TOKIO.- El bitcóin cumple hoy diez años
durante los cuales ha dado el salto desde la internet profunda hasta
protagonizar una burbuja especulativa, y afronta un futuro incierto
debido a las dudas sobre su utilidad y sobre su estatus legal.
La madre de todas las criptomonedas vio la luz el 31 de octubre de
2008, en un documento distribuido entre un grupo de ciberactivistas por
un tal Satoshi Nakamoto -cuya verdadera identidad sigue siendo hoy un
misterio-, aunque los primeros bitcoines no se pusieron en circulación
hasta comienzos de 2009.
Desde entonces, esta revolucionaria moneda digital ha
movilizado por igual a legiones de entusiastas y de escépticos, ha
inspirado la creación de incontables criptodivisas y ha dado lugar a
mercados multimillonarios, que se han visto sacudidos por bruscos
altibajos y por diversos casos de hackeo y fraudes.
Economistas, "evangelistas" del bitcóin y expertos en finanzas digitales
discrepan sobre si esta moneda tiene futuro como medio de pago o como
activo de inversión, pero muchos sí coinciden en que el blockchain o
cadena de bloques, la tecnología sobre la que se basa esta y otras
divisas similares, ha llegado para quedarse.
Mientras
proliferan las aplicaciones de este sistema descentralizado de
almacenamiento de datos en campos como la administración pública, la
conducción automática de automóviles o la distribución energética,
crecen las dudas sobre la viabilidad del bitcóin como moneda, debido
sobre todo a su extrema volatilidad.
En su primera
década de vida, la evolución del precio del bitcóin se asemeja a una
montaña rusa zarandeada por estallidos de popularidad, sonados ataques
informáticos contra casas de cambio y vaivenes en la actitud de los
reguladores nacionales.
Entre los mayores hitos en la
historia del bitcóin destacan la decisión de Japón de legalizarlo como
forma de pago en 2016, su práctica prohibición en China desde mediados
de 2017, y su debut a finales de ese año en el mercado de futuros CBOE
de Chicago y en el CME, la principal plaza de derivados financieros de
Estados Unidos.
Esta última medida propició una
espectacular escalada en el precio del bitcóin hasta rozar los 20.000
dólares la unidad (17.300 euros), su pico hasta la fecha y casi 20 veces
el valor con el que arrancó 2017.
Hoy se compra a
unos 6.330 dólares (5.572 euros), tras una prolongada mala racha
calificada por algunos analistas como el estallido de la
"cripto-burbuja", mientras que otros recuerdan que un bitcóin valía
apenas cinco centavos de dólar en 2010 y 430 dólares (378 euros) a
mediados de 2016.
La capitalización de todas las
criptomonedas asciende actualmente a 202,83 billones de dólares (178,10
billones de euros), de los cuales un 54 por ciento corresponden solo al
bitcóin, según datos de la plataforma Coinmarketcap.
"Se trata de una fase de depresión tras la locura del año pasado",
explica a Efe el analista Charles Hayter, de la web especializada
Cryptocompare, quien señala que el bitcóin atraviesa las mismas fases
cíclicas propias de todo mercado, aunque "de forma más exacerbada por
ser una tecnología naciente".
Las criptomonedas
ofrecen una alternativa "más barata, más eficiente y global" frente a
las monedas tradicionales, destaca Hayter, que añade que la temida
guerra de divisas entre China y EEUU podría suponer una nueva
oportunidad para que el bitcóin muestre su utilidad.
Pero el bitcóin aún se mueve en un vacío legal en gran parte del mundo,
mientras un sinfín de productos financieros derivados está pendiente de
la aprobación de diversos organismos reguladores, como sucede en EEUU
con los fondos de inversión cotizados basados en esta criptodivisa.
Esta situación podría cambiar en 2020, un año en el que Japón, país
pionero en la regulación de los mercados de criptomonedas a raíz del
hackeo de la casa de cambio Mt.Gox en 2014, quiere sacar adelante una
normativa internacional coordinada para el sector, aprovechando su
presidencia del G20.
En cualquier caso, el libro
blanco del bitcóin, un documento de nueve páginas de carácter técnico y
en su día solo accesible para un reducido grupo de libertarios
apasionados de la criptografía y de los sistemas monetarios
alternativos, sigue siendo objeto de estudio y de debate una década
después de su publicación.
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