España y los españoles están asistiendo horrorizados al relato por
capítulos, de uno de los asesinatos políticos más terribles de los
últimos años, contado en tiempo real, como si formase parte de una serie
de Netflix y que tendrá inevitables y graves consecuencias políticas
para quienes son los máximos responsables del secuestro, tortura, muerte
y ocultación del sus restos, del periodista saudí, Jamal Khashoggi.
Kashoggi, colaborador del periódico norteamericano The Washington Post, era
un antiguo hombre de confianza de la familia real saudí, que se
convirtió en crítico del régimen del príncipe heredero, Mohammed Bin
Salman, el todopoderoso (MBS), tan bien relacionado, que es el socio
del yerno del presidente norteamericano Donald Trump.
Desaparecido el
pasado 2 de Octubre, cuando entró en el consulado saudí en Estambul a
arreglar unos papeles para su casamiento, restos de su cadáver han
aparecido en el jardín del consulado saudí del horror, en Turquía.
Los turcos que tenían el consulado inundado de micrófonos y cámaras, y
controlado a la mayor parte del servicio, han podido reconstruir la
tortura y muerte del periodista saudí a cargo de un comando cercano al
heredero al trono (MBS), el hombre que hace meses se atrevió a detener a
cerca de un millar de Príncipes y allegados, encerrarlos en uno de los
hoteles más lujosos del país convertirlo en prisión de cinco estrellas y
acusarles de corrupción. No los dejó en libertad hasta que devolvieron
parte del dinero supuestamente robado o cobrado ilegalmente.
Este Martes el presidente turco Erdogan ha confirmado muchos de los
datos que se han ido filtrando sobre el asesinato del periodista saudí,
entre ellos, la actuación del comando especial llegado desde Arabia
Saudí para cometer un “asesinato premeditado” que, aunque realizado en
el consulado saudí, tiene que ser juzgado, según Erdogan en Turquía, y
que no puede ser ocultado por la inmunidad diplomática.
Las autoridades
turcas han filtrado a la televisión norteamericana “Sky News” que partes
del cuerpo de Khashoggi han sido encontradas en el jardín de la
residencia del cónsul general de Arabia Saudí en Estambul. Según estas
mismas fuentes, el periodista habría sido “desmembrado” y su cara
“desfigurada”.
La tortura y ejecución del periodista disidente saudí, en una sede
diplomática de Ryad en Turquia, y las reacciones de la comunidad
internacional ante algo tan salvaje que va en contra de los derechos
humanos más elementales, han sorprendido a las propias autoridades
saudíes que no han tenido más remedio que reconocer los hechos, después
de haberlos negado, y posteriormente amenazado para quien pusiera en
duda la versión oficial.
Este acontecimiento terrible ocupa, como tema
principal, desde hace dos semanas, la agenda de los medios de
comunicacióńn de todo el mundo. El presidente de EEUU, Trump, mientras
ha hecho un esfuerzo extraordinario para blanquear a la
administracióńn saudí se ha convertido en el blanco de los medios de
comunicación y los miembros del Congreso por su intolerable actitud.
En
EEUU y en los países de la UE, hay por primera vez una reacción
intensa contra Arabia Saudita y un llamamiento generalizado a que se
deje de vender armas.
¿Tendrán estas reacciones un resultado? ¿Se aplicarán sanciones
contra Arabia Saudita? ¿La moral y la virtud desaparecerán una vez más
en el triángulo de peróleo-arma-dólar? Probablemente. En este proceso
se pondrán a prueba la moral y la virtud, no sólo EEUU y la UE, sino
también del Gobierno turco del AKP, que juega un papel clave en la
investigación del asesinato y de los hechos.
Las autoridades españolas, que han declarado que lo que ha sucedido
en el consulado saudí ha causado “consternación” en nuestro país, se
encuentran en una difícil situación, según se ha puesto de manifiesto
este Martes en la Comisión de Defensa del Congreso de los Diputados, y
en víspera de que este Miércoles el Presidente del Gobierno se dirija al
Pleno del Congreso para explicar su posición sobre un problema que
ocupa la atención de todos los países de la Unión Europea, especialmente
después de que la canciller Merkel haya hecho un llamamiento a todos
los países para que dejen de vender armas al régimen saudita, armas que
está utilizando para el conflicto con el Yemen.
Según se ha decidido en la Comisión de Defensa, España seguirá
vendiendo material de defensa a Arabia Saudí, por lo que no seguirá el
camino iniciado por Alemania, ya que la Comisión ha rechazado este
martes las iniciativas impulsadas por Podemos y los grupos
independentistas catalanes para suspender las transacciones de armamento
con aquel país.
Un texto que, de salir adelante, habría dejado en el
aire el contrato de los astilleros de Cádiz con Arabia para la
construcción de cinco corbetas, por 1.800 millones y con 6.000 puestos
de trabajo. Los socialistas han tenido que contar con el apoyo del PP
para rechazar la ofensiva de Podemos e independentistas.
(*) Periodista y economista español
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