En las últimas 24 horas se ha operado el comienzo de las maniobras de
fuerzas de la OTAN dentro del helado escenario de Noruega, con el
despliegue de material cifrado en 30 batallones, la participación de 30
de otras tantas escuadrillas aéreas y, asimismo, el despliegue de 30
buques en sólo un mes.
Todo ello, cabe añadir en la evocación, de la
injerencia rusa en el conflicto de Ucrania, que llevó aparejada la
ocupación militar y la subsiguiente anexión política de península de
Crimea.
El posterior procesamiento diplomático del gran suceso geopolítico-
que en la práctica frustró el acceso de Ucrania a la UE- sólo aportó,
por vía de la Conferencia de Minks, unas sanciones económicas, poco más
que homeopáticas, a la Rusia de Putin, discernidas por las
europotencias de la OTAN, aunque en lo geopolítico fuera compensado ello
por rescate ruso de la Península de Crimea, con su estratégica base
naval de Sebastopol y el dominio del Mar Negro.
Hay sobradas razones de contexto geopolítico para la oportunidad de
estas maniobras de la OTAN comenzadas ayer en Noruega. Tanto como para
entender o entrever la oportunidad de su realización. Especialmente
pensando en las quimeras procedimentales del actual presidente
de Estados Unidos en sus comportamientos internacionales.
(*) Abogado y periodista español
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