TOKIO.- El Banco de Japón (BoJ) decidió hoy
mantener sin cambios su política monetaria, basada en una agresiva
batería de medidas de flexibilización, y revisó a la baja sus
previsiones sobre la inflación y el crecimiento de la economía nipona
para este año.
En su reunión mensual sobre política
monetaria, siete de los nueve miembros de la junta de la entidad
decidieron dejar intacto el paquete de medidas que se aplican desde 2013
dirigidas a alcanzar una inflación interanual del 2 por ciento, según
informó en un comunicado el banco central.
Esta estrategia incluye mantener los tipos de interés
negativos a corto plazo y un cuantioso programa de compra del bono de
deuda japonés, un activo cuyo rendimiento se quiere mantener en torno al
0 por ciento a largo plazo.
El BoJ seguirá así con
la adquisición de bonos estatales por valor de unos 80 billones de yenes
anuales (614.883 millones de euros), aunque ajustará el ritmo de las
compras para dar un mayor margen de movimiento en sus rendimientos en
corto según las condiciones de mercado.
El Banco de
Japón aspira a lograr una inflación interanual del 2 por ciento, pero se
ha visto obligado a posponer esta meta de forma indefinida y a activar
medidas adicionales de estímulo debido la caída de los precios del
crudo, a la ralentización global y a la debilidad del consumo doméstico.
El pasado julio, la entidad introdujo modificaciones significativas en
su estrategia flexibilizadora con vistas a paliar sus efectos
secundarios y a mantenerla a largo plazo, ante las persistentes
dificultades de alcanzar el citado objetivo de inflación.
El BoJ también publicó hoy sus perspectivas trimestrales sobre la
evolución del producto interior bruto (PIB) y del índice de precios de
consumo (IPC), que incluyen una revisión a la baja de ambos indicadores
respecto a sus previsiones anteriores.
El banco
central nipón prevé que el IPC avance un 0,9 por ciento en el ejercicio
en curso (que concluirá a finales del próximo marzo), un recorte de dos
décimas respecto a su estimación previa publicada en julio.
Para 2019, se prevé que los precios suban un 1,1 por ciento interanual,
mientras que para 2020, el avance sería del 1,5 por ciento, lo que
supone en ambos casos un recorte de 0,1 puntos sobre el cálculo previo y
pone de manifiesto que la meta inflacionaria sigue lejos del alcance.
En cuanto al PIB para el año en curso, el banco central espera un
crecimiento del 1,4 por ciento, una décima menos que la estimación
anterior, mientras que mantuvo en el 0,8 por ciento su previsión para
2019.
Esta ralentización del crecimiento se deberá en
parte al incremento del impuesto sobre el consumo desde el 8 hasta el
10 por ciento que se aplicará en octubre de 2019, según el BoJ, que
también cita como "riesgos" para la economía nipona a factores externos
como el auge de las políticas proteccionistas o el brexit.
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