina, tres economías muy estrechamente relacionadas con el entramado empresarial español y a la postre con la economía española en su conjunto.

Desde un punto de vista teórico, el crecimiento del endeudamiento de las economías no debería proseguir, a menos al ritmo de estos años recientes, so pena de caer en un  estado de alto riesgo, ya que un endurecimiento de las condiciones monetarias acabaría por  llevar a algunos países a la bancarrota.  

En estos años recientes, la situación se ha solventado gracias a las políticas fuertemente expansivas de los bancos centrales, colocando en niveles nulos e incluso negativos los tipos de interés. 

Pero esa misma estrategia de expansión monetaria, cuya finalidad ha sido estimular el crecimiento económico, está en trance de agotamiento. En Estados Unidos ya está incluso en fase de  retorno, con los tipos de interés al alza. 

Europa no tardará mucho, quizás menos de un año, en iniciar esa etapa.  Y con tal perspectiva, el sostenimiento de altas tasas de deuda va a ser cada vez más complicado. Es una amenaza a plazo fijo que no tardará más de un año en ponernos ante nuevos dilemas económicos.


(*) Periodista y economista español


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